lunes, 2 de mayo de 2016

1 INTRODUCCIÓN

Esto es lo que escuché:
Se hallaba una vez el Buda en Rajagriha, en el monte Gridhrakuta, acompañado por una multitud de doce mil prominentes monjes. Eran todos arhats, que habían puesto fin a los desbordamientos y ya no tenían más deseos mundanos, habían logrado lo que obraba en su ventaja, habían dado término a las ligaduras de la existencia, y sus mentes se hallaban en estado de libertad.
Se llamaban Ajnata Kaundinya, Mahakashyapa, Uruvilva Kashyapa, Gaya Kashyapa, Nadi Kashyapa, Shariputra, Gran Maudgalyayana, Mahakatyayana, Aniruddha, Kapphina, Gavampati, Revata, Pilindavatsa, Bakkula, Mahakaushthila, Nanda, Sundarananda, Purna el hijo de Maitrayani, Subhuti, Ananda y Rahula. Y todos eran, como ellos, grandes arhats conocidos por los demás.
También había dos mil personas, algunas de las cuales aún seguían recibiendo instrucción mientras que otras ya habían completado su aprendizaje.
Estaban también la monja Mahaprajapati y sus seis mil seguidoras; y la madre de Rahula, la monja Yashodhara, con sus seguidoras.
Había bodisatvas, ochenta mil en total, ni uno solo de los cuales había retrocedido jamás en su búsqueda de la iluminación suprema y perfecta. Todos habían adquirido dharanis, se solazaban predicando, eran elocuentes y hacían girar la rueda de la Ley que no sabe de retrocesos. Habían hecho ofrendas a inconmensurables cientos y miles de budas; en presencia de diversos budas habían plantado numerosas raíces de virtud; habían sido ensalzados por los budas sin cesar; se habían ejercitado en el amor compasivo; podían entrar en la sabiduría del Buda; se habían internado plenamente en la gran sabiduría y habían llegado a la orilla opuesta. Su fama había circulado por infinidad de mundos, y eran capaces de salvar a incontables cientos de miles de seres.
Y ellos eran el bodisatva Manjushri, el bodisatva Percibir los Sonidos del Mundo, el bodisatva Poseedor de Gran Autoridad; el bodisatva Esfuerzo Constante; el bodisatva Jamás Descansar; el bodisatva Palma Alhajada; el bodisatva Rey de la Medicina; el bodisatva Valeroso Dador; el bodisatva Luna Alhajada; el bodisatva Luz de Luna; el bodisatva Luna Llena; el bodisatva Gran Fortaleza; el bodisatva Fortaleza Incalculable; el bodisatva Trascender los Tres Mundos; el bodisatva Bhadrapala; el bodisatva Maitreya; el bodisatva Acumulación de Joyas y el bodisatva Guía Conductor. Y se encontraban presentes ochenta mil bodisatvas como estos.
En ese momento también se hallaban presentes el rey celestial Shakra con sus seguidores, veinte mil hijos de dioses. Incluso se encontraban los hijos de las deidades Luna Maravillosa, Fragancia Intensa, Fulgor de Joya y los cuatro grandes reyes celestiales, junto a sus seguidores, diez mil hijos de dioses.
También se hallaban los hijos de las deidades Libertad y Gran Libertad y sus seguidores, treinta mil hijos de dioses. Y estaban presentes el rey Brahma, señor del mundo saha, el gran Brahma Shikhin, y el gran Brahma Luz Brillante, y sus seguidores, doce mil hijos de dioses.
Y estaban los ocho reyes dragones: Nanda, Upananda, Sagara, Vasuki, Takshaka, Anavatapta, Manasvin y Utpalaka, cada uno con varios cientos de miles de seguidores.
Y a su vez, los cuatro reyes kimnaras: Ley, Ley Prodigiosa, Gran Ley y Mantener la Ley, cada uno con varios cientos de miles de seguidores.
Y estaban los cuatro reyes gandharvas: Grato, Grato Sonido, Hermoso y Hermoso Sonido, cada uno acompañado de varios cientos de miles de seguidores.
Y también los cuatro reyes asuras: Balin, Kharaskandha, Vemachitrin y Rahu, cada uno de ellos en compañía de varios cientos de miles de seguidores.
Y estaban los cuatro reyes garudas: Gran Majestad, Gran Cuerpo, Gran Plenitud y Tal Como Uno Desee, cada uno con varios cientos de miles de seguidores. Y también estaba el rey Ajatashatru, hijo de Vaidehi, con varios cientos de miles de seguidores.
Cada uno de ellos, después de inclinarse en reverencia ante los pies del Buda, se apartó y tomó asiento a un lado.

