lunes, 2 de mayo de 2016

1 INTRODUCCIÓN

Esto es lo que escuché:
Se hallaba una vez el Buda en Rajagriha, en el monte Gridhrakuta, acompañado por una multitud de doce mil prominentes monjes. Eran todos arhats, que habían puesto fin a los desbordamientos y ya no tenían más deseos mundanos, habían logrado lo que obraba en su ventaja, habían dado término a las ligaduras de la existencia, y sus mentes se hallaban en estado de libertad.
Se llamaban Ajnata Kaundinya, Mahakashyapa, Uruvilva Kashyapa, Gaya Kashyapa, Nadi Kashyapa, Shariputra, Gran Maudgalyayana, Mahakatyayana, Aniruddha, Kapphina, Gavampati, Revata, Pilindavatsa, Bakkula, Mahakaushthila, Nanda, Sundarananda, Purna el hijo de Maitrayani, Subhuti, Ananda y Rahula. Y todos eran, como ellos, grandes arhats conocidos por los demás.
También había dos mil personas, algunas de las cuales aún seguían recibiendo instrucción mientras que otras ya habían completado su aprendizaje.
Estaban también la monja Mahaprajapati y sus seis mil seguidoras; y la madre de Rahula, la monja Yashodhara, con sus seguidoras.
Había bodisatvas, ochenta mil en total, ni uno solo de los cuales había retrocedido jamás en su búsqueda de la iluminación suprema y perfecta. Todos habían adquirido dharanis, se solazaban predicando, eran elocuentes y hacían girar la rueda de la Ley que no sabe de retrocesos. Habían hecho ofrendas a inconmensurables cientos y miles de budas; en presencia de diversos budas habían plantado numerosas raíces de virtud; habían sido ensalzados por los budas sin cesar; se habían ejercitado en el amor compasivo; podían entrar en la sabiduría del Buda; se habían internado plenamente en la gran sabiduría y habían llegado a la orilla opuesta. Su fama había circulado por infinidad de mundos, y eran capaces de salvar a incontables cientos de miles de seres.
Y ellos eran el bodisatva Manjushri, el bodisatva Percibir los Sonidos del Mundo, el bodisatva Poseedor de Gran Autoridad; el bodisatva Esfuerzo Constante; el bodisatva Jamás Descansar; el bodisatva Palma Alhajada; el bodisatva Rey de la Medicina; el bodisatva Valeroso Dador; el bodisatva Luna Alhajada; el bodisatva Luz de Luna; el bodisatva Luna Llena; el bodisatva Gran Fortaleza; el bodisatva Fortaleza Incalculable; el bodisatva Trascender los Tres Mundos; el bodisatva Bhadrapala; el bodisatva Maitreya; el bodisatva Acumulación de Joyas y el bodisatva Guía Conductor. Y se encontraban presentes ochenta mil bodisatvas como estos.
En ese momento también se hallaban presentes el rey celestial Shakra con sus seguidores, veinte mil hijos de dioses. Incluso se encontraban los hijos de las deidades Luna Maravillosa, Fragancia Intensa, Fulgor de Joya y los cuatro grandes reyes celestiales, junto a sus seguidores, diez mil hijos de dioses.
También se hallaban los hijos de las deidades Libertad y Gran Libertad y sus seguidores, treinta mil hijos de dioses. Y estaban presentes el rey Brahma, señor del mundo saha, el gran Brahma Shikhin, y el gran Brahma Luz Brillante, y sus seguidores, doce mil hijos de dioses.
Y estaban los ocho reyes dragones: Nanda, Upananda, Sagara, Vasuki, Takshaka, Anavatapta, Manasvin y Utpalaka, cada uno con varios cientos de miles de seguidores.
Y a su vez, los cuatro reyes kimnaras: Ley, Ley Prodigiosa, Gran Ley y Mantener la Ley, cada uno con varios cientos de miles de seguidores.
Y estaban los cuatro reyes gandharvas: Grato, Grato Sonido, Hermoso y Hermoso Sonido, cada uno acompañado de varios cientos de miles de seguidores.
Y también los cuatro reyes asuras: Balin, Kharaskandha, Vemachitrin y Rahu, cada uno de ellos en compañía de varios cientos de miles de seguidores.
Y estaban los cuatro reyes garudas: Gran Majestad, Gran Cuerpo, Gran Plenitud y Tal Como Uno Desee, cada uno con varios cientos de miles de seguidores. Y también estaba el rey Ajatashatru, hijo de Vaidehi, con varios cientos de miles de seguidores.
Cada uno de ellos, después de inclinarse en reverencia ante los pies del Buda, se apartó y tomó asiento a un lado.

En ese momento, el Honrado por el Mundo, rodeado por las cuatro clases de creyentes, recibió ofrendas y muestras de respeto, y fue honrado y alabado. Y en beneficio de los bodisatvas, predicó el sutra del gran vehículo llamado Infinitos significados, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas.
Cuando el Buda hubo concluido la prédica de este sutra, se sentó con las piernas cruzadas en la posición del loto y entró en el samadhi del origen de los infinitos significados, con el cuerpo y la mente inmóviles. En ese momento, del cielo llovieron flores de mandarava, flores de gran mandarava, flores de manjushaka y flores de gran manjushaka, que se esparcieron sobre el Buda y sobre la gran asamblea, y en todas partes el mundo del Buda se estremeció y tembló de seis maneras distintas.
En ese instante, los monjes, monjas, laicos, laicas, seres celestiales, dragones, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos de la asamblea, como así también los reyes menores y los reyes venerables que hacen girar la rueda y todos los presentes en la gran asamblea, habiendo adquirido lo que nunca antes fuera suyo, se colmaron de alegría y, uniendo las palmas de las manos, contemplaron al Buda con un único pensamiento.
En ese momento, el Buda emitió un haz de luz desde el mechón blanco que tenía en su entrecejo —uno de sus rasgos distintivos— que iluminó dieciocho mil mundos en dirección al este. No había sitio donde la luz no penetrase; hacia el nadir llegaba a los infiernos Avichi, y en dirección al cenit llegaba a los cielos Akanishtha.
Desde este mundo, pudo verse a los seres vivos de los seis senderos de la existencia en todas esas otras tierras. Y pudo verse, asimismo, a los budas presentes entonces en esas otras tierras y se oyeron las enseñanzas de los sutras que exponían tales budas. Al mismo tiempo, se vio a los monjes, monjas, laicos y laicas que se dedicaban a la práctica religiosa y lograban el Camino. También pudo verse a los bodisatvas que, mediante diversas causas y condiciones, y distintas clases de fe y de comprensión, y en diferentes formas y aspectos, llevaban a cabo el Camino del bodisatva. Y también pudo verse a los budas que habían entrado en el parinirvana, y también se vio cómo se erigían torres adornadas con los siete tesoros para albergar las reliquias de los budas, una vez que estos habían ya entrado en el parinirvana.
En ese momento, el bodisatva Maitreya tuvo este pensamiento: «Ahora, el Honrado por el Mundo ha manifestado estos signos asombrosos. ¿Pero cuál es la causa de tales portentos auspiciosos?
Ahora el Buda, el Honrado por el Mundo, ha entrado en el samadhi. Es muy extraordinario ver un acontecimiento tan inescrutable como este. ¿A quién debo interrogar al respecto? ¿Quién podrá darme una respuesta?».
Y también tuvo este pensamiento: «Este Manjushri, hijo de un rey del Dharma, ya ha prestado servicio personal y ha dado ofrendas a un incalculable número de budas en el pasado. Con toda seguridad, tiene que haber visto antes estos signos extraños. Ahora he de interrogarlo».
Entonces, los monjes, monjas, laicos y laicas, y los seres celestiales, dragones, espíritus y otras criaturas, todos tuvieron este pensamiento:
«Con respecto a este rayo luminoso que irradió del Buda, a esta señal de poderes trascendentales, ¿a quién deberíamos consultarle?».
Por su parte, el bodisatva Maitreya quiso disipar las dudas que inspiraba esta cuestión. Y además, pudo ver lo que había en la mente de las cuatro clases de creyentes —monjes, monjas, laicos y laicas— y en la de los seres celestiales, dragones, espíritus y demás seres que formaban la asamblea. De modo que interrogó así a Manjushri:
—¿Cuál es la causa de estos portentos auspiciosos, estos signos de poderes trascendentales, este gran haz de luz que ilumina las dieciocho mil tierras en dirección al este para que podamos ver allí todos los adornos de los mundos del Buda?
Y entonces, el bodisatva Maitreya, deseando que constara su intención una vez más, planteó su pregunta en verso:

—Manjushri,
¿por qué del mechón blanco
que tiene nuestro líder y maestro entre las cejas
irradia esta potente luz que alumbra todo en derredor?
¿Por qué llueven flores
de mandarava y de manjushaka,
y la brisa, fragante de sándalo,
 deleita el corazón de la asamblea?
A causa de ello
cada rincón de la tierra se adorna y se purifica
 y este mundo
tiembla y se estremece de seis formas distintas.
En este momento, las cuatro clases de creyentes
rebosan de alegría y de deleite,
en cuerpo y alma se regocijan,
por haber adquirido lo que nunca antes habían tenido.
El haz de luz que irradia de su entrecejo
ilumina la región oriental,
y las dieciocho mil tierras
adquieren el color del oro.
Y de aquí pueden verse,
desde los infiernos Avichi, en lo bajo,
hasta, en lo alto, las Cumbres del Ser,
los diversos mundos,
los seres vivos de los seis senderos,
hacia donde tienden su nacimiento y su muerte,
 sus actos malos y buenos,
y la recompensa grata o adversa que ellos reciben.
También vemos a los budas,
venerables señores, leones
que exponen y predican sutras
sutiles, espléndidos y supremos.
Sus voces, puras y diáfanas,
emiten sonidos suaves y agradables
mientras enseñan
a incontables millones de bodisatvas.
Sus sonidos de Brahma son profundos y maravillosos
y hacen que la gente se deleite al escucharlos.
Cada uno en su propio mundo
 predica la enseñanza correcta
ateniéndose a diversas causas y condiciones,
recurriendo a un sinfín de semejanzas,
alumbrando la Ley budista,
guiando a los seres vivos a la iluminación.
A quien afronta dificultades,
y teme a la vejez, la enfermedad y la muerte,
los budas le predican sobre el nirvana
y le explican cómo poner fin a todos sus sinsabores.
A quien posee buena fortuna
por sus ofrendas realizadas en el pasado a los budas,
resuelto a buscar una enseñanza superior,
los budas le predican el camino del que toma conciencia de la causa.

Y a los hijos del Buda
que llevan a cabo diversas prácticas religiosas
 en pos de la sabiduría insuperable,
los budas les predican la vía de la pureza.
Manjushri,
he estado viviendo aquí,
viendo y oyendo de este modo
muchos miles de millones de cosas.
Y aunque son numerosas,
las mencionaré en pocas palabras.
Veo en estas tierras
a bodisatvas numerosos como los granos de arena del Ganges,
que de acuerdo con causas y condiciones diversas
buscan el Camino del Buda.
Algunos de ellos dan limosnas
y se complacen en donar
oro, plata, coral,
perlas, gemas de mani,
nácar, ágata,
diamantes y otras rarezas,
siervos y criadas, carruajes,
palanquines y angarillas alhajadas.
En su avance hacia el Camino del Buda,
su ánimo es adquirir este vehículo,
el más prominente de los tres mundos
y el más loado por los budas.
Y hay también bodisatvas
que ofrecen carruajes alhajados arrastrados por cuadrigas,
con techo y flancos ornamentados
por barandillas y doseles florales.
Y también veo a bodisatvas
que se desprenden de sus pies, manos y carne,
de sus esposas e hijos,
en busca del Camino insuperable.
Veo a bodisatvas
que entregan de buen grado
ojos, cabezas, miembros y cuerpos,
en su afán de buscar la sabiduría del Buda.

Manjushri,
veo a reyes
que acuden al lugar del Buda
para inquirir sobre el Camino insuperable.
Dejan sus tierras felices,
sus palacios, sus doncellas y edecanes,
se afeitan la barba, se rasuran la cabeza
y se cubren con las ropas del Dharma.
O veo a bodisatvas
que se han vuelto monjes
y, solos en la quietud,
se regocijan recitando los sutras.
También veo a bodisatvas
que se esfuerzan con valentía y vigor,
y se internan en la espesura de los montes
con el pensamiento enfocado en el Camino del Buda.
Y los veo apartarse del deseo,
vivir en quietud y vacío incesantes,
ahondar en la práctica de la meditación
hasta haber adquirido los cinco poderes  trascendentales.
Y veo a bodisatvas
reposando en meditación, con las palmas de las manos unidas,
con mil, diez mil estrofas
de alabanza al rey de las doctrinas.
Y asimismo veo a bodisatvas
de profunda sabiduría y firme propósito,
que saben preguntar a los budas
y aceptar y acatar todo lo que escuchan.
Y veo a hijos del Buda
diestros en la meditación y en la sabiduría,
que usan incalculable cantidad de analogías
para exponer a la asamblea la Ley
y deleitarse predicándola,
convertir a los bodisatvas,
vencer a las legiones demoníacas
y batir el tambor del Dharma.
Y veo a bodisatvas
profundamente mudos e  inmóviles,
honrados por seres celestiales y dragones,

aunque sin regocijarse con ello.
Y veo a bodisatvas
que viven en bosques y proyectan luz,
salvan a los que sufren en el infierno
y los hacen ingresar en el Camino del Buda.
Y veo a hijos del Buda
que nunca han dormido, ni una sola vez,
y no cesan de dar vueltas por el bosque
en diligente búsqueda del Camino del Buda.
Y veo a los que observan los preceptos,
de intachable conducta,
puros como joyas y gemas,
buscar de ese modo el Camino del Buda.
Y veo a hijos del Buda
resistir en la templanza de la fortaleza,
aceptar los insultos y golpes
de personas de extrema arrogancia,
dispuestos a sufrir todo esto
y, de ese modo, buscar el Camino del Buda.
Y veo a bodisatvas
distanciarse de la risa y de la frivolidad
y de las compañías banales,
para cultivar la amistad de personas sabias,
concentrar la mente, disipar la confusión,
ordenar sus pensamientos en montañas y bosques,
y durante diez billones de años,
de ese modo, buscar el Camino del Buda.
O veo a bodisatvas
que poseen manjares para comer y beber
y cien clases de pociones medicinales,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
con finos ropajes y prendas exquisitas
preciadas en miles o en decenas de miles,
o con túnicas de valor incalculable,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
y con mil, diez mil, un millón de clases
de residencias alhajadas hechas de madera de sándalo,
y numerosos y espléndidos lechos y cobijas,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
con inmaculados jardines y arboledas
de abundantes frutos y flores,
de caudalosas fuentes y estanques para bañarse,
que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
y veo ofrendas de esta índole,
de variada y esplendorosa diversidad,
obsequiadas sin pesar y de buen grado,
por quienes buscan el Camino insuperable.
Y hay bodisatvas
que exponen la doctrina de la serena extinción
y brindan distintas clases de instrucción
a incalculables seres vivos.
O veo a bodisatvas
que ven la naturaleza de todos los fenómenos
como algo que no posee características duales
y es como espacio vacío.
Y veo a hijos del Buda
de mentes sin apego,
que emplean esta excelsa sabiduría
para buscar el Camino insuperable.
Manjushri,
también hay bodisatvas
que, después de que el Buda ha pasado a la extinción,
consagran ofrendas a sus reliquias.
Veo a hijos del Buda
construir  torres conmemorativas,
incontables como los granos de arena del Ganges,
y adornar con ellas cada tierra,
y torres alhajadas, sublimes y espléndidas,
de cinco mil yojanas de alto,
y exactamente dos mil yojanas
de ancho y de profundidad,
y cada una de estas torres conmemorativas,
con sus mil pendones y gallardetes,
con cortinas bordadas de gemas como gotas de rocío
y campanillas alhajadas de armonioso repicar.

