lunes, 2 de mayo de 2016

7 LA PARÁBOLA DE LA CIUDAD FANTASMA

El Buda hizo este anuncio a los monjes:
—Una vez, en el pasado, hace un inconmensurable, ilimitado, inconcebible número de asamkhya de kalpas, vivió un buda llamado El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo. Su tierra llevaba el nombre de Bien Constituida, y su kalpa era conocido como Gran Forma.
»Ahora bien, monjes, desde que ese Buda pasó a la extinción transcurrió un tiempo muy largo, sumamente largo. Suponed, por ejemplo, que alguien tomara todas las partículas de tierra que forman los grandes sistemas planetarios y las moliera para hacer tinta en polvo. Suponed que se encaminara en dirección al este, y que al dejar atrás mil tierras, dejara caer un grano de tinta en polvo no más grande que una ínfima mota. Y que nuevamente pasara por mil tierras y dejara caer otro grano de tinta. Suponed que procediera de ese modo hasta haber dejado caer todos los granos de tinta hechos de partículas de polvo. ¿Cuál es vuestra opinión? ¿Pensáis que, con respecto a esos mundos, los maestros del cálculo o los discípulos de los maestros del cálculo podrían determinar el número de tierras que ha recorrido en el transcurso del proceso, o que no serían capaces de estimarlo?
—Sería un cálculo imposible, Honrado por el Mundo.
—Ahora, monjes, suponed que uno tomara la tierra de todos los mundos por los que hubiera pasado este hombre, ya sea que hubiese arrojado un grano de tinta en ellos o no, y los moliera en polvo. Y suponed que una partícula de polvo representara un kalpa.

Los kalpas transcurridos desde que aquel Buda entró en la extinción seguirían siendo inconmensurables, ilimitados, cientos, miles, decenas de miles, millones de asamkhyas de kalpas más numerosos que la cantidad de estas partículas de polvo. Pero como empleo el poder de El Que Así Llega para ver y conocer, cuando examino ese tiempo lejano siento como si fuera hoy.
En ese momento, el Honrado por el Mundo, deseoso de manifestar su intención una vez más, habló en verso y dijo:

—Cuando pienso en ello, en el pasado,
hace inconmensurables, ilimitados kalpas,
vivió un buda, el más honorable de los seres con dos piernas,
llamado Excelencia de la Gran Sabiduría Universal.
Si una persona usara sus fuerzas para aplastar
el suelo del gran sistema planetario,
triturara sus partículas de tierra
y las redujera a todas a tinta en polvo,
y si al pasar por mil tierras
dejara caer un grano,
repitiendo el proceso
hasta haber acabado con todas las motas de polvo,
y si entonces uno tomara la tierra de todos los mundos por los que
hubiera pasado,
ya sea que hubiese dejado caer un grano de tinta o no,
y una vez más moliera la tierra en polvo,
y luego considerara que un grano de este polvo equivale a un kalpa,
la cantidad de partículas de todo ese polvo sería inferior
al número de kalpas transcurridos desde el pasado en que vivió ese
Buda.
Desde que ese Buda pasó a la extinción,
los kalpas transcurridos fueron tan inconmensurables como esos.
El Que Así Llega conoce, con su sabiduría irrestricta,
el tiempo en que ese Buda pasó a la extinción,
y a los que escuchan la voz y a los bodisatvas,
como si estuviera presenciando esa extinción en este instante preciso.
Debéis entender, monjes,
que la sabiduría del Buda es pura, sutil, maravillosa,
libre de desbordamientos y de  impedimentos,
capaz de llegar y de penetrar kalpas inconmensurables.