En ese momento, el Honrado por el Mundo, rodeado por las cuatro clases de creyentes, recibió ofrendas y muestras de respeto, y fue honrado y alabado. Y en beneficio de los bodisatvas, predicó el sutra del gran vehículo llamado Infinitos significados, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas.
Cuando el Buda hubo concluido la prédica de este sutra, se sentó con las piernas cruzadas en la posición del loto y entró en el samadhi del origen de los infinitos significados, con el cuerpo y la mente inmóviles. En ese momento, del cielo llovieron flores de mandarava, flores de gran mandarava, flores de manjushaka y flores de gran manjushaka, que se esparcieron sobre el Buda y sobre la gran asamblea, y en todas partes el mundo del Buda se estremeció y tembló de seis maneras distintas.
En ese instante, los monjes, monjas, laicos, laicas, seres celestiales, dragones, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos de la asamblea, como así también los reyes menores y los reyes venerables que hacen girar la rueda y todos los presentes en la gran asamblea, habiendo adquirido lo que nunca antes fuera suyo, se colmaron de alegría y, uniendo las palmas de las manos, contemplaron al Buda con un único pensamiento.
En ese momento, el Buda emitió un haz de luz desde el mechón blanco que tenía en su entrecejo —uno de sus rasgos distintivos— que iluminó dieciocho mil mundos en dirección al este. No había sitio donde la luz no penetrase; hacia el nadir llegaba a los infiernos Avichi, y en dirección al cenit llegaba a los cielos Akanishtha.
Desde este mundo, pudo verse a los seres vivos de los seis senderos de la existencia en todas esas otras tierras. Y pudo verse, asimismo, a los budas presentes entonces en esas otras tierras y se oyeron las enseñanzas de los sutras que exponían tales budas. Al mismo tiempo, se vio a los monjes, monjas, laicos y laicas que se dedicaban a la práctica religiosa y lograban el Camino. También pudo verse a los bodisatvas que, mediante diversas causas y condiciones, y distintas clases de fe y de comprensión, y en diferentes formas y aspectos, llevaban a cabo el Camino del bodisatva. Y también pudo verse a los budas que habían entrado en el parinirvana, y también se vio cómo se erigían torres adornadas con los siete tesoros para albergar las reliquias de los budas, una vez que estos habían ya entrado en el parinirvana.
En ese momento, el bodisatva Maitreya tuvo este pensamiento: «Ahora, el Honrado por el Mundo ha manifestado estos signos asombrosos. ¿Pero cuál es la causa de tales portentos auspiciosos?
Ahora el Buda, el Honrado por el Mundo, ha entrado en el samadhi. Es muy extraordinario ver un acontecimiento tan inescrutable como este. ¿A quién debo interrogar al respecto? ¿Quién podrá darme una respuesta?».
Y también tuvo este pensamiento: «Este Manjushri, hijo de un rey del Dharma, ya ha prestado servicio personal y ha dado ofrendas a un incalculable número de budas en el pasado. Con toda seguridad, tiene que haber visto antes estos signos extraños. Ahora he de interrogarlo».
Entonces, los monjes, monjas, laicos y laicas, y los seres celestiales, dragones, espíritus y otras criaturas, todos tuvieron este pensamiento:
«Con respecto a este rayo luminoso que irradió del Buda, a esta señal de poderes trascendentales, ¿a quién deberíamos consultarle?».
Por su parte, el bodisatva Maitreya quiso disipar las dudas que inspiraba esta cuestión. Y además, pudo ver lo que había en la mente de las cuatro clases de creyentes —monjes, monjas, laicos y laicas— y en la de los seres celestiales, dragones, espíritus y demás seres que formaban la asamblea. De modo que interrogó así a Manjushri:
—¿Cuál es la causa de estos portentos auspiciosos, estos signos de poderes trascendentales, este gran haz de luz que ilumina las dieciocho mil tierras en dirección al este para que podamos ver allí todos los adornos de los mundos del Buda?
Y entonces, el bodisatva Maitreya, deseando que constara su intención una vez más, planteó su pregunta en verso:

—Manjushri,
¿por qué del mechón blanco
que tiene nuestro líder y maestro entre las cejas
irradia esta potente luz que alumbra todo en derredor?
¿Por qué llueven flores
de mandarava y de manjushaka,
y la brisa, fragante de sándalo,
 deleita el corazón de la asamblea?
A causa de ello
cada rincón de la tierra se adorna y se purifica
 y este mundo
tiembla y se estremece de seis formas distintas.
En este momento, las cuatro clases de creyentes
rebosan de alegría y de deleite,
en cuerpo y alma se regocijan,
por haber adquirido lo que nunca antes habían tenido.
El haz de luz que irradia de su entrecejo
ilumina la región oriental,
y las dieciocho mil tierras
adquieren el color del oro.
Y de aquí pueden verse,
desde los infiernos Avichi, en lo bajo,
hasta, en lo alto, las Cumbres del Ser,
los diversos mundos,
los seres vivos de los seis senderos,
hacia donde tienden su nacimiento y su muerte,
 sus actos malos y buenos,
y la recompensa grata o adversa que ellos reciben.
También vemos a los budas,
venerables señores, leones
que exponen y predican sutras
sutiles, espléndidos y supremos.
Sus voces, puras y diáfanas,
emiten sonidos suaves y agradables
mientras enseñan
a incontables millones de bodisatvas.
Sus sonidos de Brahma son profundos y maravillosos
y hacen que la gente se deleite al escucharlos.
Cada uno en su propio mundo
 predica la enseñanza correcta
ateniéndose a diversas causas y condiciones,
recurriendo a un sinfín de semejanzas,
alumbrando la Ley budista,
guiando a los seres vivos a la iluminación.
A quien afronta dificultades,
y teme a la vejez, la enfermedad y la muerte,
los budas le predican sobre el nirvana
y le explican cómo poner fin a todos sus sinsabores.
A quien posee buena fortuna
por sus ofrendas realizadas en el pasado a los budas,
resuelto a buscar una enseñanza superior,
los budas le predican el camino del que toma conciencia de la causa.

Y a los hijos del Buda
que llevan a cabo diversas prácticas religiosas
 en pos de la sabiduría insuperable,
los budas les predican la vía de la pureza.
Manjushri,
he estado viviendo aquí,
viendo y oyendo de este modo
muchos miles de millones de cosas.
Y aunque son numerosas,
las mencionaré en pocas palabras.
Veo en estas tierras
a bodisatvas numerosos como los granos de arena del Ganges,
que de acuerdo con causas y condiciones diversas
buscan el Camino del Buda.
Algunos de ellos dan limosnas
y se complacen en donar
oro, plata, coral,
perlas, gemas de mani,
nácar, ágata,
diamantes y otras rarezas,
siervos y criadas, carruajes,
palanquines y angarillas alhajadas.
En su avance hacia el Camino del Buda,
su ánimo es adquirir este vehículo,
el más prominente de los tres mundos
y el más loado por los budas.
Y hay también bodisatvas
que ofrecen carruajes alhajados arrastrados por cuadrigas,
con techo y flancos ornamentados
por barandillas y doseles florales.
Y también veo a bodisatvas
que se desprenden de sus pies, manos y carne,
de sus esposas e hijos,
en busca del Camino insuperable.
Veo a bodisatvas
que entregan de buen grado
ojos, cabezas, miembros y cuerpos,
en su afán de buscar la sabiduría del Buda.

Manjushri,
veo a reyes
que acuden al lugar del Buda
para inquirir sobre el Camino insuperable.
Dejan sus tierras felices,
sus palacios, sus doncellas y edecanes,
se afeitan la barba, se rasuran la cabeza
y se cubren con las ropas del Dharma.
O veo a bodisatvas
que se han vuelto monjes
y, solos en la quietud,
se regocijan recitando los sutras.
También veo a bodisatvas
que se esfuerzan con valentía y vigor,
y se internan en la espesura de los montes
con el pensamiento enfocado en el Camino del Buda.
Y los veo apartarse del deseo,
vivir en quietud y vacío incesantes,
ahondar en la práctica de la meditación
hasta haber adquirido los cinco poderes  trascendentales.
Y veo a bodisatvas
reposando en meditación, con las palmas de las manos unidas,
con mil, diez mil estrofas
de alabanza al rey de las doctrinas.
Y asimismo veo a bodisatvas
de profunda sabiduría y firme propósito,
que saben preguntar a los budas
y aceptar y acatar todo lo que escuchan.
Y veo a hijos del Buda
diestros en la meditación y en la sabiduría,
que usan incalculable cantidad de analogías
para exponer a la asamblea la Ley
y deleitarse predicándola,
convertir a los bodisatvas,
vencer a las legiones demoníacas
y batir el tambor del Dharma.
Y veo a bodisatvas
profundamente mudos e  inmóviles,
honrados por seres celestiales y dragones,