Hay seres celestiales, dragones,
seres humanos y no humanos
que ofrendan sin descanso
incienso, música y flores.
Manjushri,
estos hijos del Buda,
para consagrar ofrendas a las reliquias,
adornan las torres conmemorativas
de forma que cada tierra, tal como es,
aparece tan increíblemente hermosa
y encantadora como el rey celestial de los árboles
cuando sus flores se abren y se despliegan.
Cuando el Buda emite un rayo de luz,
los demás integrantes de la asamblea y yo
podemos ver esas tierras
con sus prodigios diversos y notables.
Los poderes sobrenaturales de los budas
y su sabiduría son algo en verdad extraordinario;
con solo emitir un puro haz de luz,
los budas iluminan tierras incontables.
Yo y los demás lo hemos visto,
hemos adquirido algo que antes desconocíamos.
Manjushri, hijo del Buda,
te suplico que resuelvas las dudas de la asamblea.
Las cuatro clases de creyentes alzan la vista
con feliz expectación, y a ti y a mí nos observan.
¿Por qué el Honrado por el Mundo
emite este rayo deslumbrante?
Hijo del Buda, danos una respuesta oportuna,
¡disipa nuestras dudas e imparte alborozo!
¿Qué profusos beneficios derivarán
de la emisión de ese rayo luminoso?
Ha de ser que el Buda ansía exponer
la Ley prodigiosa que adquirió
cuando se sentó en el lugar de la iluminación.
Ha de tener profecías que conceder.
Nos ha mostrado las tierras de Buda,
con su pureza y sus ornamentos de cuantiosos tesoros,
y hemos visto a sus budas…
Y esto no puede haber sucedido por vanas razones.
Manjushri, tú tienes que saber.
Las cuatro clases de creyentes y los dragones
te contemplan sumisos
preguntándose qué explicación darás.

En ese momento, Manjushri dijo al bodisatva Maitreya y a los demás grandes hombres:
—Buenos hombres, supongo que el Buda, el Honrado por el Mundo, ahora desea exponer la gran Ley, hacer que caiga la lluvia de la gran Ley, que resuene la caracola de la gran Ley, que truene el tambor de la gran Ley; y ansía esclarecer el significado de esta gran Ley. Buenos hombres, en el pasado he visto este auspicioso portento entre los budas. Ellos proyectan haces de luz como este, y después exponen la gran Ley. Por tal motivo, sepamos que ahora que este Buda ha manifestado esta luz, actuará de la misma manera. Él quiere hacer que todos los seres vivos oigan y comprendan la Ley que al mundo le resulta tan difícil de creer. Por esa razón ha manifestado tan auspicioso portento.
»Buenos hombres, hubo una vez en el pasado, hace un inconmensurable, ilimitado, inconcebible número de asamkhyas de kalpas, un buda llamado Brillante como el Sol y la Luna, El Que Así Llega, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo, que expuso las enseñanzas correctas. Su prédica era buena al principio, buena en el medio y buena al final. El significado era profundo y de largo alcance, y sus palabras, elocuentes y prodigiosas. Era puro y sin mezcla, completo, limpio e intachable, y llevaba las marcas de la práctica de Brahma.
»En bien de aquellos que buscaban ser discípulos que escuchaban la voz, respondió exponiendo la doctrina de las cuatro nobles verdades, para que pudieran trascender el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, y lograr el nirvana. En bien de aquellos que buscaban convertirse en pratyekabuddhas, respondió exponiendo la doctrina de la cadena causal de doce eslabones. En bien de los bodisatvas, respondió exponiendo los seis paramitas y haciendo que adquirieran la iluminación suprema y perfecta y la sabiduría que abarca todas las especies.


»Y entonces hubo otro Buda, también llamado Brillante como el Sol y la Luna, y luego otro Buda denominado Brillante como el Sol y la Luna. Hubo veinte mil budas así, todos con el mismo nombre, todos llamados Brillante como el Sol y la Luna. Y todos tenían el mismo apellido: Bharadvaja. Maitreya, debes comprender que, desde el primer buda hasta el último, todos tuvieron el mismo nombre: Brillante como el Sol y la Luna. Todos merecieron los diez títulos honoríficos, y las enseñanzas que expusieron eran buenas al comienzo, en el medio, y al final.
»El último Buda, cuando aún no había abandonado la vida de hogar, tenía ocho hijos de principesco linaje. El primero se llamaba Tener Intención; el segundo, Buena Intención; el tercero, Intención Incalculable; el cuarto, Intención Alhajada; el quinto, Intención Creciente; el sexto, Intención Limpia de Dudas; el séptimo, Intención Resonante, y el octavo, Intención de la Ley. Fácil les era a todos tener dignidad y virtudes, y cada uno de ellos presidía un mundo de cuatro continentes.
»Cuando estos príncipes supieron que su padre había renunciado a la vida familiar y había adquirido la iluminación suprema y perfecta, todos abandonaron sus derechos reales y lo siguieron, dejando también atrás la vida de hogar. Enfocaron su deseo en el gran vehículo, constantemente llevaron a cabo prácticas de Brahma, y se convirtieron en maestros de la Ley. Todos plantaron raíces de bien, en compañía de mil y diez mil budas.
»En ese momento, el buda Brillante como el Sol y la Luna predicó el sutra del gran vehículo llamado Infinitos significados, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas. Cuando hubo concluido la prédica del sutra, se sentó con las piernas cruzadas en medio de la gran asamblea y entró en el samadhi del origen de los infinitos significados, con el cuerpo y la mente inmóviles. En ese momento, del cielo llovieron flores de mandarava, flores de gran mandarava, flores de manjushaka y flores de gran manjushaka, que se esparcieron sobre el Buda y sobre la gran multitud, y en todas partes el mundo del Buda tembló y se estremeció de seis formas distintas.
»En ese instante, los monjes, monjas, laicos, laicas, seres celestiales, dragones, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kimnaras, mahoragas, los seres humanos y no humanos de la asamblea, así como también los reyes menores y los venerables reyes que hacen girar la rueda, todos los que había en la gran asamblea adquirieron lo que nunca antes habían tenido y, colmados de alegría, unieron las palmas de sus manos y contemplaron al Buda con un único propósito en mente.


»Entonces, El Que Así Llega emitió un haz de luz del mechón blanco de su entrecejo —uno de sus rasgos distintivos—, iluminando con él dieciocho mil tierras de Buda en dirección al este. No hubo sitio que no fuese atravesado por la luz, tal como habéis visto ahora iluminarse todas estas tierras de Buda.
»Maitreya, debes comprender esto: en ese momento, en la asamblea había veinte millones de bodisatvas que se sentían deseosos y felices de escuchar la Ley. Cuando vieron ese rayo de luz iluminar las tierras de Buda por doquier, adquirieron lo que hasta ese momento nunca habían logrado. Ansiaron conocer las causas y condiciones que habían ocasionado esa luz.
»En aquel momento, había un bodisatva llamado Maravillosamente Brillante, que tenía ochocientos discípulos. Entonces, el buda Brillante como el Sol y la Luna salió de su samadhi y, a causa del bodisatva Maravillosamente Brillante, predicó el sutra del gran vehículo llamado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas. Durante sesenta kalpas menores, el Buda permaneció en su asiento sin ponerse de pie, y los oyentes que integraban la asamblea también se mantuvieron allí sentados durante sesenta kalpas menores, con el cuerpo y la mente inmóviles. Y sin embargo, les pareció que habían escuchado predicar al Buda apenas durante el tiempo que uno tarda en comer. En ese momento, en la multitud, no había una sola persona que sintiera agotamiento físico o mental.
»Cuando el buda Brillante como el Sol y la Luna hubo predicado este sutra durante sesenta kalpas menores, dijo estas palabras a los brahmas, demonios, shramanas y brahmanes, como así también a los seres celestiales y humanos, y a los asuras de la asamblea: “Esta noche, a medianoche, El Que Así Llega entrará en el nirvana sin remanentes”.
»Había en ese momento un bodisatva llamado Acervo de Virtud, a quien el buda Brillante como el Sol y la Luna le confirió una profecía, así anunciada ante los monjes: “Este bodisatva Acervo de Virtud será el próximo en ser un buda. Y se lo conocerá con el nombre Cuerpo Puro, tathagata,  arhat, samyak-sambuddha”.
»Y cuando el Buda hubo terminado de conferir dicha profecía, a medianoche, entró en el nirvana sin remanentes.
»Y una vez que el Buda hubo fallecido, el bodisatva Maravillosamente Brillante practicó el Sutra del loto de la Ley prodigiosa durante ochenta kalpas menores y en ese lapso lo expuso a los demás. Los ocho hijos del buda Brillante como el Sol y la Luna reconocieron a Maravillosamente Brillante como maestro. Este último les enseñó y los convirtió, e hizo surgir en ellos la firme determinación de obtener la iluminación suprema y perfecta. Esos hijos principescos dieron ofrendas a inconmensurables, cientos, miles, decenas de miles, millones de budas, tras lo cual, todos pudieron alcanzar el Camino del Buda. El último en llegar a ser un buda fue Antorcha Ardiente.
»Entre los ochocientos discípulos de Maravillosamente Brillante, había uno conocido como Ávido de Fama. Codiciaba sustento y provecho material, y aunque leía y recitaba numerosos sutras, no llegaba a entenderlos; antes bien, en su mayoría los olvidaba. Y por eso se lo llamaba Ávido de Fama. Con todo, dado que este hombre, además, había plantado diversas raíces de bien, pudo tomar contacto con inconmensurables cientos, miles, decenas de miles, millones de budas, y darles ofrendas, venerarlos, honrarlos y alabarlos.
»Maitreya, entiende esto: al bodisatva Maravillosamente Brillante que vivió en aquella época, ¿acaso no lo reconoces? Él no era otro que yo. Y el bodisatva Ávido de Fama eras tú.
»Ahora bien, cuando veo este portento auspicioso, no lo encuentro distinto de lo que ya vi antes. Por lo tanto, supongo que ahora El Que Así Llega irá a predicar el sutra del gran vehículo, llamado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas.
En ese momento, Manjushri quiso expresar su mensaje una vez más ante la gran asamblea, y lo repitió en verso:

—Recuerdo que en épocas pretéritas,
hace kalpas incalculables e innumerables,
vivió un Buda, un hombre honorabilísimo,
llamado Brillante como el Sol y la Luna.
Este Honrado por el Mundo expuso la Ley
y salvó a inconmensurables seres vivos
y a incontables millones de bodisatvas
permitiéndoles ingresar en la sabiduría del Buda.
Los ocho hijos, todos príncipes, que este Buda había tenido
antes de abandonar la vida de hogar hicieron lo mismo
cuando vieron que el gran venerable renunciaba a los lazos de familia,

y ellos también llevaron a cabo prácticas de Brahma.
En ese entonces, el Buda predicaba el gran vehículo,
un sutra llamado Infinitos significados,
y en medio de una gran asamblea,
estableció amplias distinciones en beneficio de las personas.
Cuando el Buda terminó de predicar este sutra,
se sentó en su sitial del Dharma
con las piernas cruzadas en un samadhi
conocido como el origen de los infinitos significados.
De los cielos llovieron flores de mandarava,
los tambores celestiales tornaron a batir por sí solos,
y los seres celestiales, dragones y espíritus
hicieron ofrendas al hombre más digno de honor.
Al instante, todas las tierras de Buda
temblaron y se estremecieron enormemente.
El Buda emitió un haz de luz de su entrecejo
y manifestó señales insólitas.
Esa luz se proyectó en dirección al este,
a dieciocho mil tierras de Buda, y mostró la forma en que, allí,
todos los seres vivos eran recompensados por sus actos pasados,
en el nacimiento y en la muerte.
Y si fue posible ver todas esas tierras de Buda
ornamentadas con cuantiosas joyas,
alumbradas con centellas de lapislázuli y de cristal,
fue gracias a la iluminación prodigada por la luz del Buda.
Y también se pudo ver a los seres celestiales y humanos,
y a los dragones, numerosos yakshas,
gandharvas y kimnaras,
haciendo ofrendas cada uno a su correspondiente buda.
Y también se pudo ver a Los Que Así Llegan
logrando acceder al Camino del Buda en forma natural,
con sus cuerpos del color de las montañas de oro,
erguidos, imponentes, muy sutiles y espléndidos.
Fue como si en medio de un puro lapislázuli
aparecieran estatuas de oro genuino.
En medio de esta gran asamblea, los Honrados por el Mundo
expusieron los principios de la profunda Ley.
En una tierra de Buda tras otra,
a través de la iluminación prodigada por la luz del Buda,
se hicieron visibles los que escuchan la voz,
en multitud incalculable, junto a sus grandes asambleas.
Y también había monjes
que vivían en lo recóndito de los bosques
esforzándose y observando los puros preceptos
como si custodiaran una joya refulgente.
Y pudo verse asimismo a bodisatvas
dedicados a la limosna, la perseverancia y otras prácticas,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
mediante la iluminación prodigada por la luz del Buda.
Y también pudo verse a bodisatvas
sumidos en profunda meditación,
con el cuerpo y la mente inmóviles,
buscando de este modo el Camino insuperable.
Y también pudo verse a bodisatvas
conscientes de que los fenómenos están marcados por la serenidad
y la extinción,
cada uno en su tierra correspondiente,
predicando la Ley y buscando el Camino del Buda.
En ese momento, las cuatro clases de creyentes
se regocijaron en lo profundo de su corazón
al ver al buda Brillante como el Sol y la Luna
manifestar sus grandiosos poderes trascendentales,
y cada uno preguntó a su vecino
qué podía haber causado tales acontecimientos.
Entonces, el Honrado por los seres celestiales y humanos
salió de su samadhi
y alabó al bodisatva Maravillosamente Brillante
con estas palabras: «Eres los ojos del mundo,
en quien todos pueden depositar su fe y creer,
capaz de honrar y mantener el acervo de la Ley.
Tú eres el único que puedes captar y comprender
la Ley que yo predico».
El Honrado por el Mundo, habiendo expresado su alabanza
y haciendo alborozar a Maravillosamente  Brillante,
predicó el Sutra del loto
durante sesenta kalpas menores.

Jamás se levantó de su asiento,
y la Ley suprema y espléndida que él predicó
fue aceptada y practicada en su totalidad
por el maestro de la Ley Maravillosamente Brillante.
Y cuando el Buda hubo predicado el Loto,
para regocijo de todos,
ese mismo día
anunció a la asamblea de seres humanos y celestiales:
«Ya he expuesto para vosotros
el significado del verdadero aspecto de todos los fenómenos.
Ahora, cuando llegue la  medianoche,
entraré en el nirvana.
Debéis esforzaros con todo el corazón
y absteneros de toda molicie y pereza.
Es muy difícil encontrar a un buda:
solo se lo puede hallar una vez en un millón de kalpas».
Cuando los hijos del Honrado por el Mundo
supieron que el Buda iba a entrar en el nirvana,
todos se entregaron a la aflicción y la congoja
y se preguntaron por qué el Buda buscaba tan pronto la extinción.
El venerable señor, rey de la Ley,
reconfortó y tranquilizó a la multitud incalculable
diciendo: «¡Cuando yo entre en la extinción
no debéis sentir ni miedo ni preocupación!
Este bodisatva Acervo de Virtud
ya ha comprendido cabalmente en su corazón
el verdadero aspecto libre de desbordamientos.
Será el próximo que llegará a ser un buda,
a quien se conocerá como Cuerpo Puro,
y él también salvará a incalculables multitudes».
Esa noche, el Buda entró en la extinción,
como se apaga el fuego cuando se consume la leña.
Dividieron y repartieron sus reliquias,
y erigieron torres en número incalculable;
y los monjes y monjas,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
redoblaron su esfuerzo
y de ese modo se consagraron a buscar el Camino insuperable.

Este maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
honró y mantuvo el acervo de la Ley del Buda
durante ochenta kalpas menores,
en los cuales propagó ampliamente el Sutra del loto.
Esos ocho hijos príncipes
a quienes Maravillosamente Brillante había convertido
no se apartaron del Camino insuperable
y así pudieron encontrar a budas innumerables.
Y habiendo entregado ofrendas a tales budas,
los siguieron en la práctica del gran Camino,
y uno tras otro pudieron llegar a ser budas,
y cada uno, a su vez, confirió una profecía a su sucesor.
El último en convertirse en un ser celestial entre los seres celestiales
fue un buda llamado Antorcha Ardiente.
Como líder y maestro de videntes,
salvó a multitudes inconmensurables.
Este maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
tenía, en aquella época, un discípulo
cuya mente vivía siempre sujeta a la pereza y la holgazanería,
y su corazón codiciaba fama y riquezas.
Buscaba reconocimiento y beneficios materiales con insaciable
avidez,
y a menudo se divertía junto a los hombres de su clan y de otros
apellidos.
Todo lo que estudiaba y memorizaba se le iba de la mente,
lo olvidaba, le prestaba poca atención o no lograba entenderlo.
Y por tal razón
era conocido como Ávido de Fama.
Pero también había realizado muchos actos buenos
y, por tal motivo, pudo tomar contacto con incontables budas.
Y les hizo ofrendas
y los siguió en la práctica del gran Camino,
cumpliendo con los seis paramitas,
de tal suerte, ahora ha podido conocer al león de los Shakyas.
En lo sucesivo, será un buda
llamado Maitreya,
que salvará ampliamente a los seres vivos
en número incalculable.