El Buda anunció a los monjes:
—La vida del buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal duró cinco billones cuatrocientos mil millones de nayutas de kalpas. Este Buda, al principio, se sentó en el lugar de la iluminación y, habiendo aplastado los ejércitos del demonio, se vio a punto de alcanzar la iluminación suprema y perfecta, pero la Ley de los budas no se presentaba ante él. Y así continuaron las cosas durante un kalpa menor, y luego durante otros diez kalpas como ese. El Buda permanecía sentado, con las piernas cruzadas, inmóviles el cuerpo y la mente, pero la Ley de los budas seguía sin presentársele.
»Entonces, los seres celestiales del cielo de las treinta y tres deidades habían extendido, con anterioridad, bajo un árbol bodhi un sitial de león para el Buda, de un yojana de altura, con la intención de que él se sentara allí cuando alcanzara la iluminación suprema y perfecta. En ese momento, tan pronto como el Buda tomó asiento en dicho sitial, los reyes del cielo de Brahma hicieron llover una miríada de flores celestiales que cubrió el suelo cien yojanas a la redonda. De tanto en tanto, se levantaba una brisa fragante que dispersaba los pétalos marchitos, tras lo cual volvían a llover flores frescas. Y esta ofrenda al Buda continuó sin interrupción a lo largo de diez kalpas menores. Hasta el instante en que entró en la extinción, las flores no cesaron de caer. Como ofrenda al Buda, los cuatro reyes celestiales batieron tambores celestiales en forma incesante, mientras que los demás seres de su clase tocaban instrumentos celestiales, y todo ello durante diez kalpas menores. Y esto fue lo que aconteció, hasta que ese Buda entró en la extinción.
»Pues bien, monjes, el buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal pasó diez kalpas menores en este estado hasta que, por fin, la Ley de los budas se presentó ante él y pudo lograr la iluminación suprema y perfecta. Antes de que este Buda abandonara su vida como jefe de familia, tenía dieciséis hijos, el primero de los cuales llamábase Sabiduría Acumulada. Cada uno de estos hijos tenía diversas clases de objetos extraordinarios y juguetes de las más raras variedades, pero cuando supieron que su pa- dre había logrado la iluminación suprema y perfecta, desecharon todos sus extraordinarios objetos y fueron adonde se encontraba el Buda. Y sus madres, llorando, a la zaga los acompañaron.
»Su abuelo, un venerable rey que hacía girar la rueda, y cien altos mi- nistros, sumados a cien, mil, diez mil, un millón de súbditos, rodearon a los hijos y los siguieron hasta el lugar de la iluminación, todos deseando estar próximos a El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal, entregarle ofrendas, rendirle honores, venerarlo y alabarlo.
Al llegar, inclinaron la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies del Buda. Y cuando terminaron de rodearlo, unieron las palmas de sus manos con un único pensamiento, contemplaron con reverencia al Honrado por el Mundo y recitaron estos versos de alabanza:

—El Honrado por el Mundo, con su gran virtud y autoridad,
para salvar a los seres vivos
pasó inconmensurables millones de años
hasta que, por fin, logró ser un buda.
Todos tus votos se han cumplido.
¡Está muy bien! ¡No podría haber mayor buena fortuna!
Es muy extraordinario encontrarse con el Honrado por el Mundo;
habiendo él tomado asiento, pasaron diez kalpas menores.
Su cuerpo y sus manos y pies
yacen impasibles e inmóviles,
y su mente, plácida y en calma imperturbable,
no se altera ni se inmuta.
Por fin, logra la eterna tranquilidad y la extinción,
y descansa en la Ley sin desbordamientos.
Ahora que observamos al Honrado por el Mundo
con tranquilidad, habiendo completado el Camino del Buda,
obtenemos  excelentes beneficios
y lo felicitamos y admiramos con júbilo inmenso.
Los seres vivos sobrellevan angustias y sufrimientos constantes,
a oscuras, sin guía ni maestro,
sin comprender que hay una forma de terminar con la aflicción,
sin saber cómo buscar la emancipación.
Durante la extensa noche, se obstinan tras las malas sendas
haciendo que se reduzca la cantidad de seres celestiales;
salen de la oscuridad para internarse en las tinieblas,
y así hasta el final, sin escuchar ni una vez el nombre del Buda.
Pero ahora el Buda ha logrado lo insuperable,
la tranquilidad de la Ley sin desbordamientos.
Nosotros, y los seres humanos y celestiales,
hemos obtenido el mayor de los beneficios.
Por esta razón inclinamos la cabeza
y consagramos nuestra vida a aquel de honor incomparable.

»En ese momento, habiendo ensalzado al Buda con estos versos, los dieciséis príncipes urgieron al Honrado por el Mundo que hiciera girar la rueda de la Ley, expresando estas palabras al unísono: “¡Predica la Ley, Honrado por el Mundo! ¡Si lo haces, infundirás en gran medida sosiego, consuelo y beneficios a los seres humanos y celestiales!”. Y entonces repitieron su petición con estos versos:

—Incomparable Héroe del Mundo,
tú que te adornas de un centenar de beneficios
y has alcanzado la sabiduría insuperable;
te suplicamos que prediques en bien del mundo.
¡Sálvanos y libéranos
a nosotros y a otras clases de seres!
Establece  distinciones, ilumínanos
y permítenos alcanzar esta sabiduría.
Si podemos lograr la Budeidad,
todos los seres vivos también podrán hacerlo.
Honrado por el Mundo, conoces los pensamientos
que los seres albergan en lo más profundo de su mente.
Conoces los senderos que transitan
y el grado de fortaleza de su sabiduría,
sus placeres, los beneficios que han cultivado,
las acciones que han llevado a cabo en pasadas existencias.
Honrado por el Mundo, tú ya sabes todo esto...
¡Ahora debes hacer girar la rueda insuperable!