aunque sin regocijarse con ello.
Y veo a bodisatvas
que viven en bosques y proyectan luz,
salvan a los que sufren en el infierno
y los hacen ingresar en el Camino del Buda.
Y veo a hijos del Buda
que nunca han dormido, ni una sola vez,
y no cesan de dar vueltas por el bosque
en diligente búsqueda del Camino del Buda.
Y veo a los que observan los preceptos,
de intachable conducta,
puros como joyas y gemas,
buscar de ese modo el Camino del Buda.
Y veo a hijos del Buda
resistir en la templanza de la fortaleza,
aceptar los insultos y golpes
de personas de extrema arrogancia,
dispuestos a sufrir todo esto
y, de ese modo, buscar el Camino del Buda.
Y veo a bodisatvas
distanciarse de la risa y de la frivolidad
y de las compañías banales,
para cultivar la amistad de personas sabias,
concentrar la mente, disipar la confusión,
ordenar sus pensamientos en montañas y bosques,
y durante diez billones de años,
de ese modo, buscar el Camino del Buda.
O veo a bodisatvas
que poseen manjares para comer y beber
y cien clases de pociones medicinales,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
con finos ropajes y prendas exquisitas
preciadas en miles o en decenas de miles,
o con túnicas de valor incalculable,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
y con mil, diez mil, un millón de clases
de residencias alhajadas hechas de madera de sándalo,
y numerosos y espléndidos lechos y cobijas,
y que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
con inmaculados jardines y arboledas
de abundantes frutos y flores,
de caudalosas fuentes y estanques para bañarse,
que los ofrecen al Buda y a sus monjes;
y veo ofrendas de esta índole,
de variada y esplendorosa diversidad,
obsequiadas sin pesar y de buen grado,
por quienes buscan el Camino insuperable.
Y hay bodisatvas
que exponen la doctrina de la serena extinción
y brindan distintas clases de instrucción
a incalculables seres vivos.
O veo a bodisatvas
que ven la naturaleza de todos los fenómenos
como algo que no posee características duales
y es como espacio vacío.
Y veo a hijos del Buda
de mentes sin apego,
que emplean esta excelsa sabiduría
para buscar el Camino insuperable.
Manjushri,
también hay bodisatvas
que, después de que el Buda ha pasado a la extinción,
consagran ofrendas a sus reliquias.
Veo a hijos del Buda
construir  torres conmemorativas,
incontables como los granos de arena del Ganges,
y adornar con ellas cada tierra,
y torres alhajadas, sublimes y espléndidas,
de cinco mil yojanas de alto,
y exactamente dos mil yojanas
de ancho y de profundidad,
y cada una de estas torres conmemorativas,
con sus mil pendones y gallardetes,
con cortinas bordadas de gemas como gotas de rocío
y campanillas alhajadas de armonioso repicar.

Hay seres celestiales, dragones,
seres humanos y no humanos
que ofrendan sin descanso
incienso, música y flores.
Manjushri,
estos hijos del Buda,
para consagrar ofrendas a las reliquias,
adornan las torres conmemorativas
de forma que cada tierra, tal como es,
aparece tan increíblemente hermosa
y encantadora como el rey celestial de los árboles
cuando sus flores se abren y se despliegan.
Cuando el Buda emite un rayo de luz,
los demás integrantes de la asamblea y yo
podemos ver esas tierras
con sus prodigios diversos y notables.
Los poderes sobrenaturales de los budas
y su sabiduría son algo en verdad extraordinario;
con solo emitir un puro haz de luz,
los budas iluminan tierras incontables.
Yo y los demás lo hemos visto,
hemos adquirido algo que antes desconocíamos.
Manjushri, hijo del Buda,
te suplico que resuelvas las dudas de la asamblea.
Las cuatro clases de creyentes alzan la vista
con feliz expectación, y a ti y a mí nos observan.
¿Por qué el Honrado por el Mundo
emite este rayo deslumbrante?
Hijo del Buda, danos una respuesta oportuna,
¡disipa nuestras dudas e imparte alborozo!
¿Qué profusos beneficios derivarán
de la emisión de ese rayo luminoso?
Ha de ser que el Buda ansía exponer
la Ley prodigiosa que adquirió
cuando se sentó en el lugar de la iluminación.
Ha de tener profecías que conceder.
Nos ha mostrado las tierras de Buda,
con su pureza y sus ornamentos de cuantiosos tesoros,
y hemos visto a sus budas…
Y esto no puede haber sucedido por vanas razones.
Manjushri, tú tienes que saber.
Las cuatro clases de creyentes y los dragones
te contemplan sumisos
preguntándose qué explicación darás.