Y después de que ese Buda pasó a la extinción,
el remiso y holgazán eras tú,
y el maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
era la persona que ahora yo soy.
Vi cómo el buda Antorcha Brillante (Brillante como el Sol y
la Luna)
antes ya había manifestado un portento auspicioso como este.
Por eso sé que, ahora, el Buda
se dispone a predicar el Sutra del loto.
Los signos de ahora son como los de aquel portento de antes;
son medios hábiles empleados por los budas.
Cuando el Buda emite su rayo de luz
lo hace para ayudar a revelar el significado del verdadero aspecto de
los fenómenos.
Ahora los seres humanos podrán  conocerlo.
Unamos las palmas de nuestras manos y esperemos con un único
pensamiento.
El Buda hará que caiga la lluvia de la Ley
para satisfacer plenamente a todos los que buscan el Camino.
Vosotros, que buscáis los tres vehículos,
si tenéis dudas y arrepentimientos,
el Buda os los resolverá
y les pondrá fin, para que de ellos nada subsista.

2 MEDIOS HÁBILES

En ese momento, el Honrado por el Mundo salió serenamente de su
samadhi y se dirigió a Shariputra con estas palabras:
—La sabiduría de los budas es infinitamente profunda e inmensurable. El portal que conduce a esta sabiduría es difícil de entender y difícil de franquear. Ninguno de los que escuchan la voz o de los pratyekabuddhas es capaz de comprenderla.
»¿Y cuál es la razón? Los budas han prestado servicios personales a cien, mil, diez mil, un millón, incontable cantidad de budas, y han llevado a cabo un número incalculable de Caminos de los budas y doctrinas en forma cabal. Se han esforzado con valentía y vigor, y sus nombres son conocidos en todo el universo. Han comprendido la Ley que es profunda y que nunca antes se había dado a conocer, y la predi- can de acuerdo con lo apropiado; y sin embargo, sus intenciones son difíciles de entender.
»Shariputra, desde que logré la Budeidad, he expuesto ampliamente mis enseñanzas recurriendo a diversas causas y semejanzas, y he empleado un sinfín de medios hábiles para guiar a los seres vivos y hacer que renuncien a sus apegos. ¿Y por qué? Porque Los Que Así Llegan están en plena posesión de medios hábiles y del paramita de la sabiduría.
»Shariputra, la sabiduría de Los Que Así Llegan es vasta y profunda. Poseen inconmensurable [amor compasivo], ilimitada [elocuencia], poder, intrepidez, concentración, emancipación y samadhis; se han internado profundamente en lo infinito y han tomado conciencia de la Ley nunca antes adquirida.
»Shariputra, Los Que Así Llegan saben cómo formular diversas distinciones y exponer las enseñanzas con destreza. Sus palabras son amables y suaves, y saben deleitar el corazón de la asamblea.

»Shariputra, para decirlo en pocas palabras: los budas han comprendido plenamente la Ley que es ilimitada, inconmensurable y que nunca antes se había logrado.
»Pero detente, Shariputra; no diré más. ¿Por qué? Porque lo que los budas han logrado es la Ley más extraordinaria y más difícil de entender. El verdadero aspecto de todos los fenómenos solo puede ser comprendido y compartido por budas. Esta realidad consiste en apariencia, naturaleza, entidad, poder, influencia, causa interna, relación, efecto latente, efecto manifiesto y su coherencia del principio al fin.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Los Héroes del Mundo son insondables.
De todos los seres vivos,
ni los seres celestiales ni las personas del mundo
pueden comprender a los budas.
Nadie puede escrutar o conjeturar
el poder de los budas ni su intrepidez,
ni su emancipación y sus samadhis
ni los demás atributos de los budas.
Tiempo atrás, instruido por incontables budas,
adquirí y practiqué plenamente diversas vías,
doctrinas profundas, sutiles y maravillosas
difíciles de ver y difíciles de comprender.
Por haber practicado estos caminos
durante incalculables millones de kalpas,
en el lugar de la iluminación logré el objetivo.
He llegado a ver y a conocer por completo
el significado de este gran efecto,
las naturalezas y apariencias diversas.
Yo y los otros budas de las diez direcciones
podemos, ahora, comprender tales
cuestiones. Esta Ley no puede describirse;
ante ella, enmudecen las palabras.
No hay entre las otras clases de seres vivos
quien pueda aprehenderla,
salvo los muchos bodisatvas
que ejercen con firmeza el poder de la fe.

Los numerosos discípulos de los budas
han dado en el pasado ofrendas a los budas,
se han librado ya de todos los desbordamientos
y están viviendo su última reencarnación.
Pero ni siquiera las personas así
tienen el poder necesario.
Si el mundo entero
rebosara de personas como Shariputra,
aunque todas ellas emplearan por completo el pensamiento y
sumaran su capacidad,
no podrían escrutar la sabiduría del Buda.
Y aunque las diez direcciones
rebosaran de hombres como Shariputra
o los demás discípulos,
y aunque colmasen las tierras de las diez direcciones
y emplearan por completo el pensamiento y sumaran su capacidad,
así y todo no lograrían comprenderlo.
Si los pratyekabuddhas, de aguda comprensión,
sin desbordamientos, en su última reencarnación,
colmasen los mundos de las diez direcciones,
numerosos como los bambús de un bosque,
y aunque todos ellos se unieran con un mismo propósito
durante un millón de kalpas o durante kalpas incontables,
con el afán de concebir la verdadera sabiduría del Buda,
no podrían comprenderla ni en su aspecto más ínfimo.
Si los bodisatvas que recién emprendieron el rumbo
hicieran ofrendas a budas  incontables,
dominando por completo la intención de las diversas doctrinas,
y también pudieran predicarlas eficazmente;
si ellos, numerosos como
plantas de cáñamo o de arroz, como juncos o bambús,
abundasen en la tierra de las diez direcciones,
con un único pensamiento, con su sabiduría prodigiosa,
y si durante kalpas numerosos como los granos de arena del
Ganges,
todos sumaran sus pensamientos y su capacidad,
ni aun así podrían comprender la sabiduría del Buda.
Si los bodisatvas en el nivel del cual no hay retroceso,

numerosos como los granos de arena del Ganges,
se unieran, con un único pensamiento, en su ponderación y
búsqueda,
tampoco ellos podrían comprenderlo.
También te anuncio, Shariputra,
que he dominado plenamente
esta Ley profunda, sutil y prodigiosa,
libre de desbordamientos, incognoscible.
Solo yo entiendo sus características,
al igual que los budas de las diez direcciones.
Shariputra, debes saber que las palabras de los diversos budas
jamás difieren entre sí.
Debes cultivar el gran poder de la fe
enfocado en la Ley predicada por los budas.
El Honrado por el Mundo lleva largo tiempo exponiendo sus
doctrinas,
y ahora es momento de que revele la verdad.
Voy a anunciar lo siguiente a la asamblea de discípulos que escuchan
la voz
y a los que buscan el vehículo del pratyekabuddha:
he permitido a los seres humanos
liberarse de las ataduras del sufrimiento y lograr el nirvana.
El Buda, mediante el poder de los medios hábiles,
les ha mostrado las enseñanzas de los tres vehículos,
soltando a los seres de este y de aquel apego,
y permitiéndoles obtener la liberación.

En ese momento, había en la gran asamblea mil doscientas personas: discípulos que escuchaban la voz y arhats cuyos desbordamientos habían llegado a su fin, además de Ajnata Kaundinya y otros. Y había monjes, monjas, laicos y laicas que habían concebido el deseo de llegar a ser pratyekabuddhas y discípulos que escuchaban la voz. Y cada uno de ellos albergaba este pensamiento: «¿Por qué razón el Honrado por el Mundo ensalza con tanto énfasis los medios hábiles y señala que la Ley percibida por el Buda es profunda y difícil de entender, que es muy difícil comprender el significado de las palabras que predica, y que esto no puede ser llevado a cabo por los pratyekabuddhas ni por los discípulos que escuchan la voz? Si el Buda predica una sola y única doctrina emancipadora, en tal


caso nosotros también deberíamos ser capaces de comprender esa Ley y lograr el estado de nirvana. No podemos captar el sentido de lo que nos está diciendo».
En ese momento, Shariputra entendió las dudas que albergaban las cuatro clases de creyentes, y que él mismo todavía no había llegado a despejar por completo. Así que se dirigió al Buda con estas palabras:
—Honrado por el Mundo, ¿qué causas y condiciones te llevan a ensalzar los medios hábiles, el recurso más importante que emplean los budas, la Ley profunda, sutil y prodigiosa que es difícil de entender? Desde épocas pasadas hasta hoy, nunca había escuchado esta clase de prédica del Buda. Pero ahora las cuatro clases de creyentes tenemos dudas. Te suplicamos, Honrado por el Mundo, que expongas este asunto. ¿Por qué razón el Honrado por el Mundo elogia sinceramente esta Ley que es profunda, sutil y prodigiosa, y difícil de comprender?
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, Shariputra habló en verso y dijo:

—Sol de sabiduría, gran sabio y honorable,
por fin predicas esta Ley.
Declaras que has adquirido
poder, intrepidez, samadhis,
concentración, emancipación y otros atributos,
y la Ley que supera la facultad del entendimiento.
Nadie es capaz de interrogarte
sobre esta Ley adquirida en el lugar de la iluminación.
«Mi intención es difícil de escrutar,
y nadie puede interrogarme».
Nadie te pregunta, pero tú predicas
y alabas el Camino que recorres.
Tu sabiduría es muy sutil y maravillosa:
la misma que adquieren todos los budas.
Pero hete aquí que los arhats libres de desbordamientos
y quienes buscan el nirvana
han caído en las redes de la duda
y se preguntan por qué razón el Buda predica tales cosas.
Los que buscan ser practicantes que toman conciencia de la causa,
monjes y monjas,
seres celestiales, dragones y espíritus,

así como los gandharvas y otros seres
se miran llenos de perplejidad,
y elevan la mirada al más honorable de los seres con dos piernas.
¿Qué significa todo esto?
Suplico al Buda que nos lo explique.
En la asamblea de los que escuchan la voz,
el Buda ha dicho que soy el más prominente,
y sin embargo no poseo la sabiduría necesaria
para resolver estas dudas y confusiones.
¿En verdad he comprendido la Ley suprema
o sigo aún transitando el camino de la práctica?
Los hijos nacidos de la boca del Buda
unen las palmas de sus manos, elevan la mirada y esperan.
Te suplicamos que pronuncies sonidos sutiles y prodigiosos
y que, esta vez, nos expliques cómo es el verdadero aspecto.
Los seres celestiales, dragones y otras criaturas,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
los bodisatvas que buscan ser budas,
en número de ochenta mil, suman una nutrida fuerza,
y los venerables reyes que hacen girar la rueda,
provenientes de diez mil millones de tierras,
todos juntan las palmas de sus manos y, con reverente actitud,
anhelan escuchar la enseñanza perfectamente  dotada.

En ese momento, el Buda se dirigió a Shariputra y dijo:
—¡Detente, detente! No hace falta hablar más. Si expongo sobre esta cuestión, los seres celestiales y los seres humanos de todos los mundos se sorprenderán y dudarán.
Una vez más, Shariputra se dirigió al Buda con estas palabras:
—Honrado por el Mundo, ¡te suplicamos que prediques! ¡Te suplicamos que prediques! ¿Por qué razón? Porque esta asamblea de incalculables cientos, miles, decenas de miles, millones de asamkhyas de seres vivos han visto a los budas en el pasado; sus facultades son enérgicas y afiladas, y su sabiduría es brillante. Si escuchan la prédica del Buda, serán capaces de responder con su creencia reverente.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, Shariputra habló en verso y dijo:

—¡Rey del Dharma, honrado como ningún otro ser,
habla sin reservas, te lo suplicamos!
En esta asamblea multitudinaria
hay seres capaces de creer con reverencia.

El Buda detuvo a Shariputra diciendo:
—Si me refiero a esta cuestión, los seres celestiales, los seres humanos y los asuras de todos los mundos se sorprenderán y dudarán. Los monjes dominados por la arrogancia caerán en un gran foso.
El Honrado por el Mundo repitió entonces en verso lo que acababa de expresar:

—¡Detente, detente, no hace falta hablar más!
Mi Ley es prodigiosa y difícil de escrutar.
Al escucharla, las personas dominadas por la arrogancia
jamás responderán con fe y con reverencia.

En ese momento, Shariputra volvió a dirigirse al Buda con estas palabras:
—Honrado por el Mundo, ¡te suplicamos que prediques! ¡Te suplicamos que prediques! En esta asamblea, actualmente, hay cientos, miles, decenas de miles, millones de personas como yo. Era tras era, hemos asistido a los budas y recibido instrucción. Las personas así, no hay duda, son capaces de creer con reverencia. Durante toda la larga noche, obtendrán paz y descansarán, y gozarán de cuantiosos  beneficios.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, Shariputra habló en verso y dijo:

—El más honorable de los seres con dos piernas,
te suplicamos que prediques esta Ley insuperable.
Yo, considerado el hijo mayor del Buda,
te pido que nos beneficies trazando distinciones y predicando.
Los incontables miembros de esta asamblea
son capaces de dar crédito reverente a esta Ley.
Los budas, a lo largo de las eras,
les han enseñado y los han convertido de este modo.
Todos, con un mismo y único pensamiento, unen las palmas de sus
manos
y ansían escuchar y recibir las palabras del Buda.

Yo y los otros mil doscientos que formamos este grupo,
y todos los demás que desean ser budas,
te suplicamos que, en bien de esta asamblea,
nos beneficies trazando distinciones y predicando.
Cuando escuchemos esta  Ley,
será inmensa nuestra alegría.

En ese momento, el Honrado por el Mundo dijo a Shariputra:
—Tres veces has expresado tu sincera petición. ¿Puedo acaso no predicar? Ahora, debéis escuchar atentamente y reflexionar con cuidado. En bien de vosotros, analizaré y explicaré esta cuestión.
Cuando hubo terminado de decir estas palabras, cinco mil monjes, monjas, laicos y laicas se levantaron de sus asientos inmediatamente, se inclinaron ante el Buda y se marcharon de la asamblea. ¿Y por qué razón? Esas personas tenían profundas y numerosas raíces de culpa; además, su arrogancia era extrema. Creían haber logrado lo que, en realidad, no poseían; creían haber entendido lo que, en realidad, no comprendían. Y como tenían esta debilidad, no pudieron permanecer en el lugar donde estaban.
El Honrado por el Mundo guardó silencio y no intentó detenerlos. Entonces, el Buda dijo a Shariputra:
—Ahora, esta, mi asamblea, está libre de ramas y de hojas, solo compuesta por individuos veraces y firmes. Shariputra, es bien sabido que se han retirado las personas dominadas por su arrogancia. Ahora, escuchad atentamente, y predicaré para vosotros.
—Que así sea, Honrado por el Mundo —dijo Shariputra—. ¡Estamos ansiosos por escuchar!
El Buda dijo a Shariputra:
—Una Ley prodigiosa como esta es predicada por los budas, Los Que Así Llegan, en momentos determinados. Pero, al igual que la floración del udumbara, tales ocasiones son muy extraordinarias. Shariputra, tú y los otros debéis creerme. Las palabras que predican los budas no son huecas ni falsas.
»Shariputra, los budas predican la Ley de acuerdo con lo apropiado, pero el significado es difícil de comprender. ¿Y por qué? Porque nos valemos de infinidad de medios hábiles, analizamos causas y condiciones, y empleamos semejanzas y parábolas para exponer las enseñanzas. Esta Ley no es algo que pueda comprenderse mediante el análisis o la ponderación.
Solo pueden entenderla aquellos que son budas. ¿Y por qué? Porque los budas, los Honrados por el Mundo, aparecen en este mundo debido a una única gran razón. Shariputra, ¿qué significa que los budas, los Honrados por el Mundo, aparezcan en este mundo por una única gran razón?
»Los budas, los Honrados por el Mundo, desean abrir el portal de la sabiduría del Buda a todos los seres vivos, permitirles adquirir pureza. Por eso, aparecen en el mundo. Anhelan mostrar la sabiduría del Buda a los seres vivos, y por eso aparecen en el mundo. Desean hacer que los seres vivos tomen conciencia de la sabiduría del Buda, y por eso aparecen en el mundo. Ansían guiar a los seres vivos a que ingresen en el camino de la sabiduría del Buda, y por eso aparecen en el mundo. Shariputra, esta es la única gran razón por la cual los budas aparecen en el mundo.
»Los budas, Los Que Así Llegan —dijo el Buda a Shariputra—, sencillamente enseñan y convierten a los bodisatvas. Todo lo que hacen obedece, en todo momento, a ese único propósito. Sencillamente, quieren mostrar la sabiduría del Buda a los seres vivos e iluminarlos con respecto a ella.
»Shariputra, Los Que Así Llegan poseen un único vehículo del Buda, que emplean para predicar la Ley a los seres vivos. No poseen otro vehículo, ni un segundo ni un tercero. Shariputra, la Ley predicada por todos los budas de las diez direcciones es así.
»Shariputra, los budas del pasado emplearon infinidad de medios hábiles, diversas causas y condiciones, y semejanzas y parábolas para exponer las doctrinas en bien de los seres vivos. Todas estas doctrinas existen en función del vehículo único del Buda. Todos estos seres vivos, al escuchar las doctrinas de los budas, con el tiempo pueden adquirir la sabiduría que abarca todas las especies.
»Shariputra, cuando los budas del futuro aparezcan en el mundo, ellos también emplearán infinidad de medios hábiles, causas y condiciones diversas, y semejanzas y parábolas para exponer las doctrinas en bien de los seres vivos. Todas estas doctrinas existirán en función del vehículo único del Buda. Y todos estos seres vivos, al escuchar las doctrinas de los budas, con el tiempo podrán adquirir la sabiduría que abarca todas las especies.
»Shariputra, los budas, los Honrados por el Mundo, que existen en la actualidad en los cientos, miles, decenas de miles y millones de tierras de Buda incontables de las diez direcciones, benefician a los seres vivos,y les brindan paz y felicidad en inmensa medida.