El Buda prosiguió relatando a los monjes:
—Cuando el buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal logró la iluminación suprema y perfecta, los cinco billones de mundos del Buda que había en cada una de las diez direcciones se estremecieron y temblaron de seis formas distintas. Los lugares oscuros y aislados que había en esas tierras, donde la luz del sol y de la luna jamás había podido penetrar, se iluminaron con un intenso resplandor, y todos los seres vivos pudieron verse unos a otros, y al hacerlo exclamaron: «¿Cómo es que los seres de pronto han cobrado existencia en este lugar?».
»Y también se estremecieron y temblaron de seis maneras distintas los palacios de los diversos reyes celestiales que había en esos lugares, y los palacios de Brahma, y por todas partes relumbró una intensa luz que colmó los mundos y superó la luminosidad del firmamento.
En ese momento, en los cinco billones de tierras situadas en dirección al este, los palacios de Brahma resplandecieron con una luz brillante que redoblaba su fulgor habitual, y cada uno de los reyes del cielo de Brahma pensó: “El resplandor del palacio nunca antes había sido tan grande. ¿A qué podrá deberse este fenómeno?”.
»En ese momento, los reyes del cielo de Brahma se visitaron unos a otros para debatir este asunto. Entre ellos había un gran rey del cielo de Brahma llamado Salvador de Todos, quien en nombre de la multitud de sus pares recitó estos versos:

—Nuestros palacios brillan con un resplandor
nunca antes visto.
¿Cuál es la causa que lo provoca?
Cada uno de nosotros busca una respuesta.
¿Será porque ha nacido algún ser celestial de gran virtud,
o porque ha aparecido un buda en este mundo
que esta intensa luz deslumbrante
fulgura en las diez direcciones?

»En ese momento, cada uno de los reyes del cielo de Brahma de los cinco billones de tierras se quitó la túnica que llevaba encima y la llenó de flores celestiales; y todos, acompañados de sus palacios, viajaron juntos hasta la región occidental para observar los signos que allí se producían. Vieron a El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal en el lugar de la iluminación, sentado en un sitial de león bajo un árbol bodhi, rodeado de seres celestiales, reyes dragones, gandharvas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos, que le rendían homenaje. Y vieron a los dieciséis príncipes suplicar al Buda que hiciera girar la rueda de la Ley.
»De inmediato, los reyes del cielo de Brahma inclinaron la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies del Buda; cien mil veces formaron un círculo a su alrededor y, entonces, tomaron las flores celes- tiales y las esparcieron sobre el Buda. Y las flores que dejaron caer forma- ron una pila tan alta como el monte Sumeru. Y también las entregaron como ofrenda al árbol bodhi del Buda que tenía diez yojanas de altura. Cuando terminaron de depositar su ofrenda floral, cada uno tomó su palacio y se lo entregó al Buda con estas palabras: “Esperamos que nos brindes consuelo y beneficios. Te suplicamos que aceptes y ocupes estos palacios que te obsequiamos”.
»En ese momento, en presencia del Buda, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos de alabanza:

—Honrado por el Mundo, con quien uno rara vez se encuentra
y a quien tan difícil es llegar a conocer,
dotado de beneficios incalculables,
capaz de salvar a todos,
gran maestro de seres humanos y de seres celestiales,
tú brindas al mundo piedad y consuelo.
Los seres vivos de las diez direcciones
reciben beneficios por  doquier.
En los cinco billones de tierras
de las cuales provenimos,
hemos apartado el gozo de la profunda meditación
para hacer ofrendas al Buda.
Gracias a la buena fortuna acumulada en existencias pasadas,
nuestros palacios están ricamente  ornamentados.
Pero ahora se los obsequiamos al Honrado por el Mundo,
suplicándole que tenga la bondad de aceptarlos.

»En ese momento, cuando los reyes del cielo de Brahma terminaron de ensalzar al Buda en verso, todos y cada uno dijeron: “¡Imploramos al Honrado por el Mundo que haga girar la rueda de la Ley, que salve a los seres vivos y que abra el camino al nirvana!”.
»Entonces, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento, unieron sus voces y recitaron estos versos:

—Héroe del Mundo, el más honorable de los seres con dos piernas,
te rogamos que expongas la Ley.
Mediante el poder de tu gran compasión y de tu piedad,
¡salva a los seres sumidos en el dolor y la angustia!