En ese momento, Manjushri dijo al bodisatva Maitreya y a los demás grandes hombres:
—Buenos hombres, supongo que el Buda, el Honrado por el Mundo, ahora desea exponer la gran Ley, hacer que caiga la lluvia de la gran Ley, que resuene la caracola de la gran Ley, que truene el tambor de la gran Ley; y ansía esclarecer el significado de esta gran Ley. Buenos hombres, en el pasado he visto este auspicioso portento entre los budas. Ellos proyectan haces de luz como este, y después exponen la gran Ley. Por tal motivo, sepamos que ahora que este Buda ha manifestado esta luz, actuará de la misma manera. Él quiere hacer que todos los seres vivos oigan y comprendan la Ley que al mundo le resulta tan difícil de creer. Por esa razón ha manifestado tan auspicioso portento.
»Buenos hombres, hubo una vez en el pasado, hace un inconmensurable, ilimitado, inconcebible número de asamkhyas de kalpas, un buda llamado Brillante como el Sol y la Luna, El Que Así Llega, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo, que expuso las enseñanzas correctas. Su prédica era buena al principio, buena en el medio y buena al final. El significado era profundo y de largo alcance, y sus palabras, elocuentes y prodigiosas. Era puro y sin mezcla, completo, limpio e intachable, y llevaba las marcas de la práctica de Brahma.
»En bien de aquellos que buscaban ser discípulos que escuchaban la voz, respondió exponiendo la doctrina de las cuatro nobles verdades, para que pudieran trascender el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, y lograr el nirvana. En bien de aquellos que buscaban convertirse en pratyekabuddhas, respondió exponiendo la doctrina de la cadena causal de doce eslabones. En bien de los bodisatvas, respondió exponiendo los seis paramitas y haciendo que adquirieran la iluminación suprema y perfecta y la sabiduría que abarca todas las especies.


»Y entonces hubo otro Buda, también llamado Brillante como el Sol y la Luna, y luego otro Buda denominado Brillante como el Sol y la Luna. Hubo veinte mil budas así, todos con el mismo nombre, todos llamados Brillante como el Sol y la Luna. Y todos tenían el mismo apellido: Bharadvaja. Maitreya, debes comprender que, desde el primer buda hasta el último, todos tuvieron el mismo nombre: Brillante como el Sol y la Luna. Todos merecieron los diez títulos honoríficos, y las enseñanzas que expusieron eran buenas al comienzo, en el medio, y al final.
»El último Buda, cuando aún no había abandonado la vida de hogar, tenía ocho hijos de principesco linaje. El primero se llamaba Tener Intención; el segundo, Buena Intención; el tercero, Intención Incalculable; el cuarto, Intención Alhajada; el quinto, Intención Creciente; el sexto, Intención Limpia de Dudas; el séptimo, Intención Resonante, y el octavo, Intención de la Ley. Fácil les era a todos tener dignidad y virtudes, y cada uno de ellos presidía un mundo de cuatro continentes.
»Cuando estos príncipes supieron que su padre había renunciado a la vida familiar y había adquirido la iluminación suprema y perfecta, todos abandonaron sus derechos reales y lo siguieron, dejando también atrás la vida de hogar. Enfocaron su deseo en el gran vehículo, constantemente llevaron a cabo prácticas de Brahma, y se convirtieron en maestros de la Ley. Todos plantaron raíces de bien, en compañía de mil y diez mil budas.
»En ese momento, el buda Brillante como el Sol y la Luna predicó el sutra del gran vehículo llamado Infinitos significados, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas. Cuando hubo concluido la prédica del sutra, se sentó con las piernas cruzadas en medio de la gran asamblea y entró en el samadhi del origen de los infinitos significados, con el cuerpo y la mente inmóviles. En ese momento, del cielo llovieron flores de mandarava, flores de gran mandarava, flores de manjushaka y flores de gran manjushaka, que se esparcieron sobre el Buda y sobre la gran multitud, y en todas partes el mundo del Buda tembló y se estremeció de seis formas distintas.
»En ese instante, los monjes, monjas, laicos, laicas, seres celestiales, dragones, yakshas, gandharvas, asuras, garudas, kimnaras, mahoragas, los seres humanos y no humanos de la asamblea, así como también los reyes menores y los venerables reyes que hacen girar la rueda, todos los que había en la gran asamblea adquirieron lo que nunca antes habían tenido y, colmados de alegría, unieron las palmas de sus manos y contemplaron al Buda con un único propósito en mente.