Estos budas también recurren a infinidad de medios hábiles, causas y condiciones diversas, y semejanzas y parábolas para exponer las doctrinas en bien de los seres vivos. Todas estas doctrinas existen en función del vehículo único del Buda. Y todos estos seres vivos, al escuchar las doctrinas de los budas, con el tiempo podrán adquirir la sabiduría que abarca todas las especies.
»Shariputra, estos budas simplemente enseñan y convierten a los bodisatvas. Lo hacen porque desean mostrar a los seres vivos la sabiduría del Buda. Lo hacen porque anhelan despertar a los seres vivos a la sabiduría del Buda. Lo hacen porque quieren que los seres vivos entren en el camino de esa sabiduría del Buda.
»Shariputra, ahora yo también haré lo mismo. Sé que los seres vivos poseen diversos deseos, apegos hondamente arraigados en su corazón. Consciente de esta naturaleza fundamental que hay en ellos, me valdré de diversas causas y condiciones, de semejanzas y parábolas, y del poder de medios hábiles para exponerles las doctrinas. Shariputra, actúo así para que todos ellos puedan adquirir el vehículo único del Buda y la sabiduría que abarca todas las especies.
»Shariputra, en los mundos de las diez direcciones, no hay dos vehículos, ¡ni mucho menos, tres! Shariputra, los budas aparecen en los mundos malvados de las cinco impurezas. Estas son las impurezas de la época, del deseo, de los seres vivos, de las ideas y de la duración de la vida.
»Shariputra, cuando la época es impura, y los tiempos, caóticos, la impureza de los seres vivos se agrava; incurren en la codicia y los celos, y echan raíces que no son buenas. A causa de ello, los budas recurren al poder de medios hábiles, crean distinciones en el vehículo único del Buda y lo exponen como si fueran tres.
»Shariputra, si alguno de mis discípulos afirmara ser un arhat o un pratyekabuddha, y así y todo no quisiera entender que los budas, Los Que Así Llegan, simplemente enseñan y convierten a los bodisatvas, esa persona no es mi discípulo, ni es un arhat ni un pratyekabuddha.
»Reitero, Shariputra, si hubiera monjes o monjas que sostuvieran haber alcanzado el estado de arhat, que esta es su última reencarnación, que han llegado al nirvana final y que, por ende, no tienen ya la intención de buscar la iluminación suprema y perfecta, debes entender que las personas así están dominadas por la arrogancia. ¿Por qué lo digo? Porque es impensable que un monje que ha logrado verdaderamente el estado de arhat no crea en esta Ley. La única excepción sería en una época posterior a la muerte del Buda, en la cual no hubiera un buda presente en este mundo.
¿Por qué? Porque, después de que el Buda haya fallecido, será difícil encontrar a alguien que abrace, lea, recite y comprenda el significado de un sutra como este. Pero si las personas hallan a otro buda, entonces lograrán una comprensión decisiva con respecto a esta Ley.
»Shariputra, tú y los otros, con un solo pensamiento, debéis creer en las palabras del Buda y aceptarlas. Las palabras de los budas, de Los Que Así Llegan, no son vacías ni falsas. No existe otro vehículo; solo hay un único vehículo del Buda.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Hay monjes y monjas
que actúan dominados por la arrogancia,
laicos henchidos de amor propio,
laicas sin fe.
Y entre las cuatro clases de creyentes,
estos ascienden a cinco mil.
No pueden ver sus propios errores,
son remisos y reacios a cumplir los preceptos,
se aferran a sus defectos y no quieren cambiar.
Pero estas personas de escasa sabiduría ya se han marchado;
la escoria de esta asamblea
ya se ha ido, enfrentada a la autoridad del Buda.
Estas personas tenían escasos méritos y virtudes
y eran incapaces de recibir esta Ley.
Ahora, la asamblea ha quedado libre de ramas y de hojas,
y solo está integrada por personas firmes y veraces.
Shariputra, escucha con  cuidado,
pues los budas, mediante el poder de infinitos medios hábiles,
en beneficio de los seres vivos,
predican la Ley que han adquirido.
Los pensamientos que ocupan la mente de los seres,
las distintas clases de sendas que recorren,
sus diversas naturalezas y deseos,
las acciones buenas y malas que han cometido en existencias
pasadas,
de todo ello tiene plena conciencia el Buda,

y se vale de causas, semejanzas y parábolas,
palabras que corporeizan el poder de los medios hábiles,
para agradarlos y hacerlos felices a todos.
A veces predica sutras,
estrofas, relatos de sus discípulos en vidas pasadas,
historias de existencias anteriores del Buda, narraciones de sucesos
inauditos.
Otras veces, predica sobre los orígenes,
recurre a semejanzas, parábolas, fragmentos de poesía o discursos.
Para las personas de burdas facultades,
que se solazan en una enseñanza inferior
y se aferran codiciosamente al nacimiento y la muerte,
para aquellos que, pese a los innumerables budas,
no practican el Camino profundo y prodigioso,
y se atribulan y confunden por un sinfín de problemas,
para ellos, predico el nirvana.
Concibo estos medios hábiles
y de ese modo los hago entrar en la sabiduría del Buda.
Hasta ahora, nunca te había dicho
que, sin falta, habrás de adquirir el Camino del Buda.
La razón por la cual jamás hablé de ese modo
es que el tiempo de predicar aún no había llegado.
Pero este es el preciso momento
en que debo, resueltamente, predicar el gran vehículo.
Empleo estas nueve divisiones,
las adapto a los seres vivos cuando predico,
con el propósito esencial de guiarlos hacia el gran vehículo;
así es como predico este sutra.
Hay hijos del Buda que tienen pensamientos puros,
son bondadosos y poseen refinadas facultades,
y han practicado el Camino profundo y prodigioso
con la guía de incontables budas.
Para estos hijos del Buda,
predico este sutra del gran vehículo.
Y vaticino que estas personas,
en una existencia futura, lograrán el Camino del Buda.
Porque, en lo profundo de su corazón, piensan en el Buda
y practican y mantienen los preceptos puros,

tienen asegurado el logro de la Budeidad;
al escuchar esto, sus cuerpos rebosan de inmensa alegría.
El Buda conoce sus intenciones y sus prácticas,
y por eso, para ellos, predica el gran vehículo.
Cuando los que escuchan la voz y los bodisatvas
oyen esta Ley que yo predico,
les basta con escuchar una sola estrofa
para obtener, sin duda, la certeza de que lograrán la Budeidad.
En las tierras de Buda de las diez direcciones
solo existe la Ley del vehículo único;
no hay dos, no hay tres,
salvo cuando el Buda predica de este modo como medio hábil,
y tan solo emplea nombres y términos provisionales
para guiar y conducir a los seres vivos
y predicarles la sabiduría del Buda.
Los budas aparecen en el mundo
solo por esta única razón, que es verdadera;
las otras dos no constituyen la verdad.
Jamás emplean un pequeño  vehículo
para salvar a los seres vivos y llevarlos a la otra orilla.
El mismo Buda habita en el gran vehículo;
adornado con el poder de la meditación y de la sabiduría
que conlleva la Ley que él ha establecido,
utiliza dicho gran vehículo para salvar a los seres vivos.
Yo mismo doy testimonio del Camino insuperable,
el gran vehículo, la Ley en la cual todas las cosas son iguales.
Si utilizara un pequeño vehículo
para convertir aunque más no fuese a una sola persona,
sería culpable de avaricia y de mezquindad,
pero es imposible que algo así ocurra.
Si alguien creyera en el Buda y en él se refugiara,
El Que Así Llega jamás lo defraudaría,
ni sentiría codicia o celos,
pues él ha erradicado el mal de la totalidad de los fenómenos.
Por tal razón, en las diez direcciones,
el Buda es el único que no siente temor.
Yo adorno mi cuerpo con las características distintivas
y proyecto mi luz sobre el mundo.

Soy honrado por multitudes  incalculables
y para ellas predico el emblema de la realidad de las cosas.
Shariputra, debes saber que,
al principio, formulé un juramento,
con la esperanza de hacer que todas las personas
fuesen iguales a mí, sin que hubiese distinción alguna entre
nosotros,
y lo que ansiaba desde hacía tanto tiempo
ahora se ha cumplido.
He convertido a todos los seres vivos
y les he permitido ingresar en el Camino del Buda.
Si, al encontrarme con los seres vivos,
les enseñara en todos los casos el Camino del Buda,
las personas desprovistas de sabiduría se confundirían
y, presas del aturdimiento, no aceptarían mis  enseñanzas.
Sé que estos seres vivos, en el pasado, jamás
han cultivado buenas raíces;
antes bien, se han aferrado obstinadamente a los cinco deseos,
y sus ansias y estupidez han dado origen al sufrimiento.
Sus deseos son la causa
que los lleva a caer en los tres malos senderos,
y a dar vueltas como una rueda por los seis senderos de la existencia
sobrellevando toda suerte de padecimientos y  aflicciones.
Habiendo recibido una diminuta forma en la matriz,
existencia tras existencia crecen en forma constante hasta alcanzar la
madurez.
Estas personas, de escasos méritos y virtudes,
viven afligidas y atribuladas por múltiples sufrimientos.
Se extravían en el tupido bosque de las ideas erróneas,
debatiendo sobre lo existente y lo inexistente
y, por fin, terminan adheridas a estas concepciones,
adoptando las sesenta y dos en su totalidad.1
Se entregan por completo a doctrinas falsas y vacías,
se obstinan en ellas, incapaces de abandonarlas.

Arrogantes e infladas de vanidad,
codiciosas y engañosas, de corazón insincero,
no escucharán el nombre de un buda
en mil, diez mil, un millón de kalpas.
Tampoco querrán oír la enseñanza correcta;
estas personas son difíciles de salvar.
Por tales razones, Shariputra,
en bien de ellas he establecido medios hábiles,
y he predicado la vía que pone fin a todos los sufrimientos
mostrándoles el nirvana.
Pero, aunque predico el nirvana,
este no es la verdadera extinción.
Todos los fenómenos, desde el principio,
llevan consigo constantemente las señales de la serena extinción.
Cuando los hijos del Buda se hayan dedicado al Camino,
en existencias futuras podrán llegar a ser budas.
He utilizado el poder de los medios hábiles
para desplegar y exhibir esta doctrina de los tres vehículos,
pero los Honrados por el Mundo, cada uno de ellos,
predican el Camino del vehículo único.
Ahora, ante esta gran asamblea,
debo disipar todas las dudas y confusiones.
No hay discrepancia entre las palabras de los budas;
solo hay un vehículo único; no hay dos.
Durante incontables kalpas pasados,
los innumerables budas que ya han entrado en la extinción,
budas de cien, de mil, de diez mil y de un millón de clases,
en cantidad imposible de medir,
estos Honrados por el Mundo
se han valido de diversos tipos de causas, semejanzas y parábolas
y han recurrido al poder de incontables medios hábiles
para exponer las características de todos los fenómenos.
Estos Honrados por el Mundo
han predicado la doctrina del vehículo único,
han convertido a incalculables seres vivos
y los han hecho entrar en el Camino del Buda.
Y estos grandes y venerables señores,
conscientes del deseo profundo que llevan en su mente

los seres humanos y los seres celestiales,
y las otras entidades vivientes de todos los mundos,
han empleado aún más medios hábiles
en su afán de esclarecer la verdad más elevada.
Y los seres que hayan conocido a estos budas pasados
y hayan escuchado la Ley, y les hayan dado limosnas,
o hayan observado los preceptos y cultivado la perseverancia,
y hayan sido asiduos, y practicado la meditación y la sabiduría,
y se hayan dedicado de ese modo
a cultivar diversas clases de méritos y de virtud,
en tal caso, todas estas personas
habrán alcanzado el Camino del Buda.
Y cuando los budas hayan pasado a la extinción,
las personas de corazón bondadoso y considerado,
en tal caso, todos estos seres vivos
habrán alcanzado el Camino del Buda.
Y cuando los budas hayan pasado a la extinción,
los que ofrenden a las reliquias,
los que erijan torres de diez mil o de un millón de clases
empleando oro, plata y cristal,
nácar y ágata,
cornalina, lapislázuli y perlas
para purificarlas y ornamentarlas profusamente,
de ese modo;
y los que erijan templos funerarios de piedra
de sándalo o de áloe,
de hovenia o de madera de otras clases,
o de ladrillos, lajas, adobe o tierra,
y los que en medio de las anchas planicies
apilen tierra y construyan un templo funerario a los budas,
y hasta los niños que, en sus juegos,
formen montículos de arena para construir una torre del Buda,
en tal caso todas estas personas
habrán alcanzado el Camino del Buda.
Y si hay personas que, en bien de los budas,
crean y modelan imágenes,
y las tallan con distinguidos relieves,
en tal caso todas habrán alcanzado el Camino del Buda.