»En ese momento, El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal accedió en silencio a hacerlo. Ahora bien, monjes, en los cinco billones de tierras que había en dirección al sudeste, cada uno de los reyes del cielo de Brahma observó que su palacio brillaba con un deslumbrante resplandor que nunca habían visto en el pasado.
Danzando de alegría, halláronse en un estado mental que pocas veces habían experimentado, y decidieron visitarse unos a otros para discutir la cuestión entre todos.
»En ese momento, en la asamblea había un gran rey del cielo de Brahma llamado Gran Amor Compasivo, quien en nombre de la multitud de sus pares habló así en verso:

—¿Qué  causa interviene
para manifestar semejante signo?
Nuestros palacios emiten un resplandor
nunca  antes contemplado.
¿Será porque ha nacido algún ser celestial de gran virtud,
o porque ha aparecido un buda en este mundo?
Nunca antes hemos visto esta señal,
y con un único pensamiento ansiamos saber la razón.
Aunque debamos viajar a un millar, a diez millares,
a un millón de tierras, juntos indagaremos la causa de esta luz.
Probablemente se deba a que un buda ha aparecido en este mundo
para salvar a los seres de su sufrimiento.

»En ese momento, cada uno de los cinco billones de reyes del cielo de Brahma se quitó la túnica que llevaba encima y la llenó de flores celestiales; y todos, acompañados de sus palacios, viajaron juntos hasta la región noroccidental para observar signos que allí se producían. Vieron a El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal en el lugar de la iluminación, sentado en un sitial de león bajo un árbol bodhi, rodeado de seres celestiales, reyes dragones, gandharvas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos, que le rendían homenaje. Y vieron a los dieciséis príncipes suplicar al Buda que hiciera girar la rueda de la Ley.
»De inmediato, los reyes del cielo de Brahma inclinaron la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies del Buda, cien mil veces formaron un círculo a su alrededor y, entonces, tomaron las flores celestiales y las esparcieron sobre el Buda. Y las flores que dejaron caer formaron una pila tan alta como el monte Sumeru. Y también las entregaron como ofrenda al árbol bodhi del Buda. Cuando terminaron de depositar su ofrenda floral, cada uno tomó su palacio y se lo entregó al Buda diciendo estas palabras: “Esperamos que nos brindes consuelo y beneficios.
Te suplicamos que aceptes y ocupes estos palacios que te obsequiamos”.

»En ese momento, en presencia del Buda, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos de alabanza:

—Venerable señor, ser celestial entre los seres celestiales,
de voz como la del ave kalavinka,
tú que te condueles de los seres vivos y los reconfortas,
te rendimos honor y pleitesía.
Es muy extraordinario encontrar al Honrado por el Mundo,
quien solo aparece una vez en muchas y largas eras.
Ciento ochenta kalpas
han pasado en vano sin un buda,
en que los tres malos senderos han cundido por doquier
y ha decrecido la multitud de seres celestiales.
Ahora el Buda ha aparecido en este mundo
para ser el ojo de los seres vivos.
El mundo lo buscará presuroso
y él los salvará y los custodiará, a uno y a todos.
Será como un padre para los seres vivos,
y los reconfortará y les brindará beneficios.
Nosotros, gracias a la buena fortuna de existencias pasadas,
ahora hemos podido encontrar al Honrado por el Mundo.

»En ese momento, cuando los reyes del cielo de Brahma hubieron recitado esos versos de alabanza al Buda, pronunciaron estas palabras: “Suplicamos al Honrado por el Mundo que se conduela de uno y de todos, y que nos reconforte; que haga girar la rueda de la Ley y salve a los seres”.
»Entonces, los reyes de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos:

—Gran venerable, haz girar la rueda de la Ley,
revela las características de todos los fenómenos,
salva a los seres sumidos en la angustia y el sufrimiento,
 hazles conocer el júbilo inmenso.
Cuando los seres vivos oigan esta Ley,
obtendrán el Camino o renacerán en el cielo;
menguará el número de los que viven en los malos senderos
y medrará el de aquellos que perseveran en el bien.

»En ese momento, El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal accedió en silencio a hacerlo. Ahora bien, monjes, en los cinco billones de tierras que había en dirección al sur, cada uno de los reyes del cielo de Brahma observó que su palacio brillaba con un deslumbrante resplandor que nunca habían visto en el pasado. Danzando de alegría, halláronse en un estado mental que pocas veces habían experimentado, y decidieron visitarse unos a otros para discutir la cuestión entre todos, preguntándose: “¿Por qué razón nuestros palacios emiten esta luz brillante?”.
»Entre ellos había un gran rey del cielo de Brahma llamado Ley Maravillosa, quien, en nombre de la multitud de sus pares, habló así en verso:

—Nuestros palacios
brillan con fulgor deslumbrante,
y esto no puede ocurrir sin razón;
por eso está bien que indaguemos.
En los cien mil kalpas transcurridos
nunca hemos visto una señal así.
¿Será porque ha nacido algún ser celestial de gran virtud,
o porque ha aparecido un buda en el mundo?