»Entonces, El Que Así Llega emitió un haz de luz del mechón blanco de su entrecejo —uno de sus rasgos distintivos—, iluminando con él dieciocho mil tierras de Buda en dirección al este. No hubo sitio que no fuese atravesado por la luz, tal como habéis visto ahora iluminarse todas estas tierras de Buda.
»Maitreya, debes comprender esto: en ese momento, en la asamblea había veinte millones de bodisatvas que se sentían deseosos y felices de escuchar la Ley. Cuando vieron ese rayo de luz iluminar las tierras de Buda por doquier, adquirieron lo que hasta ese momento nunca habían logrado. Ansiaron conocer las causas y condiciones que habían ocasionado esa luz.
»En aquel momento, había un bodisatva llamado Maravillosamente Brillante, que tenía ochocientos discípulos. Entonces, el buda Brillante como el Sol y la Luna salió de su samadhi y, a causa del bodisatva Maravillosamente Brillante, predicó el sutra del gran vehículo llamado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas. Durante sesenta kalpas menores, el Buda permaneció en su asiento sin ponerse de pie, y los oyentes que integraban la asamblea también se mantuvieron allí sentados durante sesenta kalpas menores, con el cuerpo y la mente inmóviles. Y sin embargo, les pareció que habían escuchado predicar al Buda apenas durante el tiempo que uno tarda en comer. En ese momento, en la multitud, no había una sola persona que sintiera agotamiento físico o mental.
»Cuando el buda Brillante como el Sol y la Luna hubo predicado este sutra durante sesenta kalpas menores, dijo estas palabras a los brahmas, demonios, shramanas y brahmanes, como así también a los seres celestiales y humanos, y a los asuras de la asamblea: “Esta noche, a medianoche, El Que Así Llega entrará en el nirvana sin remanentes”.
»Había en ese momento un bodisatva llamado Acervo de Virtud, a quien el buda Brillante como el Sol y la Luna le confirió una profecía, así anunciada ante los monjes: “Este bodisatva Acervo de Virtud será el próximo en ser un buda. Y se lo conocerá con el nombre Cuerpo Puro, tathagata,  arhat, samyak-sambuddha”.
»Y cuando el Buda hubo terminado de conferir dicha profecía, a medianoche, entró en el nirvana sin remanentes.
»Y una vez que el Buda hubo fallecido, el bodisatva Maravillosamente Brillante practicó el Sutra del loto de la Ley prodigiosa durante ochenta kalpas menores y en ese lapso lo expuso a los demás. Los ocho hijos del buda Brillante como el Sol y la Luna reconocieron a Maravillosamente Brillante como maestro. Este último les enseñó y los convirtió, e hizo surgir en ellos la firme determinación de obtener la iluminación suprema y perfecta. Esos hijos principescos dieron ofrendas a inconmensurables, cientos, miles, decenas de miles, millones de budas, tras lo cual, todos pudieron alcanzar el Camino del Buda. El último en llegar a ser un buda fue Antorcha Ardiente.
»Entre los ochocientos discípulos de Maravillosamente Brillante, había uno conocido como Ávido de Fama. Codiciaba sustento y provecho material, y aunque leía y recitaba numerosos sutras, no llegaba a entenderlos; antes bien, en su mayoría los olvidaba. Y por eso se lo llamaba Ávido de Fama. Con todo, dado que este hombre, además, había plantado diversas raíces de bien, pudo tomar contacto con inconmensurables cientos, miles, decenas de miles, millones de budas, y darles ofrendas, venerarlos, honrarlos y alabarlos.
»Maitreya, entiende esto: al bodisatva Maravillosamente Brillante que vivió en aquella época, ¿acaso no lo reconoces? Él no era otro que yo. Y el bodisatva Ávido de Fama eras tú.
»Ahora bien, cuando veo este portento auspicioso, no lo encuentro distinto de lo que ya vi antes. Por lo tanto, supongo que ahora El Que Así Llega irá a predicar el sutra del gran vehículo, llamado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas.
En ese momento, Manjushri quiso expresar su mensaje una vez más ante la gran asamblea, y lo repitió en verso:

—Recuerdo que en épocas pretéritas,
hace kalpas incalculables e innumerables,
vivió un Buda, un hombre honorabilísimo,
llamado Brillante como el Sol y la Luna.
Este Honrado por el Mundo expuso la Ley
y salvó a inconmensurables seres vivos
y a incontables millones de bodisatvas
permitiéndoles ingresar en la sabiduría del Buda.
Los ocho hijos, todos príncipes, que este Buda había tenido
antes de abandonar la vida de hogar hicieron lo mismo
cuando vieron que el gran venerable renunciaba a los lazos de familia,

y ellos también llevaron a cabo prácticas de Brahma.
En ese entonces, el Buda predicaba el gran vehículo,
un sutra llamado Infinitos significados,
y en medio de una gran asamblea,
estableció amplias distinciones en beneficio de las personas.
Cuando el Buda terminó de predicar este sutra,
se sentó en su sitial del Dharma
con las piernas cruzadas en un samadhi
conocido como el origen de los infinitos significados.
De los cielos llovieron flores de mandarava,
los tambores celestiales tornaron a batir por sí solos,
y los seres celestiales, dragones y espíritus
hicieron ofrendas al hombre más digno de honor.
Al instante, todas las tierras de Buda
temblaron y se estremecieron enormemente.
El Buda emitió un haz de luz de su entrecejo
y manifestó señales insólitas.
Esa luz se proyectó en dirección al este,
a dieciocho mil tierras de Buda, y mostró la forma en que, allí,
todos los seres vivos eran recompensados por sus actos pasados,
en el nacimiento y en la muerte.
Y si fue posible ver todas esas tierras de Buda
ornamentadas con cuantiosas joyas,
alumbradas con centellas de lapislázuli y de cristal,
fue gracias a la iluminación prodigada por la luz del Buda.
Y también se pudo ver a los seres celestiales y humanos,
y a los dragones, numerosos yakshas,
gandharvas y kimnaras,
haciendo ofrendas cada uno a su correspondiente buda.
Y también se pudo ver a Los Que Así Llegan
logrando acceder al Camino del Buda en forma natural,
con sus cuerpos del color de las montañas de oro,
erguidos, imponentes, muy sutiles y espléndidos.
Fue como si en medio de un puro lapislázuli
aparecieran estatuas de oro genuino.
En medio de esta gran asamblea, los Honrados por el Mundo
expusieron los principios de la profunda Ley.
En una tierra de Buda tras otra,
a través de la iluminación prodigada por la luz del Buda,
se hicieron visibles los que escuchan la voz,
en multitud incalculable, junto a sus grandes asambleas.
Y también había monjes
que vivían en lo recóndito de los bosques
esforzándose y observando los puros preceptos
como si custodiaran una joya refulgente.
Y pudo verse asimismo a bodisatvas
dedicados a la limosna, la perseverancia y otras prácticas,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
mediante la iluminación prodigada por la luz del Buda.
Y también pudo verse a bodisatvas
sumidos en profunda meditación,
con el cuerpo y la mente inmóviles,
buscando de este modo el Camino insuperable.
Y también pudo verse a bodisatvas
conscientes de que los fenómenos están marcados por la serenidad
y la extinción,
cada uno en su tierra correspondiente,
predicando la Ley y buscando el Camino del Buda.
En ese momento, las cuatro clases de creyentes
se regocijaron en lo profundo de su corazón
al ver al buda Brillante como el Sol y la Luna
manifestar sus grandiosos poderes trascendentales,
y cada uno preguntó a su vecino
qué podía haber causado tales acontecimientos.
Entonces, el Honrado por los seres celestiales y humanos
salió de su samadhi
y alabó al bodisatva Maravillosamente Brillante
con estas palabras: «Eres los ojos del mundo,
en quien todos pueden depositar su fe y creer,
capaz de honrar y mantener el acervo de la Ley.
Tú eres el único que puedes captar y comprender
la Ley que yo predico».
El Honrado por el Mundo, habiendo expresado su alabanza
y haciendo alborozar a Maravillosamente  Brillante,
predicó el Sutra del loto
durante sesenta kalpas menores.