Y los que hagan objetos con las siete clases de gemas,
con cobre, cobre rojo o blanco,
peltre, plomo, hojalata,
hierro, madera o arcilla,
o usen tela impregnada en laca o resina
para adornar y crear imágenes del Buda,
esas personas
habrán logrado el Camino del Buda.
Y quienes empleen pigmentos para pintar imágenes del Buda
y dotarlas de las características de un centenar de méritos,
quienes las hagan o encarguen a otros hacerlas
habrán adquirido el Camino del Buda.
Y si los niños al jugar
usaran pincel, una rama o una brizna de hierba
o incluso las uñas
para dibujar una imagen del Buda,
estas personas poco a poco irán acumulando méritos
y llegarán a estar plenamente dotadas de un corazón inmensamente
compasivo,
y todas habrán logrado el Camino del Buda.
Con solo convertir a los bodisatvas
impartirán salvación y liberación a incalculables  multitudes.
Y quienes, en presencia de estas torres conmemorativas
y de esas imágenes pintadas y recamadas de joyas,
ofrenden con reverencia adornos de flores
incienso, estandartes y doseles,
o quienes contraten a otros para tocar música,
batir tambores, soplar cuernos o caracolas,
tocar caramillos, flautas, cítaras, arpas,
laúdes, címbalos y gongs,
emitiendo estos variados y prodigiosos sonidos
con un único y absoluto espíritu de ofrenda;
y quienes, con el alma henchida de gozo,
entonen una canción loando la virtud del Buda,
aunque sea una sola y breve nota,
todos los que actúen así habrán alcanzado el Camino del Buda.
Y el que, abstraído en su confusión o distracción,
tome aunque sea una sola flor

y la ofrende a una imagen pintada,
con el tiempo llegará a ver a incontables budas.
Y el que se incline o haga reverencia
o tan solo una las palmas de sus manos
o alce una sola mano
o apenas incline la cabeza en un mínimo gesto de asentimiento,
si lo hace ante una imagen a modo de ofrenda,
con el tiempo llegará a ver a incontables budas.
Y el que ingrese así en el Camino insuperable
y extienda la salvación en el extranjero a incontables multitudes
entrará en el nirvana donde no hay remanentes,
así como se apaga el fuego cuando se consume la leña.
Y las personas que, con actitud confusa y distraída,
entren en una torre conmemorativa
y exclamen una vez: «¡Alabado sea el Buda!»,
habrán logrado el Camino del Buda.
Y las que, en relación con los budas pasados,
ya sea cuando vivían en el mundo o después de su extinción,
hayan escuchado esta Ley,
todas habrán adquirido el Camino del Buda.
Los Honrados por el Mundo del futuro,
cuyo número será incalculable,
estos, Los Que Así Llegan,
también se valdrán de medios hábiles para predicar la Ley,
y todos ellos, Los Que Así Llegan,
a través de infinidad de medios hábiles
salvarán y liberarán a los seres
para que puedan entrar en la sabiduría del Buda libre de
desbordamientos.
Si hay personas que escuchan la Ley,
ni una sola dejará de lograr la Budeidad.
El juramento original de los budas
fue hacer que el Camino del Buda —que ellos mismos practicaban—
fuese compartido universalmente por todos los seres vivos,
para que ellos también alcanzaran el Camino.
Los budas de las épocas futuras,
aunque prediquen cientos,  miles,
millones, un número incontable de doctrinas,

en verdad lo hacen en bien del vehículo único.
Los budas, los más honorables de los seres con dos piernas,
saben que los fenómenos no tienen una naturaleza fija y constante,
que las semillas de la Budeidad germinan como resultado de las
circunstancias causales,
y por esta razón, predican el vehículo único.
Pero saben que estos fenómenos son parte de una Ley siempre
presente
y que las características del mundo operan en forma continua.
Han llegado a saberlo en el lugar de la iluminación,
y, por ser líderes y maestros, predican medios hábiles.
Los budas que hoy existen en las diez direcciones,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
budas a quienes los seres humanos
y celestiales conceden ofrendas, han advenido al mundo
para brindar paz y tranquilidad a los seres.
Ellos también predican la Ley de este modo.
Comprenden la verdad suprema de la serena extinción
y por eso emplean el poder de los medios hábiles;
y aunque indican varios caminos  diferentes,
en verdad lo hacen para conducir hacia el vehículo del Buda.
Comprenden las acciones de los seres,
los pensamientos que yacen en lo profundo de su mente,
las acciones que llevaron a cabo en el pasado,
sus deseos, sus naturalezas, el poder de sus esfuerzos,
y si sus facultades son agudas o torpes;
por eso emplean causas y condiciones diversas,
semejanzas, parábolas y otras palabras y frases,
adaptando a su prédica los medios hábiles.
Ahora, yo también hago así:
con el propósito de dar paz y tranquilidad a los seres,
recurro a varias y diversas doctrinas
para difundir el Camino del Buda.
Mediante el poder de mi sabiduría,
conozco la naturaleza y los deseos de los seres vivos
y a través de los medios hábiles predico estas doctrinas,
haciendo que todos los seres vivos experimenten contento y alborozo.
Shariputra, debes comprender

que yo observo las cosas con el ojo del Buda,
que veo a los seres en los seis senderos,
cuán pobres y afligidos viven, sin mérito ni sabiduría,
los veo internarse en el peligroso camino del nacimiento y la
muerte,
sin que sus aflicciones les den respiro,
profundamente apegados a los cinco deseos,
como un yak enamorado de su cola,
ciegos de codicia y de vanidad,
con la visión tan empañada que no pueden ver nada.
No buscan al Buda, con su inmenso poder,
ni a la Ley que puede poner fin a sus sufrimientos,
sino que cultivan ideas profundamente  erróneas,
como queriendo extinguir el sufrimiento con mayores sufrimientos.
En bien de estos seres,
me armo de un inmenso amor compasivo.
Cuando, al principio, me senté en el lugar de la iluminación,
y contemplé el árbol y caminé a su alrededor,
durante tres veces siete días,
ponderé la cuestión de este modo.
La sabiduría que he alcanzado —pensé—
es sutil, maravillosa y suprema.
Pero los seres, de torpes facultades,
son adictos al placer y viven cegados por la estupidez.
A tales personas,
¿qué puedo decirles, cómo puedo salvarlas?
En ese momento, los reyes de Brahma,
junto con el rey celestial Shakra,
los cuatro reyes celestiales que custodian el mundo,
y el rey celestial Gran Libertad,
en compañía de los demás seres celestiales
y de sus cientos, miles y decenas de miles de seguidores,
unieron las palmas de sus manos en reverencia y se inclinaron,
implorándome que hiciera girar la rueda de la Ley.
De inmediato pensé que
si me limitase a ensalzar el vehículo del Buda,
los seres vivos, hundidos en su sufrimiento,
no podrían creer en esta Ley.

Pero si rechazaran la Ley y no pudieran creer en ella,
caerían en los tres malos senderos.
En tal caso —me dije— sería mejor que no predicara la Ley
y, en cambio, entrara rápidamente en el nirvana.
Entonces mis pensamientos se centraron en los budas del pasado
y en el poder de los medios hábiles empleados por ellos,
y pensé que el Camino al que yo había accedido
también debía ser predicado como tres vehículos.
Cuando pensé de esta forma,
aparecieron los budas de las diez direcciones
para reconfortarme con sus sonidos de Brahma y orientarme.
«¡Bien hecho, Shakyamuni! —me dijeron—.
Líder y maestro sin parangón,
has adquirido la Ley insuperable.
Pero, siguiendo el ejemplo de otros budas,
recurrirás al poder de los medios hábiles;
nosotros también hemos  adquirido
la Ley más maravillosa y prominente,
pero en bien de los seres vivos
trazamos distinciones y predicamos los tres vehículos.
Las personas de escaso saber se deleitan con una doctrina inferior,
incapaces de creer que pueden llegar a ser budas.
Por eso utilizamos medios hábiles,
efectuamos distinciones y exponemos metas diversas.
Pero aunque predicamos tres vehículos,
en realidad lo hacemos para enseñar a los bodisatvas».
Shariputra, debes comprenderlo.
Cuando escuché a estos dignos leones,
y oí su rugido puro, profundo, espléndido y sutil,
expresé mi alborozo infinito clamando: «¡Alabados sean los budas!».
Y en ese momento pensé
que había venido a este mundo impuro y malvado,
y que, así como habían predicado esos budas,
también yo debía seguir ese ejemplo con mis actos.
Después de haber ponderado de esa forma la cuestión,
partí de inmediato con destino a Varanasi.
Los signos de la serena extinción que portan todos los fenómenos
no se pueden explicar con palabras,

por eso empleé el poder de los medios hábiles
para predicar a los cinco ascetas.
Y a esto lo llamé «hacer girar la rueda de la Ley»;
y también usé términos como «sonido del nirvana»,
«arhat», «Dharma» y «Samgha»
para establecer distinciones.
«Desde infinitos kalpas pasados
he enseñado y ensalzado la Ley del nirvana
para poner fin a los largos sufrimientos del nacimiento y la
muerte».
Así fue mi costumbre predicar.
Shariputra, debes saber esto.
Cuando miré a los hijos del Buda,
vi incalculables miles, decenas de miles, millones de seres
resueltos a encontrar el Camino del Buda,
todos con actitud respetuosa y reverente,
todos presentes en el lugar del Buda,
personas que en el pasado habían escuchado a otros budas
y habían oído predicar la Ley a través de medios hábiles.
De inmediato pensé que
la razón por la cual había aparecido El Que Así Llega
era para predicar la sabiduría del Buda.
Este es, precisamente, el momento de hacerlo.
Shariputra, debes comprender
que las personas de burdas facultades y escasa sabiduría,
apegadas a las apariencias, orgullosas y arrogantes,
son incapaces de creer en esta Ley.
Ahora yo, jubiloso e intrépido,
en medio de los bodisatvas,
descartando honestamente los medios hábiles,
predicaré solo el Camino  insuperable.
Cuando los bodisatvas escuchen esta Ley,
se verán liberados de las redes de la duda.
Los mil doscientos arhats
también lograrán la  Budeidad.
Con los mismos métodos que emplean
los budas de las tres existencias para predicar la Ley,
ahora yo haré lo mismo

y predicaré la Ley que no tiene distinciones.
Las épocas en que los budas aparecen en el mundo
son muy espaciadas y difíciles de encontrar.
Y aun cuando ellos advienen al mundo,
les es difícil predicar esta Ley.
Durante incalculables, innumerables kalpas,
es raro que uno llegue a escuchar esta Ley,
del mismo modo, que haya una persona capaz de escuchar esta Ley
es algo extremadamente raro.
Es como la flor de udumbara
que fascina al mundo y causa a todos deleite,
que los seres humanos y celestiales consideran una rareza
porque solo se abre una vez cada incontables eras.
La persona que escucha esta Ley, la ensalza y se deleita en ella,
aunque sea pronunciando una sola palabra,
es porque ha hecho ofrendas
a todos los budas de las tres existencias.
Pero es muy raro encontrar a una persona así;
más raro que ver la flor de udumbara.
No albergues dudas.
Yo, rey de las doctrinas,
anuncio lo siguiente ante la gran asamblea.
Para enseñar y convertir a los bodisatvas,
solo empleo el Camino del vehículo único.
No tengo discípulos que escuchen la voz.
Tú, Shariputra,
y los que escuchan la voz y los bodisatvas,
debéis entender que esta Ley prodigiosa
es la esencia secreta de los budas.
En un mundo malvado donde cunden las cinco impurezas,
los que viven apegados a los deseos y se solazan en ellos,
los seres así,
en última instancia jamás buscan el Camino del Buda.
Cuando, en el mundo futuro las malas personas
escuchen acerca del vehículo único predicado por el Buda,
se sentirán confundidas, no creerán en ello ni lo aceptarán,
rechazarán la Ley y caerán en los malos senderos.
Pero si uno encontrara personas con sentido de la vergüenza,

personas puras resueltas a encontrar el Camino del Buda,
en bien de los seres así
uno deberá ensalzar ampliamente el Camino del vehículo único.
Shariputra, debes comprender  esto.
La Ley de los budas es así.
Para predicar la Ley, recurriendo a diez mil, un millón de medios
hábiles,
ellos actúan de acuerdo con lo apropiado.
Los que no son versados en esta cuestión
no pueden entenderla  cabalmente.
Pero tú y los demás ya sabéis que los budas,
maestros del mundo,
emplean medios hábiles de acuerdo con lo apropiado.
Ya no tendréis más dudas ni confusiones;
en cambio, vuestra mente, pletórica de alegría,
sabrá que lograréis la Budeidad.



1. Sesenta y dos visiones posibles, derivadas de dos concepciones antagónicas: que hay existencia, y que no hay existencia. El término se emplea a menudo en referencia a todas las ideas no budistas predominantes en la época de Shakyamuni.

3 PARÁBOLAS Y SEMEJANZAS

En ese momento, el corazón de Shariputra danzó de alegría. De inmediato se puso de pie, unió las palmas de sus manos, contempló con reverente actitud el rostro del Honrado y dijo al Buda:
—En este preciso momento, al escuchar en boca del Honrado por el Mundo esta voz que expresa la Ley, siento como si mi mente bailara: he adquirido algo que nunca antes había logrado. ¿Por qué lo digo? Porque, en el pasado, cuando escuché al Buda expresar una Ley de esta naturaleza y vi que a los bodisatvas se les anunciaba que, en el futuro, lograrían la Budeidad, yo y los demás sentimos que no teníamos cabida en ese asunto. Nos afligió profundamente pensar que jamás obtendríamos la introspección inconmensurable de El Que Así Llega.
»Honrado por el Mundo, he vivido siempre en un bosque de mon- taña o en soledad, bajo los árboles; ya sea sentado o bien caminando, siempre he estado preguntándome: “Ya que yo y los demás también hemos conocido la verdadera naturaleza de los fenómenos, ¿por qué El Que Así Llega emplea la enseñanza del pequeño vehículo para guiarnos a la salvación?”.
»Pero la falta es nuestra, no del Honrado por el Mundo. ¿Por qué lo digo? Si hubiéramos estado dispuestos a esperar hasta que se predicara el verdadero medio para llegar a la iluminación suprema y perfecta, sin falta nos habríamos liberado a través del gran vehículo. Pero no comprendimos que el Buda empleaba medios hábiles, y que su prédica se ajustaba a lo apropiado en función de las circunstancias. Así que, cuando oímos hablar de la enseñanza del Buda por primera vez, de inmediato creímos en ella y la aceptamos, suponiendo que habíamos adquirido comprensión.
»Honrado por el Mundo, desde hace mucho tiempo, de día y de noche, este pensamiento ha venido atormentándome sin descanso.
Pero ahora he escuchado del Buda lo que nunca antes había oído, una Ley nunca antes conocida en el pasado, que ha puesto fin a todas mis dudas y pesares. Mi cuerpo y mi mente se han sosegado, y me embarga una espléndida sensación de paz y de seguridad. ¡Hoy, por fin entiendo que, en realidad, soy hijo del Buda, nacido de la boca del Buda, nacido a través de la conversión a la Ley, y que me he ganado mi parte en lo que respecta a la Ley budista!
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, Shariputra habló en verso y dijo:

—Cuando escuché el sonido de esta Ley,
obtuve lo que nunca antes había tenido.
Mi mente se colmó de inmenso júbilo,
y corté los nudos de las redes de la duda.
Desde el pasado, he aceptado las enseñanzas del Buda:
el gran vehículo no me ha sido negado.
El sonido del Buda se deja oír muy pocas veces,
pero nos libera a los seres del desconsuelo.
Ya he puesto fin a los desbordamientos y,
al escuchar esto, quedo libre también de las aflicciones y de toda
congoja.
He vivido en valles de montaña
o bajo los árboles del bosque;
sentado o caminando,
siempre he cavilado sobre este asunto,
que tanto me agobiaba.
«¿Por qué he sido engañado? —me decía—.
Yo y los otros también somos hijos del Buda,
todos hemos entrado por igual en la Ley sin desbordamientos,
pero en los tiempos venideros
nunca podremos exponer el Camino insuperable.
¡Nunca podremos adquirir
el cuerpo dorado, los treinta y dos rasgos,
los diez poderes y las diversas emancipaciones,
aunque todos compartamos una sola Ley por igual!
¡Y habremos perdido méritos
tales como las dieciocho propiedades indivisas
y las ochenta clases de características espléndidas!».

Y así paseaba, en soledad,
cuando vi en medio de la gran asamblea al Buda
cuya reputación se extendía a las diez direcciones,
impartiendo beneficios a los seres humanos a lo largo y a lo ancho,
y pensé: «¡Me encuentro privado de tales beneficios!
¡Hasta qué punto he sido engañado!».
Constantemente, día y noche,
cada vez que ponderaba esta cuestión
quería preguntar al Honrado por el Mundo
si había sido despojado de todo eso o no.
A cada instante, cuando veía al Honrado por el Mundo
elogiar a los bodisatvas,
día y noche
cavilaba sobre este asunto.
Pero ahora que escucho la voz del Buda,
veo que predica la difícil Ley libre de desbordamientos
de acuerdo con lo apropiado
para guiar a las personas al lugar de la iluminación.
Antes me aferraba a ideas erróneas
y actuaba como un maestro de brahmanes.
Pero el Honrado por el Mundo, consciente de lo que había en mi
mente,
erradicó mis errores y predicó el nirvana.
Quedé liberado de todos mis yerros
y pude comprender la Ley de la vacuidad.
En ese momento, mi mente me dijo
que había llegado al nivel de la extinción,
pero ahora comprendo
que esa no era una extinción verdadera.
Cuando llegue mi momento de ser un buda,
poseeré en su totalidad los treinta y dos rasgos,
y harán ante mí gestos de reverencia los seres humanos y celestiales,
los muchos yakshas, los dragones y otras criaturas.
Cuando llegue ese momento, podré decir
que, al fin, todo ha sido erradicado sin dejar remanentes.
En medio de la gran asamblea, el Buda
declaró que yo llegaría a ser un buda.
Cuando escuché el sonido de esta Ley,

desaparecieron mis dudas y remordimientos.
 Al principio, cuando escuché predicar al Buda,
 mi mente se llenó de azoramiento y de dudas.
«¿No será este un demonio que finge ser el Buda
e intenta confundir y perturbar mi mente?», pensé.
Pero el Buda empleó diversas causas,
semejanzas y parábolas, todas expuestas con elocuencia,
y su mente fue serena como el mar.
Por eso, al escucharlo, me libré de las redes de la duda.
El Buda dijo que en épocas anteriores
los incontables budas que habían pasado a la extinción
habían habitado y reposado en los medios hábiles,
y todos habían predicado esta Ley por igual.
Los budas del presente y del futuro,
en número incalculable,
también expondrán esta misma Ley
valiéndose de medios hábiles.
Del mismo modo, el actual Honrado por el Mundo,
habiendo nacido y, luego, tomado distancia de su hogar,
adquirió el Camino e hizo girar la rueda de la Ley,
y también él utilizó eficaces medios para predicar.
El Honrado por el Mundo predica el Camino verdadero.
Papiyas nunca lo haría.
Por eso sé con certeza
que este no es un demonio que finge ser el Buda.
Porque caí en las redes de la duda
supuse que esto sería una función diabólica;
pero ahora que escucho el sonido del Buda, suave y cordial,
profundo, potente, maravilloso y  sutilísimo,
mientras él expone y predica la Ley pura,
mi mente se inunda de gran alborozo.
Mis dudas y remordimientos terminan para siempre,
y ahora viviré y descansaré en la verdadera sabiduría.
Estoy seguro de que llegaré a ser un buda,
venerado por los seres humanos y celestiales,
que haré girar la rueda de la Ley insuperable
y enseñaré y convertiré a los bodisatvas.