»En ese momento, cada uno de los cinco billones de reyes del cielo de Brahma se quitó la túnica que llevaba encima y la llenó de flores celestiales; y todos, acompañados de sus palacios, viajaron juntos hasta la región septentrional para observar los signos que allí se producían. Vieron a El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal en el lugar de la iluminación, sentado en un sitial de león bajo un árbol bodhi, rodeado de seres celestiales, reyes dragones, gandharvas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos, que le rendían homenaje. Y vieron a los dieciséis príncipes suplicar al Buda que hiciera girar la rueda de la Ley.
»De inmediato, los reyes del cielo de Brahma inclinaron la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies del Buda, cien mil ve- ces formaron un círculo a su alrededor y, entonces, tomaron las flores celestiales y las esparcieron sobre el Buda. Y las flores que dejaron caer formaron una pila tan alta como el monte Sumeru.
Y también las entregaron como ofrenda al árbol bodhi del Buda. Cuando terminaron de depositar su ofrenda floral, cada uno tomó su palacio y se lo entregó al Buda diciendo estas palabras: “Esperamos que nos brindes consuelo y beneficios. Te suplicamos que aceptes y ocupes estos palacios que te obsequiamos”.
»En ese momento, en presencia del Buda, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos de alabanza:

—Honrado por el Mundo, a quien tanto cuesta encontrar,
destructor de todos los deseos mundanos,
después de ciento treinta kalpas transcurridos,
por fin ahora podemos verte.
Los seres vivos, hambrientos y sedientos,
se sacian con la lluvia del Dharma.
Este, como nunca antes se viera,
de sabiduría inconmensurable,
como la flor del udumbara,
es el que hoy, al fin, directamente ante nosotros se muestra.
Nuestros palacios, que han recibido tu luz,
están espléndidamente adornados.
Pero, Honrado por el Mundo,
dueño de gran amor compasivo y piedad,
te rogamos que los aceptes.

»En ese momento, cuando los reyes del cielo de Brahma hubieron recitado esos versos de alabanza al Buda, pronunciaron estas palabras: “Suplicamos al Honrado por el Mundo que haga girar la rueda de la Ley y permita adquirir paz y tranquilidad, y acceder a la salvación a los seres celestiales, demonios, reyes del cielo de Brahma, shramanas y brahmanes del mundo entero”.
»Entonces, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos de alabanza:

—Suplicamos al más honorable de los seres celestiales y humanos
que haga girar la rueda de la Ley insuperable.
¡Tú, bate el gran tambor del Dharma,
sopla la gran caracola del Dharma,
haz llover en derredor la gran lluvia del Dharma
para salvar a infinidad de seres!
¡A ti dirigimos toda nuestra fe y nuestros ruegos:
que resuene tu voz profunda y potente!

»En ese momento, El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal accedió en silencio a hacerlo. Y una similar sucesión de acontecimientos se produjo de la región meridional a la región del nadir.
»Entonces, en la región cenital, los reyes del cielo de Brahma de los cinco billones de tierras observaron que los palacios donde residían brillaban con un deslumbrante resplandor que nunca habían visto en el pasado. Danzando de alegría, halláronse en un estado mental que pocas veces habían experimentado, y decidieron visitarse unos a otros para debatir la cuestión entre todos, preguntándose: “¿Por qué razón nuestros palacios emiten esta luz brillante?”.
»Entre ellos había un gran rey del cielo de Brahma llamado Shikhin, quien, en nombre de la multitud de sus pares, habló así en verso:

—¿Cuál es la razón
de que nuestros palacios
brillen y relumbren con tal autoridad y virtud,
adornados como nunca antes?
Jamás habíamos visto u oído
un signo prodigioso de esta clase.
¿Será porque ha nacido algún ser celestial de gran virtud,
o porque ha aparecido un buda en el mundo?