Jamás se levantó de su asiento,
y la Ley suprema y espléndida que él predicó
fue aceptada y practicada en su totalidad
por el maestro de la Ley Maravillosamente Brillante.
Y cuando el Buda hubo predicado el Loto,
para regocijo de todos,
ese mismo día
anunció a la asamblea de seres humanos y celestiales:
«Ya he expuesto para vosotros
el significado del verdadero aspecto de todos los fenómenos.
Ahora, cuando llegue la  medianoche,
entraré en el nirvana.
Debéis esforzaros con todo el corazón
y absteneros de toda molicie y pereza.
Es muy difícil encontrar a un buda:
solo se lo puede hallar una vez en un millón de kalpas».
Cuando los hijos del Honrado por el Mundo
supieron que el Buda iba a entrar en el nirvana,
todos se entregaron a la aflicción y la congoja
y se preguntaron por qué el Buda buscaba tan pronto la extinción.
El venerable señor, rey de la Ley,
reconfortó y tranquilizó a la multitud incalculable
diciendo: «¡Cuando yo entre en la extinción
no debéis sentir ni miedo ni preocupación!
Este bodisatva Acervo de Virtud
ya ha comprendido cabalmente en su corazón
el verdadero aspecto libre de desbordamientos.
Será el próximo que llegará a ser un buda,
a quien se conocerá como Cuerpo Puro,
y él también salvará a incalculables multitudes».
Esa noche, el Buda entró en la extinción,
como se apaga el fuego cuando se consume la leña.
Dividieron y repartieron sus reliquias,
y erigieron torres en número incalculable;
y los monjes y monjas,
numerosos como los granos de arena del Ganges,
redoblaron su esfuerzo
y de ese modo se consagraron a buscar el Camino insuperable.

Este maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
honró y mantuvo el acervo de la Ley del Buda
durante ochenta kalpas menores,
en los cuales propagó ampliamente el Sutra del loto.
Esos ocho hijos príncipes
a quienes Maravillosamente Brillante había convertido
no se apartaron del Camino insuperable
y así pudieron encontrar a budas innumerables.
Y habiendo entregado ofrendas a tales budas,
los siguieron en la práctica del gran Camino,
y uno tras otro pudieron llegar a ser budas,
y cada uno, a su vez, confirió una profecía a su sucesor.
El último en convertirse en un ser celestial entre los seres celestiales
fue un buda llamado Antorcha Ardiente.
Como líder y maestro de videntes,
salvó a multitudes inconmensurables.
Este maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
tenía, en aquella época, un discípulo
cuya mente vivía siempre sujeta a la pereza y la holgazanería,
y su corazón codiciaba fama y riquezas.
Buscaba reconocimiento y beneficios materiales con insaciable
avidez,
y a menudo se divertía junto a los hombres de su clan y de otros
apellidos.
Todo lo que estudiaba y memorizaba se le iba de la mente,
lo olvidaba, le prestaba poca atención o no lograba entenderlo.
Y por tal razón
era conocido como Ávido de Fama.
Pero también había realizado muchos actos buenos
y, por tal motivo, pudo tomar contacto con incontables budas.
Y les hizo ofrendas
y los siguió en la práctica del gran Camino,
cumpliendo con los seis paramitas,
de tal suerte, ahora ha podido conocer al león de los Shakyas.
En lo sucesivo, será un buda
llamado Maitreya,
que salvará ampliamente a los seres vivos
en número incalculable.

Y después de que ese Buda pasó a la extinción,
el remiso y holgazán eras tú,
y el maestro de la Ley Maravillosamente Brillante
era la persona que ahora yo soy.
Vi cómo el buda Antorcha Brillante (Brillante como el Sol y
la Luna)
antes ya había manifestado un portento auspicioso como este.
Por eso sé que, ahora, el Buda
se dispone a predicar el Sutra del loto.
Los signos de ahora son como los de aquel portento de antes;
son medios hábiles empleados por los budas.
Cuando el Buda emite su rayo de luz
lo hace para ayudar a revelar el significado del verdadero aspecto de
los fenómenos.
Ahora los seres humanos podrán  conocerlo.
Unamos las palmas de nuestras manos y esperemos con un único
pensamiento.
El Buda hará que caiga la lluvia de la Ley
para satisfacer plenamente a todos los que buscan el Camino.
Vosotros, que buscáis los tres vehículos,
si tenéis dudas y arrepentimientos,
el Buda os los resolverá
y les pondrá fin, para que de ellos nada subsista.