En ese momento, el Buda dijo a Shariputra:
—Ahora, en medio de esta gran asamblea de seres humanos y celestiales, de shramanas, brahmanes y otros seres, digo lo siguiente. En el pasado, bajo la guía de veinte mil millones de budas, en bien del Camino insuperable te enseñé y convertí en forma incesante. A lo largo de la ex- tensa noche, me seguiste y aceptaste mi instrucción. Y como usé medios hábiles para guiarte y conducirte, naciste en el seno de mi Ley.
»Shariputra, en el pasado te enseñé a aspirar al Camino del Buda, y a jurar que accederías a él. Pero ahora has olvidado todo eso y, en cambio, crees haber logrado ya la extinción. Como quiero que recuerdes y tengas presente el Camino que originariamente juraste seguir, en bien de los que escuchan la voz estoy predicando este sutra del gran vehículo, llamado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas.
»Shariputra, en las épocas futuras, cuando hayan transcurrido kalpas incontables, ilimitados, inconcebibles, harás ofrendas a miles, decenas de miles, millones de budas, y honrarás y mantendrás las enseñanzas correctas. Cumplirás cada aspecto del Camino del bodisatva y podrás llegar a ser un buda llamado El Que Así Llega Fulgor de Flor, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien en- caminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo.
»Tu reino se llamará Inmaculado, la tierra será llana y suave, pura y bellamente adornada, pacífica, abundante y feliz. Allí prosperarán los seres humanos y los seres celestiales. El suelo será de lapislázuli, unido por rutas trazadas en las ocho direcciones, y habrá cordeles de oro delimitando sus fronteras. A la vera de los caminos crecerán filas de árboles cuajados de tesoros de las siete clases, que darán flor y fruto en forma constante. Y El Que Así Llega Fulgor de Flor empleará los tres vehículos para enseñar y convertir a los seres vivos.
»Shariputra, cuando aparezca este Buda, aunque no sea una época corrupta, a causa de su juramento original él predicará la Ley empleando los tres vehículos. Su kalpa se conocerá como Adornado de Grandes Teso- ros. ¿Por qué se lo llamará así? Porque en esa tierra, a los bodisatvas se los considerará grandes tesoros. Allí habrá bodisatvas en cantidad incalculable, ilimitada, inconcebible, más allá de toda posibilidad de cálculo o de semejanzas y parábolas. No hay forma de conjeturar cuántos, sin emplear el poder de la sabiduría del Buda. Cada vez que estos bodisatvas

deseen caminar hacia cualquier sitio, sus pies se transportarán sostenidos por flores de piedras preciosas. Y no habrán concebido el deseo de lograr la iluminación en épocas recientes; antes bien, habrán pasado un largo tiempo plantando raíces de virtud. Bajo la guía de incontables cientos, miles, decenas de miles, millones de budas, habrán llevado a cabo sus prácticas de Brahma en forma intachable, y habrán sido felicitados por los budas en forma permanente. Habrán cultivado la sabiduría del Buda a cada instante, para adquirir grandes poderes trascendentales y entender cabalmente las puertas que abren todas las doctrinas. Serán rectos e íntegros, y en ellos no habrá hipocresía; tendrán firme intención y firmes pensamientos. Así serán los bodisatvas que abundarán en esa tierra.
»Shariputra, la vida del buda Fulgor de Flor durará doce kalpas meno- res, sin contar el tiempo de su existencia anterior como príncipe, antes de llegar a ser un buda. La vida de los habitantes de su tierra se extenderá durante ocho kalpas menores. Cuando El Que Así Llega Fulgor de Flor haya vivido doce kalpas menores, profetizará que el bodisatva Firme y Pleno logrará la iluminación suprema y perfecta. Anunciará a los monjes: “Este bodisatva Firme y Pleno será el próximo en llegar a ser un buda. Se lo conocerá como Pies de Flores Que Caminan a Salvo, tathagata, arhat, samyak-sambuddha. Y su tierra de Buda será como la mía”.
»Shariputra, cuando el buda Fulgor de Flor haya pasado a la extinción, la era de la Ley Correcta durará treinta y dos kalpas menores, y la era de la Ley Falsa durará otros treinta y dos kalpas menores.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Shariputra, en las eras futuras
llegarás a ser un buda venerable, de sabiduría universal,
llamado Fulgor de Flor,
y salvarás a multitudes incalculables.
Harás ofrendas a infinidad de budas, poseerás todas las prácticas de bodisatva,
los diez poderes y otros beneficios,
y alcanzarás el Camino insuperable.
Cuando hayan pasado incontables kalpas,
tu kalpa se llamará Adornado de Grandes Tesoros.
Tu mundo, Inmaculado de nombre,

será puro, sin fallas ni impurezas.
Tu tierra de lapislázuli,
surcada por rutas delimitadas por cuerdas de oro,
tendrá árboles cuajados de siete clases de joyas y de profusos
colores
que darán constantemente flores y frutos.
Los bodisatvas de ese mundo
siempre tendrán firme intención y firmes pensamientos.
Y cada uno estará dotado de paramitas
y de poderes trascendentales,
y a las órdenes de budas incontables
estudiarán con diligencia el Camino del bodisatva.
De este modo convertirá a estos grandes hombres
el buda Fulgor de Flor,
un buda que, en su temprana vida de príncipe,
abandonará su país y su gloria secular,
y en su encarnación final
dejará a su familia y adquirirá el Camino del Buda.
La vida del buda Fulgor de Flor durará
doce kalpas menores en el mundo.
Y los numerosos habitantes de su tierra
vivirán durante ocho kalpas menores.
Cuando ese Buda haya pasado a la extinción,
la Ley Correcta perdurará en el mundo
durante treinta y dos kalpas menores
y salvará a los seres vivos por doquier.
Y cuando la Ley Correcta se haya extinguido,
la Ley Falsa prevalecerá otros treinta y dos kalpas menores.
Las reliquias del Buda circularán  extensamente,
y en todas partes serán honradas con las ofrendas de seres humanos
y de seres celestiales.
Todos los actos del buda Fulgor de Flor
serán tal como he expresado;
este ser supremo y sin par,
el más digno y honorable de los seres con dos piernas,
¡no es otro que tú,
y por eso debes regocijarte y sentirte afortunado!

En ese momento, cuando las cuatro clases de creyentes —es decir, los monjes, monjas, laicos y laicas— y los seres celestiales, dragones, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kimnaras, mahoragas y otras criaturas de la gran asamblea vieron que el Buda profetizaba a Shariputra que este lograría la iluminación suprema y perfecta, sus corazones se colmaron de alegría indescriptible, y todos bailaron sin cesar. Cada uno se quitó la parte superior de la túnica que llevaba puesta y la obsequió al Buda como ofrenda. El rey celestial Shakra, el rey de Brahma y los incontables hijos de los dioses, asimismo, tomaron sus espléndidas túnicas celestiales, y las ofrendaron al Buda junto con flores celestiales de mandarava y flores de gran mandarava. Y las túnicas celestiales que habían diseminado permanecieron suspendidas en el aire, girando alrededor de sí mismas. En mitad del aire, las criaturas celestiales interpretaron música de cien, mil, diez mil clases distintas, todas al unísono, mientras una infinidad de flores caía desde el firmamento. Y entonces dijeron:
—Tiempo atrás, en Varanasi, el Buda hizo girar por primera vez la rueda de la Ley. ¡Ahora vuelve a hacerlo; vuelve a hacer girar la rueda de la Ley suprema, la más sublime y grandiosa de todas!
En ese momento, los hijos de los dioses quisieron reiterar, esta vez en verso, lo que acababan de decir:

—En el pasado, en Varanasi,
hiciste girar la rueda de la Ley de las cuatro nobles verdades,
trazaste distinciones, predicaste que todas las cosas nacen y se
extinguen,
y están formadas por los cinco componentes.
Ahora, haces girar la rueda de la más sublime
Gran Ley sin parangón.
Esta Ley es muy profunda e insondable,
y muy pocos creen en ella.
Hemos escuchado muchas veces desde tiempos pasados
predicar al Honrado por el Mundo,
pero nunca antes habíamos escuchado
esta Ley profunda, prodigiosa y superior.
Puesto que el Honrado por el Mundo predica esta Ley,
todos la recibimos jubilosamente.
Shariputra, el de la gran sabiduría,
ha recibido ahora esta venerable profecía.

Nosotros también, de la misma forma,
seguramente podremos lograr la Budeidad,
la meta más sublime e insuperable
que hay en todos los mundos.
El Camino del Buda es difícil de escrutar,
pero tú predicarás valiéndote de medios hábiles, y de acuerdo con
lo apropiado.
Las acciones meritorias que hemos realizado
en esta o en pasadas existencias
y los beneficios derivados de ver al Buda,
todos ellos los aplicaremos al Camino del Buda.

En ese momento, Shariputra dijo al Buda:
—Honrado por el Mundo, ya no tengo más dudas ni pesares. El Buda en persona me ha predicho que lograré la iluminación suprema y perfecta. Estas mil doscientas personas cuya mente se ha liberado, en el pasado permanecieron en el estado de aprendizaje, y el Buda constantemente las convirtió y les enseñó, diciendo: «Mi Ley os puede liberar del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte; y os permitirá, por fin, lograr el nirvana». Cada una de estas personas, algunas de las cuales todavía estaban aprendiendo y otras ya habían finalizado su aprendizaje, creían que, como se habían despojado de sus ideas sobre el yo y de sus ideas sobre la existencia y la no existencia, ya habían alcanzado el nirvana. Pero entonces oyeron decir al Honrado por el Mundo lo que nunca antes habían oído, y las dudas o la perplejidad se apoderaron de todos.
»Muy bien, Honrado por el Mundo. Te suplico que, en bien de las cuatro clases de creyentes, expliques las causas y condiciones que les harán posible librarse de sus dudas y arrepentimientos.
En ese momento, el Buda dijo a Shariputra:
—¿Acaso no te dije antes que cuando los budas, los Honrados por el Mundo, citan diversas causas y condiciones, y usan semejanzas, parábolas y otras expresiones, y se valen de medios hábiles para predicar la Ley, es todo en pos de la iluminación suprema y perfecta? Todo lo que se predica es con el propósito de convertir a los bodisatvas.
»Es más, Shariputra, yo también me valdré de parábolas y analogías para esclarecer más este principio. Pues las personas sabias pueden adquirir comprensión a través de semejanzas y parábolas.

»Shariputra, supongamos que en determinado pueblo de determinado país vive un hombre muy rico. Ya cuenta muchos años y su riqueza es in- calculable. Tiene numerosos campos, casas y criados. Su propia residencia es enorme y espaciosa, pero tiene una sola puerta. En la casa viven un sinfín de personas: uno o dos centenares, o tal vez quinientas. Los salones y recámaras están viejos y en mal estado; las paredes, resquebrajadas; los pilares podridos en su base; y las vigas y cumbreras, torcidas y dobladas.
»En ese momento, estalla un incendio en los cuatro flancos de la propiedad, que se extiende a todas las salas de la casa. Y adentro están los diez, veinte o acaso treinta hijos de este hombre acaudalado. Cuando el magnate ve crecer el fuego alrededor de la mansión, profundamente temeroso y alarmado, piensa: “Puedo escapar y ponerme a salvo saliendo por el portal en llamas, pero adentro están mis hijos, incautos y absortos en sus juegos, ajenos a todo y sin saber lo que ocurre, sin sentir alarma ni temor”. El fuego los acorrala, y toda clase de dolores y amenazas se ciernen sobre ellos, pero como su mente no tiene conciencia del peligro o del miedo, ¡ni siquiera se les ocurre la idea de escapar!
»Entonces, Shariputra, este hombre rico se dice, para sus adentros: “Tengo fuerza en mis brazos, y un cuerpo robusto. Podría envolverlos en una manta o ponerlos sobre un banco y arrastrarlos fuera de la casa”. Y no cesa de pensar: “Esta casa tiene una sola puerta, y encima es angosta y de poca altura. Mis hijos son niños aún; no tienen discernimiento, y les encanta jugar. Tan entregados a la diversión se encuentran, que probablemente mueran quemados. Debo explicarles el motivo de mis temores y de mi aprensión. El fuego ya devora la casa… Debo hacer que salgan rápidamente, para impedir que mueran entre las llamas”.
»Habiendo pensado así, ejecuta su plan y vocifera a todos los hijos: “¡Salid de inmediato!”. Pero aunque el corazón del padre está embargado de piedad y sus consejos son buenos, los hijos no quieren prestarle atención, porque están extasiados disfrutando de sus juegos. No sienten miedo ni alarma, ni les interesa marcharse del lugar. Es más, ni siquiera entienden qué es el fuego, qué es la casa o qué es el peligro. Solo corren de aquí para allá, entretenidos, mirando a su padre pero sin reparar en lo que este les dice.
»En ese instante, al magnate se le ocurre esta idea: “La casa ya está envuelta en las llamas de este espantoso incendio. Si mis hijos y yo no nos marchamos de inmediato, moriremos quemados. Tengo que inventar algún medio eficaz que les permita salir ilesos”.