»En ese instante, cada uno de los cinco billones de reyes del cielo de Brahma se quitó la túnica que llevaba encima y la llenó de flores celestiales; y todos, acompañados de sus palacios, viajaron juntos hasta la región del nadir para observar los signos que allí se producían. Vieron a El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal en el lugar de la iluminación sentado en un sitial de león bajo un árbol bodhi, rodeado de seres celestiales, reyes dragones, gandharvas, kimnaras, mahoragas, seres humanos y no humanos, que le rendían homenaje. Y vieron a los dieciséis príncipes suplicar al Buda que hiciera girar la rueda de la Ley.

»De inmediato, los reyes del cielo de Brahma inclinaron la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies del Buda, cien mil veces formaron un círculo a su alrededor. Luego tomaron las flores celestiales y las esparcieron sobre el Buda. Y las flores que dejaron caer formaron una pila tan alta como el monte Sumeru. Y también las entregaron como ofrenda al árbol bodhi del Buda. Cuando terminaron de depositar su ofrenda floral, cada uno tomó su palacio y se lo entregó al Buda con estas palabras: “Esperamos que nos brindes consuelo y beneficios. Te suplicamos que aceptes y ocupes estos palacios que te obsequiamos”.
»En ese momento, en presencia del Buda, los reyes del cielo de Brahma, con un único pensamiento y al unísono, recitaron estos versos de alabanza:

—¡Qué magnífico que podamos ver a los budas,
venerables y dignos seres que salvan al mundo,
capaces de rescatar y de liberar a los seres vivos
del infierno de los tres mundos!
Venerado entre los seres humanos y celestiales, de sabiduría
universal,
te condueles y amas compasivamente a la masa de criaturas que se
multiplican,
eres capaz de abrir los portales del dulce rocío
y de salvar ampliamente a todos y cada uno.
Anteriormente,  incalculables kalpas
habían pasado en vano sin que el Buda estuviera presente.
Aún no era tiempo de que adviniera el Honrado por el Mundo,
y por eso las diez direcciones vivían sumidas en constantes tinieblas.
Aumentó el número de seres en los tres malos senderos
y floreció el reino de los asuras;
menguó la multitud de seres celestiales
y muchos, al morir, cayeron en las sendas del mal.
Y como nadie podía escuchar la enseñanza de un buda,
las personas ingresaron sin cesar en caminos que no eran buenos,
y su sabiduría y su vigor físico
no hicieron más que declinar y disminuir.
Por las faltas que habían cometido,
perdieron el placer o la idea de placer;
depositaron su confianza en doctrinas erróneas
y desconocieron las buenas reglas y usanzas.
Incapaces de ser convertidos por un buda,
constantemente los seres caían en las sendas del mal.
Pero ahora, después de tan largo tiempo,
por fin has llegado, Buda, para ser el ojo del mundo.
Te has presentado en esta tierra
para brindar consuelo y piedad a los seres.
Has trascendido el mundo para adquirir la iluminación correcta,
y por eso nos colmas de admiración y de deleite.
Nosotros y los demás integrantes de la asamblea nos alborozamos
y disfrutamos de algo que no habíamos conocido antes.
Nuestros palacios, que han recibido tu luz,
están espléndidamente adornados.
Pero ahora te los obsequiamos, Honrado por el Mundo,
esperando que te apiades y los aceptes.
Suplicamos que el mérito acumulado gracias a estas ofrendas
se extienda a lo ancho y a lo largo, a todas las personas,
para que nosotros y los demás seres vivos
alcancemos juntos el Camino del Buda.

»En ese momento, cuando los cinco billones de reyes del cielo de Brahma hubieron recitado esos versos de alabanza al Buda, pronunciaron estas palabras: “Suplicamos al Honrado por el Mundo que haga girar la rueda de la Ley, que infunda paz y tranquilidad a muchos, y que salve a las multitudes”. Entonces, los reyes del cielo de Brahma volvieron a recitar, esta vez en verso:

—Honrado por el Mundo, haz girar la rueda de la Ley,
bate el tambor del Dharma del dulce rocío,
salva a los seres sumidos en la angustia y el sufrimiento,
¡abre el camino del nirvana y muéstranoslo!
Te  suplicamos que aceptes nuestros ruegos
y, con un sonido imponente, sutil y maravilloso,
brindes piedad y consuelo exponiendo la Ley que has practicado
durante  kalpas inconmensurables.