»El padre comprende a sus hijos y sabe qué clase de juguetes y artefactos curiosos capturan su atención, y qué objetos son del agrado de los pequeños. Es así como les dice: “Los juguetes que os cautivan son muy raros y difíciles de hallar. Si no los aceptáis ahora, lo lamentaréis más tarde. Por ejemplo, os he traído carrozas... Carrozas tiradas por cabras, y por ciervos, y por bueyes. Están allí, al otro lado de la puerta, para que juguéis con ellas. Así que… ¡a salir de esta casa en llamas de una buena vez! Y os podréis quedar con la que sea de vuestro agrado.
¡Os las regalo!”.
»En ese momento, cuando los hijos oyen al padre mencionar juguetes tan exóticos, y justo como los que ansiaban tener, sienten el corazón lleno de arrojo y se abalanzan locamente a trompicones, unos contra otros, pugnando por salir de la casa en llamas.
»Entonces, al ver que sus hijos han logrado salir ilesos del incendio y que todos están sentados a la distancia, en el cruce de caminos donde ya no peligran, el hombre rico suspira aliviado y siente que su alma baila de alegría. En ese momento, cada uno de los hijos reclama al padre: “¿Y las cosas que nos prometiste? ¿Los carruajes tirados por cabras, ciervos y bueyes? ¡Por favor, los queremos ahora mismo!”.
»Shariputra, en ese momento, el acaudalado señor da a cada uno de sus hijos una gran carroza, todas del mismo tamaño y de la misma calidad. Son vehículos altos y espaciosos, tachonados de piedras preciosas y protegidos por pasamanos de los cuales penden campanillas. En lo alto, baldaquines cubren la carroza, decorados con diversos ornamentos preciosos, bordeados con trenzas de pasamanería e incrustaciones de piedras, de los cuales penden orlas de flores. En el interior, hay capas de edredones sobre las cuales lucen mullidos cojines de color bermellón. Cada carroza es tirada por un buey blanco, de pelaje puro y limpio, de forma armoniosa y gran robustez, capaz de transportar el vehículo suavemente y sin sobresaltos, a la velocidad del viento. Y además, hay numerosos sirvientes y mozos de cuadra, dispuestos allí para atender y vigilar el carruaje.
»¿Y cuál es la razón? El hombre posee riquezas incalculables, y toda clase de arcas rebosantes de tesoros. Y ha pensado: “Mis bienes no tienen límite. No estaría bien que diera a mis hijos carros de modesta factura. Estos niños son mis hijos, y los amo de manera imparcial. Tengo una incalculable cantidad de grandes carrozas, adornadas con tesoros de las siete clases. Debo ser justo y darle una de ellas a cada uno de mis hijos, sin hacer diferencias. ¿Por qué? Porque aunque distribuyera estos bienes entre todos los habitantes del país, así y todo no se terminarían.
¡Cómo no dárselos, entonces, a mis propios hijos!”.
»En ese momento, los niños se suben a sus grandes carruajes, obtienen algo que jamás habían tenido hasta entonces, algo que en principio ni siquiera habían imaginado alcanzar. Shariputra, ¿qué opinas de esto? Cuando este hombre acaudalado reparte imparcialmente a sus hijos estas grandes carrozas tachonadas de gemas extraordinarias, ¿se puede decir que ha actuado con falsedad?
—No, Honrado por el Mundo —dice Shariputra—. El hombre rico consigue que sus hijos escapen del peligro del fuego y conserven la vida. No comete falsedad alguna. ¿Por qué lo digo? Porque al preservar su vida, los pequeños ya han obtenido el juguete más valioso. ¡Y mucho más habiendo sido rescatados, a través de un hábil medio, de una casa en llamas! Honrado por el Mundo, aunque el hombre rico no les hubiera dado ni el más pequeño carruaje, así y todo no sería culpable de haber actuado falsamente. ¿Por qué? Porque este hombre rico había decidido antes que utilizaría un medio hábil para hacer que sus hijos pudieran es- capar. Emplear un recurso de esta clase no es un acto de falsedad. Cuánto menos lo será, entonces, si el hombre sabe que su riqueza es incalculable y su intención es enriquecer y beneficiar a sus hijos dándoles a cada uno una gran carroza.
—¡Muy bien, muy bien! —dice el Buda a Shariputra—. Es tal como has dicho. Y, Shariputra, El Que Así Llega también actúa así. Es como un padre para la humanidad. Sus miedos, preocupaciones y ansiedades, su ignorancia y sus errores de comprensión han cesado de existir largo tiempo atrás, sin dejar remanentes. Ha podido adquirir en forma plena y cabal infinito poder, introspección y ausencia de temor; ha podido obtener grandes poderes sobrenaturales y el poder de la sabiduría. Está dotado de los paramitas de los medios hábiles y de la sabiduría; su inmenso amor compasivo y su gran piedad son constantes e inquebrantables; en toda ocasión busca lo bueno y lo que beneficia a todos.
»Ha nacido en la casa en llamas, vieja y podrida, que son los tres mundos, para salvar a los seres del fuego del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, las preocupaciones, el sufrimiento, la estupidez, el error de comprensión y los tres venenos; para enseñarles y convertirlos, y permitirles adquirir la iluminación suprema y perfecta.
»Ve languidecer a los seres vivos, consumidos por el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, las inquietudes y el sufrimiento, y
los ve afrontar toda suerte de dolores causados por los cinco deseos y por el ansia de riquezas y de provecho. Y debido a su codicia y a su apego, y a sus afanes, sobrellevan numerosos dolores en su existencia actual, y luego se exponen al dolor de renacer en el infierno, o como animales, o espíritus hambrientos. Aun cuando renazcan en el estado de los seres celestiales o en el de los seres humanos, sufren el padecimiento de la pobreza y la necesidad, el dolor de alejarse de sus seres queridos, la aflicción de encontrarse con los que detestan, y todas las diversas clases de pesares.
»Y sin embargo, hundidos en esta aflicción, los seres gozan y se di- vierten sin tomar conciencia, sin saber, sin sentir alarma ni temor. No conocen la aprensión ni intentan escapar. En esta casa en llamas que son los tres mundos, corren de este a oeste, y a pesar de que experimentan grandes dolores, estos no les causan malestar.
»Shariputra, cuando el Buda ve todo esto, piensa: “Soy el padre de los seres vivos y debo rescatarlos de sus sufrimientos, y darles la dicha de la infinita e ilimitada sabiduría del Buda para que puedan descubrir en ella su solaz”.
»Shariputra, El Que Así Llega también piensa lo siguiente: “Si empleo solamente los poderes sobrenaturales y el poder de la sabiduría; si dejo a un lado los medios hábiles y, en bien de los seres vivos, ensalzo la introspección de El Que Así Llega, sus poderes y su ausencia de temor, los seres no podrán salvarse. ¿Por qué? Porque estos seres vivos no han escapado todavía del nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, de las preocupaciones y los sufrimientos, y están consumidos por el fuego de esta casa en llamas que son los tres mundos. ¿Cómo podrían ser ca- paces, entonces, de entender la sabiduría del Buda?”.
»Shariputra, ese hombre rico tiene fuerza en los brazos y un cuerpo robusto, pero no se vale de ellos. En cambio, utiliza un medio eficaz, sabiamente concebido, y así puede rescatar a sus hijos del peligro de la casa en llamas; después, entonces, les da a cada uno de ellos un gran carruaje adornado con gemas exóticas. Y lo mismo hace El Que Así Llega. Aun- que posee poder y ausencia de temor, no recurre a ellos. Tan solo emplea sabiduría y medios hábiles para rescatar a los seres de la casa en llamas que son los tres mundos, y exponerlos a los tres vehículos: el vehículo de los que escuchan la voz, el de los pratyekabuddhas, y el del Buda.
»Les dice: “¡No os deis por satisfechos con permanecer en esta casa en llamas que son los tres mundos! No codiciéis sus burdos y toscos sonidos, formas, aromas, sabores y sensaciones.
Si os apegáis a ellos y aprendéis a amarlos, ¡moriréis quemados! Debéis salir de estos tres mundos de inmediato para poder adquirir los tres vehículos, el vehículo de los que escuchan la voz, de los pratyekabuddhas y del Buda. ¡Os prometo que los conseguiréis, y esta promesa jamás resultará falsa! ¡Solo debéis dedicaros con esfuerzo diligente!”.
»El Que Así Llega emplea estos medios hábiles para incitar a los seres a ponerse en acción. Y les dice: “¡Debéis entender que estas doctrinas de los tres vehículos son elogiadas por los venerables! Ellas son libres, no ofrecen enredos y no dejan nada más por buscar o de lo cual depender. Subid a estos tres vehículos, y con órganos sensoriales libres de desbordamientos, poderes, conciencia, camino, meditación, emancipación y samadhis, disfrutaréis y obtendréis el deleite de una paz y una seguridad inmensurables”.
»Shariputra, a los seres vivos de naturaleza interiormente sabia, que escuchan la Ley en boca del Buda —el Honrado por el Mundo—, creen en ella y la aceptan, y consagran un diligente esfuerzo con el deseo de escapar rápidamente de los tres mundos y de buscar adquirir el nirvana, a estas personas se las conocerá como [los que suben a] el vehículo de los que escuchan la voz. Son como los hijos que dejan la casa en llamas con la esperanza de obtener una carroza tirada por cabras.
»Los que escuchan la Ley en boca del Buda, al Honrado por el Mundo, creen en ella y la aceptan, y dedican un diligente esfuerzo, buscan la sabiduría que proviene de sí misma, se deleitan solitariamente en el bien y en la tranquilidad, y comprenden en profundidad las causas y las condiciones de todos los fenómenos, a estas personas se las conocerá como [los que suben a] el vehículo de los pratyekabuddhas. Son como los hijos que dejan la casa en llamas con la esperanza de obtener una carroza tirada por ciervos.
»Y los que escuchan la Ley en boca del Buda, al Honrado por el Mundo, creen en ella y la aceptan, y consagran un esfuerzo diligente, buscando la sabiduría amplia, la sabiduría del Buda, la sabiduría adquirida sin ningún maestro, la introspección, poderes y ausencia de temor de El Que Así Llega, aquellos que consuelan y reconfortan a incontables seres vivos, que imparten beneficios a los seres humanos y celestiales, y los salvan a todos, a estas personas se las conocerá como [los que suben a] el gran vehículo. Como los bodisatvas buscan este vehículo, se los conoce como mahasattvas. Son como los hijos que dejan la casa en llamas con la esperanza de obtener una carroza tirada por bueyes.

»Shariputra, ese hombre rico, al ver que sus hijos han salido ilesos de la casa en llamas y que ya no corren peligro, recuerda que sus tesoros son interminables, y les da a cada uno de ellos una gran carroza. Y lo mismo hace El Que Así Llega. Él es el padre de todos los seres. Cuando ve que incontables miles de millones de seres vivos pueden escapar de los dolo- res de los tres mundos y de su camino temible y peligroso atravesando el portal de la enseñanza del Buda, y que pueden de este modo adquirir los deleites del nirvana, en ese momento, El Que Así Llega piensa lo siguiente: “Poseo el acervo de la sabiduría inconmensurable e ilimitada, de los poderes, de la intrepidez y de otros atributos de los budas. Estos seres vivos son, todos, mis hijos. A todos ellos les daré imparcialmente el gran vehículo, para que no haya nadie que obtenga la extinción por sí mismo, sino que todos lo hagan mediante la extinción de El Que Así Llega”.
»A los seres que han escapado de los tres mundos les da los placenteros dones de la meditación, la emancipación y los demás méritos de los budas. Todos son uniformes en apariencia y clase, ensalzados por los venerables, capaces de producir un deleite puro, sublime y supremo.
»Shariputra, ese hombre rico primero se vale de tres clases de carruajes para convencer a sus hijos, pero luego les da a todos una misma carroza adornada de gemas, la más segura y cómoda. Pese a ello, el acaudalado señor no es culpable de falsía. El Que Así Llega hace lo mismo, y no actúa con falsedad. Primero, predica los tres vehículos para atraer y guiar a los seres vivos, pero luego utiliza solo el gran vehículo para salvarlos. ¿Por qué? El Que Así Llega posee el acervo de la sabiduría inconmensurable, de poderes, de la ausencia de temor y de otros atributos. Puede dar a todos los seres la Ley del gran vehículo. Pero no todos ellos son capaces de recibirla.
»Shariputra, por esta razón debes entender que los budas recurren al poder de los medios hábiles. Y como actúan así, establecen distinciones en el vehículo único del Buda y lo predican como si fueran tres.
El Buda, deseoso de manifestar su intención una vez más, habló en verso y dijo:

—Supón que hay un hombre rico,
dueño de una gran mansión.
Es una casa sumamente vieja,
ruinosa y en estado de deterioro.
Tiene altos salones, pero peligrosos de habitar,
los pilares tienen las bases podridas,
las vigas y cumbreras se han doblado o torcido,
y los escalones y cimientos están a punto de hundirse.
Las paredes presentan grietas y fisuras,
y el yeso se ha descascarado.
El tejado tiene agujeros y necesita reparación,
y los bordes de los aleros se han desprendido.
La cerca que la rodea ha sido derribada o vencida,
y en torno a la vivienda se apilan montañas de desperdicios.
En la residencia viven
unas quinientas personas.
Por todas partes se escabullen búhos,
lechuzas, águilas y halcones,
cuervos, urracas, palomas y torcazas,
lagartijas, serpientes, culebras y escorpiones,
ciempiés y miriápodos,
salamandras y escarabajos,
comadrejas, mapaches, lauchas y ratas,
y hordas de maléficas criaturas.
Fétidas lagunas de excremento
se abren formando riachos de inmundicia,
donde habitan escarabajos estercoleros y otras criaturas.
Zorros, lobos y chacales
mordisquean y revuelven la tierra
o desgarran cadáveres
desparramando huesos y carroña.
Esto atrae a las jaurías de canes,
que buscan jadeando algo para rapiñar
empujadas por el miedo y el hambre,
husmeando en cada lugar,
luchando, peleando, arrebatando,
mostrando los dientes, aullando y gruñendo.
Es una casa escalofriante y temible,
de aspecto perturbador.
En cada rincón moran
espectros y duendes malignos,
yakshas y espíritus del mal
que se alimentan de carne humana

o de animales ponzoñosos.
Las alimañas y aves de carroña
ven nacer sus crías, las empollan y alimentan
con el afán de ocultarlas y protegerlas,
pero los yakshas las superan en su afán
y al instante las capturan y devoran.
Pero no bien se hartan de comer,
la furia redobla en su perverso corazón,
que emite un sonido terrorífico,
provocador y violento.
Los demonios kumbhandas
se agazapan sobre las pilas de tierra
o andan a los saltos
a medio metro del suelo,
merodeando sin rumbo ni dirección,
divirtiéndose a su antojo.
A veces, aferran un perro con dos de sus patas,
y lo golpean hasta que deja de ladrar,
o plantan sus garras en el cuello del animal
aterrorizándolo por pura diversión.
Y también hay demonios
de cuerpo largo y grande
que viven en la casa,
desnudos, negros y escuálidos,
reclamando alimento a gritos
con voz atronadora y horrísona.
Y hay otros demonios,
con gargantas como púas;
algunos con cabeza de buey
que consumen carne humana,
y otros que se alimentan de perros.
Crueles y feroces,
corren y se agazapan entre aullidos y gritos,
con las greñas sucias y enmarañadas,
azuzados por el hambre y la sed.
Los yakshas y los espíritus hambrientos,
y las muchas alimañas y aves de carroña,
merodean hambrientas en cada rincón,

atisbando por las ventanas.
Así son los peligros de esa casa,
poblada de amenazas y de terrores incalculables.
La mansión, vieja y en ruinas,
pertenece a un hombre
que ha partido no hace mucho tiempo
y tampoco se ha ido muy lejos.
De pronto,
un incendio estalla en la residencia.
En un instante, por los cuatro flancos,
se eleva una masa flamígera.
Explotan las vigas, los tirantes, las cumbreras, los pilares,
y crepitan con un rugido incendiario.
Tiemblan y se desploman, partidas en dos,
mientras ceden los tabiques y las paredes.
Los demonios y espíritus
lanzan una muralla de aullidos,
y las águilas, halcones y otras aves,
y los demonios kumbhandas
se retuercen de espanto y de terror,
sin saber por dónde huir.
Las bestias pérfidas y ponzoñosas
se ocultan en sus guaridas y madrigueras,
y los demonios pishachas,
que también moran en ese lugar
por haber hecho el bien en tan corta medida,
quedan atrapados en las llamas
y se abalanzan unos sobre otros
bebiendo sangre y dentellando carne.
Los chacales y otros animales de su clase
ya han muerto a esa altura,
y las bestias de mayor porte
se pelean por devorarlos.
Crece una espesa nube de humo maloliente
que invade la casa por todos los sectores.
Y los ciempiés y miriápodos,
y las serpientes venenosas y demás de su especie,
chamuscados por el fuego,

se escabullen de sus escondites
tan solo para ser presa de los demonios kumbhandas
que se arrojan sobre ellos y se los comen.
Y, además, los espíritus hambrientos,
mientras las llamas rondan sus cabezas,
corren despavoridos sin orden ni concierto,
famélicos y sedientos, torturados por el calor.
Así suceden las cosas en esa mansión:
todo es temible y espantoso;
todo es daño maléfico y caos ardiente,
y no la afligen uno, sino muchos males.
En ese momento, el dueño de la casa
se detiene ante la puerta de entrada,
cuando escucha a alguien decir:
«Hace un rato, sus muchos hijos
entraron en la vivienda
para entretenerse jugando.
Son muy jóvenes y, al no tener uso de razón,
estarán absortos en su pasatiempo».
Cuando el acaudalado hombre lo escucha,
corre alarmado a la casa incendiada,
resuelto a rescatar a sus hijos
y salvarlos de morir entre las llamas.
Les implora que lo escuchen,
les explica los muchos peligros y amenazas,
les habla de los espíritus malignos y de las alimañas ponzoñosas
y de las llamaradas que todo lo devoran,
de la multitud de sufrimientos
que, sin cesar, se abatirá sobre ellos;
les describe las serpientes venenosas, lagartijas y culebras,
y los muchos yakshas
y los demonios kumbhandas,
los chacales, zorros y perros,
las águilas, halcones, lechuzas y búhos,
los escarabajos estercoleros e insectos similares
atormentados y azuzados por la sed y el hambre,
y todos esos espantos en verdad temibles.
¡Sus hijos no pueden permanecer en tan peligroso lugar,

y mucho menos entre las llamas!
Pero los hijos no tienen uso de razón,
y, aunque escuchan las advertencias del padre,
siguen divirtiéndose
sin cesar de jugar.
En ese momento,
piensa el hombre rico:
«Mis hijos se conducen de un modo
que suma desdichas a mis penas.
¡Hoy, en esta casa,
no hay un solo motivo de gozo;
y además mis hijos,
entregados a la diversión,
rehúsan escuchar mis órdenes
y serán destruidos por el fuego!».
Entonces se le ocurre
inventar un medio hábil
y les dice a los pequeños:
«Tengo muchas clases
de juguetes exóticos y prodigiosos,
espléndidos carruajes recamados de gemas
y tirados por cabras, y por ciervos,
y por grandes bueyes.
En este preciso momento, están al otro lado de la puerta.
¡Venid a verlos!
Los he mandado fabricar
expresamente para vosotros.
¡Podéis elegir el que os agrade
y jugar con ellos a vuestro antojo!».
Cuando los niños escuchan
esa descripción de los carruajes,
se propinan empellones para salir
a cual más veloz de la casa,
y así quedan por fin a la intemperie,
lejos de toda amenaza y peligro.
Cuando el hombre rico ve que sus hijos
han escapado de la casa en llamas
y lo esperan en el cruce de caminos,

se sienta en un sitial de león
y se felicita con estas palabras:
«Ahora estoy contento y feliz.
Estos hijos que he tenido
han sido muy difíciles de criar.
Ignorantes,  infantiles, insensatos,
se han metido en esa casa llena de peligros,
de alimañas ponzoñosas
y de duendes temibles.
Un incendio voraz la rodea
por los cuatro flancos,
y estos hijos míos
insistían en seguir jugando.
Pero ahora he podido salvarlos,
y les he permitido escapar del peligro.
Por esa razón, buenos hombres,
me siento satisfecho y feliz».
En ese momento, ven los hijos a su padre,
cómodamente  sentado,
y se dirigen a su lado
para implorarle:
«Danos, por favor,
las tres clases de carrozas enjoyadas
que antes nos prometiste.
Dijiste que si salíamos de la casa
nos regalarías tres carruajes,
para que eligiésemos el que más nos agradara.
¡Es hora de que
los recibamos!».
El hombre era más que opulento,
y poseía incontables arcas de tesoros.
Con oro, plata, lapislázuli,
nácar, ágata
y otros materiales de inmenso valor
construye grandes carrozas,
magníficamente adornadas y provistas,
con barandillas en derredor
y campanas por los cuatro lados.