»En ese momento, El Que Así Llega Excelencia de la Gran Sabiduría Universal, habiendo escuchado las súplicas de los reyes del cielo de Brahma de las diez direcciones y de los dieciséis príncipes, inmediata- mente hizo girar tres veces la rueda de doce radios de la Ley. Ningún shramana, brahmán, ser celestial, demonio, rey Brahma u otro ser del mundo la había hecho jamás girar de ese modo. Y luego él dijo: “Aquí está el sufrimiento; aquí está el origen del sufrimiento, aquí está la aniquilación del sufrimiento, aquí está el camino hacia la aniquilación del sufrimiento”.
»Entonces, expuso ampliamente la doctrina de la cadena causal de doce eslabones: la ignorancia causa la acción; la acción causa la conciencia; la conciencia causa el nombre y la forma; el nombre y la forma causan los seis órganos sensoriales; los seis órganos sensoriales causan el contacto; el contacto causa la sensación; la sensación causa el deseo; el deseo causa el apego; el apego causa la existencia; la existencia causa el nacimiento; el nacimiento causa el envejecimiento y la muerte, las preocupaciones y aflicciones, el sufrimiento y la angustia. Si la ignorancia es erradicada, también se erradicará la acción. Si se erradica la acción, también se erradicará la conciencia. Si se erradica la conciencia, también se erradicarán el nombre y la forma. Si se erradican el nombre y la forma, también se erradicarán los seis órganos sensoriales. Si se erradican los seis órganos sensoriales, también se erradicará el contacto. Si se erradica el contacto, también se erradicará la sensación. Si se erradica la sensación, también será erradicado el deseo. Si el deseo es erradicado, también se erradicará el apego. Si se erradica el apego, también se erradicará la existencia. Si se erradica la existencia, también se erradicará el nacimiento. Si se erradica el nacimiento, también se erradicarán el envejecimiento, la muerte, las preocupaciones y aflicciones, el sufrimiento y la angustia.
»Cuando el Buda, en medio de la gran asamblea de seres humanos y celestiales, expuso esta doctrina, seis billones de nayutas de personas lograron la práctica de la profunda y prodigiosa meditación, adquirieron las tres comprensiones y los seis poderes trascendentales, y fueron dotadas de las ocho emancipaciones, porque habían dejado de aceptar todas las cosas del mundo fenoménico y porque su mente había podido alcanzar la liberación de los desbordamientos. Y cuando expuso la doctrina por segunda, tercera y cuarta vez, los seres equivalentes a diez billones de nayutas de arenas del Ganges pudieron liberar su mente de los desbordamientos, porque también ellos habían dejado de aceptar todas las cosas del mundo fenoménico. Y a partir de ese momento, la multitud de discípulos que escuchaban la voz pasó a ser inconmensurable, ilimitada, incapaz de ser calculada.
»En ese momento, los dieciséis príncipes renunciaron a sus familias, aun siendo muy jóvenes, y se convirtieron en shramaneras, todos de facultades agudas y penetrantes, y de sabiduría brillante y abarcadora. Ya en el pasado habían hecho ofrendas a mil billones de budas; habían llevado a cabo prácticas de Brahma en forma impecable, y se habían esforzado en pos de la iluminación suprema y perfecta. Y entonces, todos ellos hablaron conjuntamente al Buda con estas palabras: “Honrado por el Mundo, todos estos miles, innumerables decenas de miles, millones de discípulos que escuchan la voz, de gran virtud, ya han logrado el éxito. Honrado por el Mundo, ahora es pertinente que prediques la Ley de la iluminación suprema y perfecta en nuestro beneficio, para que, habiéndola escuchado, todos podamos unirnos en su práctica y su estudio. Honrado por el Mundo, estamos resueltos a adquirir la introspección de El Que Así Llega. En lo profundo de nuestra mente albergamos este deseo, como el mismo Buda seguramente ha de saber”.
»En ese momento, los ochenta mil millones de personas de la asamblea, guiados por el venerable rey que hacía girar la rueda, al observar que los dieciséis príncipes habían renunciado a sus familias para ingresar en la vida religiosa, anhelaron hacer lo mismo. Y el venerable rey les dio permiso para que actuaran como deseaban.
»Fue entonces cuando el Buda, en respuesta a los ruegos de los shramaneras, dejó que pasaran veinte mil kalpas y a continuación, por fin, en medio de las cuatro clases de creyentes, predicó este sutra del gran vehículo titulado el Loto de la Ley prodigiosa, una enseñanza para instruir a los bodisatvas, custodiada y conservada en la memoria por los budas. Cuando hubo predicado el sutra, los dieciséis shramaneras, en bien de la iluminación suprema y perfecta, lo aceptaron y lo abrazaron, lo recitaron y lo entonaron, lo penetraron y lo comprendieron.
»Cuando el Buda hubo predicado el sutra, los dieciséis bodisatvas shramaneras adoptaron la fe en él y lo aceptaron, y entre la multitud de discípulos que escuchaban la voz también hubo quienes creyeron en él y lo comprendieron. Pero los otros seres vivos, pertenecientes a diez billones de clases distintas, se entregaron a la duda y a la perplejidad.
»El Buda predicó este sutra durante ocho mil kalpas, sin jamás detenerse una sola vez a descansar. Cuando lo hubo predicado, entró en un recinto silencioso y se entregó a la meditación durante ochenta y cuatro mil kalpas.