En lo alto, cuerdas de oro entrelazadas
y redecillas de perlas,
y orlas con flores doradas,
que penden en gran profusión.
Ornamentos coloridos
envuelven las carrozas,
y suaves gasas y sedas
hacen las veces de cojines
sobre lienzos de la más fina confección
que, valuados en miles o en millones,
blancos, brillantes y puros,
se extienden sobre ellos.
Y también, para tirar de los carruajes,
hay grandes y blancos bueyes
de bello porte,
robustos, finos y vigorosos,
y hay también numerosos mozos de cuadra y criados
para custodiarlos y acompañarlos.
Un carruaje así de soberbio
presentó el hombre, por igual, a cada uno de sus hijos.
En ese momento, los niños
danzaron de alegría,
subieron a las carrozas enjoyadas
y las hicieron andar en todas las direcciones,
felices y entregados a la dicha,
libres y sin restricciones.
Y esto te digo, Shariputra:
yo soy como ese acaudalado hombre.
Yo, el más respetado de los venerables,
soy el padre de este mundo,
y todos los seres
son mis hijos.
Pero viven con profundo apego a los placeres mundanos
y no tienen disposición a la sabiduría.
No hay seguridad en el mundo triple;
es como una casa en llamas,
colmada de múltiples sufrimientos,
digna de temer,

constantemente asolada de pesares y de aflicciones,
derivados del nacimiento, la vejez, la enfermedad
y la muerte, cual fuegos devoradores e incesantes.
El Que Así Llega ya se ha marchado
de la casa en llamas que son los tres mundos,
y habita en serena quietud,
en la seguridad del bosque y de los llanos.
Pero ahora estos tres mundos
son mis dominios,
y los seres vivos que habitan allí
son, todos, mis hijos.
Este lugar
está plagado de dolores y de pruebas.
Soy la única persona
que puede rescatar y proteger a los demás,
pero aunque les enseño y los instruyo,
no creen en mis enseñanzas ni las aceptan,
porque, manchados por el deseo,
viven profundamente inmersos en la codicia y en los apegos.
Así que recurro a medios hábiles,
y les describo tres vehículos
para hacer que todos los seres vivos
comprendan las aflicciones de los tres mundos,
y, entonces, me lanzo a exponer
vías para que escapen del mundo.
Si estos hijos míos
se deciden a hacerlo,
pueden adquirir las tres comprensiones
y los seis poderes trascendentales;
pueden llegar a ser los que toman conciencia de la causa
o bodisatvas en el nivel del cual no hay retroceso.
Y esto te digo, Shariputra:
en bien de los seres vivos,
empleo estas semejanzas y parábolas
para predicar el vehículo único del Buda.
Si tú y los otros sois capaces
de creer en mis palabras y de aceptarlas,
con certeza, todos vosotros

alcanzaréis el Camino del Buda.
Este vehículo es sutil, prodigioso,
de pureza inmaculada;
no tiene parangón
en ninguno de los mundos.
Como el Buda se deleita en él y lo aprueba,
todos los seres vivos
deben ensalzar este Camino,
hacerle ofrendas y reverencia.
Hay infinidad de miles de millones
de poderes, emancipaciones,
meditaciones, sabidurías,
y demás atributos del Buda.
Pero si los hijos pueden obtener este vehículo,
él les permitirá,
día y noche, durante kalpas innumerables,
hallar constante solaz,
unirse a los bodisatvas
y a la multitud de los que escuchan la voz
para subirse a este carruaje alhajado
y avanzar directamente hacia el lugar de la iluminación.
Por tales razones,
aunque uno buscara con esmero en las diez direcciones,
no encontraría otros  vehículos
salvo cuando el Buda los predicara como medios hábiles.
Y te digo, Shariputra,
tú y los otros
sois, todos, mis hijos,
y yo soy un padre para vosotros.
 Durante reiterados kalpas,
habéis ardido en las llamas de un sinfín de sufrimientos,
pero yo os salvaré a todos
y os haré escapar de los tres mundos.
Aunque antes os había dicho
que habíais alcanzado la extinción,
en realidad eso era solo el fin del nacimiento y la muerte,
no la extinción verdadera.
Ahora, lo único que necesitáis

es adquirir la sabiduría del Buda.
Que los bodisatvas
aquí presentes en esta asamblea
con un único pensamiento
escuchen la verdadera Ley de los budas.
Aun cuando los budas, los Honrados por el Mundo,
recurren a medios hábiles,
los seres vivos a quienes ellos convierten
son todos bodisatvas.
Y a las personas de escaso saber
profundamente apegadas a la lujuria y al deseo,
sabiendo que son así,
el Buda les predica la regla del sufrimiento.
Entonces los seres vivos se alegran
cuando logran lo que nunca antes habían adquirido.
La regla del sufrimiento que predica el Buda
es veraz e invariable.
Y para los seres vivos
que no entienden la raíz del sufrimiento,
profundamente apegados a las causas que los hacen sufrir
e incapaces de tomar distancia de ellas ni un instante,
sabiendo que son así,
el Buda emplea medios hábiles para predicar el Camino.
En cuanto a la causa de todo sufrimiento,
sus raíces son la codicia y el deseo.
Si se erradican el deseo y la codicia,
el sufrimiento no tendrá dónde prosperar.
Erradicar todos los  sufrimientos:
he aquí la tercera regla.
En bien de esta regla, la regla de la extinción,
uno practica el Camino.
Y cuando suelta las ataduras del sufrimiento,
a eso se le llama lograr la emancipación.
¿Por qué medio
puede alguien lograr la emancipación?
Separándose de la falsedad y de la ilusión:
solo a esto se le puede llamar emanciparse.
Pero al que no haya podido realmente

emanciparse de todo,
el Buda le dirá
que no ha logrado la extinción verdadera,
porque las personas así
no han entrado aún en el Camino insuperable.
Mi propósito no es tratar
de guiarlas a la extinción.
Soy el rey del Dharma,
libre de hacer con la Ley lo que desee.
La razón por la cual aparezco en el mundo
es llevar paz y seguridad a los seres.
Y esto te digo, Shariputra:
predico este, mi Sello del Dharma,
porque anhelo
impartir beneficios al mundo.
No debéis transmitirlo en forma irreflexiva
por dondequiera que deambuléis.
Debéis saber
que el que quiera escucharla,
responda con alegría y la acepte de buen grado
ha alcanzado el nivel del que no se retrocede.
El que crea y acepte
la Ley de este sutra,
es porque ya ha visto
a los budas del pasado,
les ha dado ofrendas respetuosamente,
y ha escuchado esta Ley.
Si hay quien puede
creer en lo que predicas,
es porque me ha visto a mí
y te ha visto a ti,
y a los otros monjes
y a los bodisatvas.
Este Sutra del loto
es predicado para quienes tienen profunda sabiduría.
Si lo escuchan personas de comprensión superficial,
se sentirán confundidas y no entenderán.
Y en lo que concierne a los que escuchan la voz

y a los pratyekabuddhas,
hay cosas en este sutra
que superan sus poderes.
Hasta tú, Shariputra, en lo que respecta a este sutra,
solo has podido obtener el acceso a través de la fe.
¡Cuánto más válido ha de ser esto en el caso de los demás discípulos
que escuchan la voz!
Si esos otros discípulos que escuchan la voz pueden abrazar este sutra,
no es gracias a la sabiduría que poseen,
sino a que creen en las palabras del Buda.
Asimismo, Shariputra,
no prediques este sutra
a personas holgazanas o arrogantes,
o engañadas por sus ideas sobre el yo.
A los que tienen la comprensión superficial de las personas comunes,
hondamente apegadas a los cinco deseos,
no se lo prediques,
pues no podrán comprenderlo.
El que no tiene fe en este sutra
y, en cambio, actúa contra él,
inmediatamente destruirá todas las semillas
que le permitirán ser un buda en cualquier mundo.
O tal vez lo rechace con el ceño fruncido,
y sienta dudas o perplejidad.
Escucha y te diré
la retribución que alguien así deberá enfrentar.
Ya sea que el Buda se encuentre en el mundo
o ya haya entrado en la extinción,
si esta persona actuara contra
un sutra como este,
o si al ver a los que leen, recitan,
copian y proclaman este sutra
los despreciara, odiara, envidiara
o tratara con rencor,
la retribución que alguien así deberá enfrentar,
escucha, es la que ahora te diré:
cuando su vida concluya,

entrará en el infierno Avichi,
donde permanecerá confinado durante un kalpa entero,
y cuando ese kalpa termine, volverá a nacer en ese lugar.
Seguirá repitiendo este ciclo durante
incontable número de kalpas.
Aunque salga del infierno,
caerá en el reino de los animales,
y será un perro o un chacal
flaco y zaparrastroso,
oscuro, descolorido, con costras y llagas,
objeto de la saña de los hombres.
O bien será
odiado y despreciado por los hombres,
constantemente acosado por el hambre y la sed,
huesudo y carniseco,
expuesto a tormentos e infortunios en vida,
y enterrado en la muerte bajo piedras y lajas.
Por haber cercenado las semillas de la Budeidad,
esta es la retribución que padecerá.
O si nace como camello,
o con la forma de un asno,
su cuerpo cargará pesados bultos sin descanso,
y será azotado con fustes o látigos.
Su único pensamiento será el agua y el heno,
y no querrá saber de otras cosas.
Por haber actuado contra este sutra,
esta es la retribución que sufrirá.
O nacerá como chacal
que ronda por las aldeas,
sarnoso y con costras,
tuerto,
golpeado y zurrado
por los niños,
expuesto al tormento y al dolor,
a veces hasta el borde de la muerte.
Y cuando muera,
renacerá nuevamente en un cuerpo de serpiente,
largo y grueso,

de quinientos yojanas de longitud;
será sorda, necia y sin patas,
condenada a avanzar arrastrándose
mientras las pequeñas alimañas
la muerden o se alimentan de ella,
día y noche, sobrellevando la adversidad
sin tregua.
Por haber actuado contra este sutra,
esta es la retribución que padecerá.
Y si nace como ser humano,
tendrá facultades estériles y burdas,
será débil, ruin, encorvado, tullido,
ciego, sordo, jorobado.
Cuanto diga
nadie lo creerá,
y de su boca saldrá un hedor repulsivo.
Los demonios se valdrán de su cuerpo
pobre e inferior,
objeto de las órdenes ajenas,
plagado de muchos males, flaco y enjuto,
sin tener a quién acudir.
Aunque se acerque a los semejantes,
los demás nunca lo tendrán en cuenta.
Aunque gane algo,
de inmediato lo perderá o lo olvidará.
Aunque practique el arte de la medicina,
y, con sus métodos, logre curar la enfermedad de una persona,
esta contraerá otra afección
y probablemente acabará muriendo.
Y cuando él mismo enferme,
nadie lo cuidará ni le dará tratamiento,
y aunque tome un buen remedio,
su condición empeorará.
Cuando los demás cometan actos de traición,
saqueo y robo,
la culpa de tales faltas
injustamente se abatirá sobre él.
Una persona transgresora de esta clase

jamás verá al Buda,
al rey de los muchos venerables,
predicar la Ley, enseñar y convertir.
Una persona transgresora de esta clase
constantemente nacerá en medio de dificultades,
alienada, sorda, de mente confusa,
y jamás escuchará la Ley.
Durante kalpas incontables,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
nacerá sordomudo,
con las facultades disminuidas,
constantemente habitará en el infierno,
por el cual deambulará como si fuera un jardín,
y en los demás malos senderos de la existencia
se sentirá como en su propio hogar.
Y adoptará las formas de
camello, asno, cerdo y perro.
Por haber actuado contra este sutra,
esta es la retribución que sufrirá.
Y si nace como ser humano,
será ciego, sordo y mudo.
Su único adorno será
la pobreza, la necesidad y la decadencia en todas sus formas;
y llevará por todo atuendo
escaras, llagas, úlceras,
ampollas, diabetes
y enfermedades de esta gravedad;
su cuerpo siempre apestará,
mugriento e impuro.
Profundamente apegado a las ideas sobre su yo,
vivirá a merced de la ira y del odio;
sentirá la fiebre de un deseo lujurioso,
y no rechazará ni a las bestias ni a las aves.
Por haber actuado contra este sutra,
esta es la retribución que padecerá.
Y te digo, Shariputra,
si me pusiera a describir las retribuciones negativas que caen
sobre las personas que actúan contra este sutra,

tardaría un kalpa entero y, así y todo, no finalizaría nunca.
Por este motivo,
expresamente te digo
que no prediques este sutra
a personas sin sabiduría.
Pero a aquellos de lúcida capacidad,
sabios y conscientes,
de gran saber y de buena memoria,
dispuestos a buscar el Camino del Buda,
a esas personas
está bien que se lo prediques.
Y a los que han visto
a cientos y miles y millones de budas,
y han plantado muchas buenas raíces
y tienen una actitud firme y de hondo compromiso,
a esas personas
está bien que se lo prediques.
Y a los que son diligentes
y cultivan a cada instante una actitud compasiva,
y no escatiman el cuerpo ni la vida,
está bien que se lo prediques.
Y a los que son respetuosos y reverentes
y no se distraen en otra cosa,
a quienes se apartan de la ignorancia general
y se marchan a vivir solos, entre ríos y montañas,
a esas personas
está bien que se lo prediques.

Asimismo, Shariputra,
si ves a una persona
que expulsa a los malos amigos
y se relaciona con buenas compañías, a alguien así
está bien que se lo prediques.
Si ves a un hijo del Buda
que observa los preceptos, limpio e intachable
como una gema pura y brillante,
en busca del sutra del gran vehículo,
a alguien así

está bien que se lo prediques.
Y a alguien sin ira,
recto y de talante bondadoso,
siempre apiadado de todos los seres,
y reverente y respetuoso con los budas,
a alguien así
está bien que se lo prediques.
Si ves a un hijo del Buda
en medio de la gran asamblea,
y observas que, con actitud pura,
emplea diversas causas y condiciones,
semejanzas, parábolas y otras expresiones
para predicar la Ley en forma libre e irrestricta,
a alguien así
está bien que se lo prediques.
Si hay monjes que,
en bien de la sabiduría amplia,
buscan la Ley en todas las direcciones
con receptividad y gratitud, y unen las palmas
con el único deseo de aceptar y abrazar
el sutra del gran vehículo
y no aceptar una sola estrofa
de los demás sutras,
a esas personas
está bien que se lo prediques.
Y al que busca este sutra
con corazón serio y sincero
como si buscara las reliquias del Buda,
y al adquirirlo y aceptarlo con gratitud
no mostrara intención
de ir en busca de otros sutras,
y no pensara ni una sola vez
en las enseñanzas no budistas,
a alguien así
está bien que se lo prediques.
Y te digo, Shariputra,
si describiera todas las características
de los que buscan el Camino del Buda,

podría tardar un kalpa entero, y no finalizaría jamás.
Las personas de esta clase
son capaces de creer y de entender.
Por lo tanto, a ellas debes predicarles
el Sutra del loto de la Ley prodigiosa.