»En ese momento, cada uno de los dieciséis bodisatvas shramaneras, consciente de que el Buda había entrado en un recinto y se hallaba meditando serenamente, ascendió a un sitial del Dharma y, del mismo modo, durante ochenta y cuatro mil kalpas, en bien de las cuatro clases de creyentes, predicó ampliamente y analizó el Sutra del loto de la Ley prodigiosa. De esa forma, cada uno de ellos, uno a uno, fue salvando a seres vivos en cantidad equivalente a seis billones de nayutas de granos de arena del río Ganges, instruyéndolos, brindándoles beneficios y alegría, y haciendo que su mente resolviera lograr la iluminación suprema y perfecta.
»Después de pasar de este modo ochenta y cuatro mil kalpas, el buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal salió de su samadhi y se aproximó al sitial del Dharma. Sentándose en calma, con estas palabras se dirigió a la totalidad de la gran asamblea: “Estos dieciséis bodisatvas shramaneras son de una especie muy difícil de hallar; sus facultades son agudas y penetrantes, y su sabiduría es brillante y abarcadora. Ya en el pasado habían entregado ofrendas a inconmensurables miles, decenas de miles, millones de budas. En compañía de esos budas, han llevado constantemente a cabo prácticas de Brahma, han recibido y adoptado la sabiduría del Buda, y la han expuesto a los seres vivos, permitiéndoles entrar en ella. Todos vosotros debéis, de cuando en cuando, relacionaros estrechamente con ellos y darles ofrendas. ¿Por qué? Porque, si cualquiera de vosotros, bodisatvas, pratyekabuddhas o discípulos que escuchan la voz, podéis abrazar la fe en las enseñanzas del sutra predicadas por estos dieciséis bodisatvas, y aceptarlas y adoptarlas, sin desdeñarlas jamás, en tal caso podréis lograr la iluminación suprema y perfecta, la sabiduría de El Que Así Llega”.
El Buda dijo lo siguiente dirigiéndose a los monjes:
—Estos dieciséis bodisatvas han deseado constantemente exponer este Sutra del loto de la Ley prodigiosa. Los seres vivos convertidos por cada uno de estos bodisatvas son iguales en número a seis billones de nayutas de granos de arena del Ganges. Existencia tras existencia, estos seres vivos renacen en compañía de ese bodisatva, escuchan la Ley que él les expone, tienen fe en ella y la comprenden. Por esa razón, han podido encontrar a cuarenta mil millones de budas, Honrados por el Mundo, y jamás, hasta el día de hoy, han dejado de hacerlo.
»Y a vosotros, monjes, ahora os digo lo siguiente: estos discípulos del Buda, estos dieciséis shramaneras, todos han logrado la iluminación suprema y perfecta.
En la actualidad, se encuentran en las tierras de las diez direcciones predicando la Ley con incontables cientos, miles, decenas de miles, millones de bodisatvas y de discípulos que escuchan la voz, y que forman su comitiva. Dos de estos shramaneras han llegado a ser budas en la región oriental. Uno se llama Akshobhya, y vive en la Tierra de la Alegría. El otro se llama Pico Sumeru. Dos son budas en la región sudoriental: uno se llama Voz de León, y el otro, Apariencia de León. Dos son budas en la región meridional: uno se llama Morador del Vacío, y el otro, Por Siempre Extinguido. Dos son budas en la región sudoccidental: uno se llama Apariencia de Emperador, y el otro, Apariencia de Brahma. Dos son budas en la región occidental: uno se llama Amitayus, y el otro, Salvar a Todos de los Sufrimientos Mundanos. Dos son budas en la región noroccidental: uno se llama Poder Trascendental de Hoja de Tamala Fragancia de Sándalo, y el otro, Apariencia de Sumeru. Dos son budas en la región septentrional: uno se llama Libertad como Nube, y el otro, Rey de la Libertad como Nube. De los budas de la región nororiental, uno se llama Destruir Todos los Miedos Mundanos. Y el decimosexto soy yo, el buda Shakyamuni, quien ha logrado la iluminación suprema y perfecta en este mundo saha.
»Monjes, cuando yo y esos otros éramos shramaneras, cada uno de nosotros enseñó y convirtió a seres vivos numerosos como los inconmensurables cientos, miles, decenas de miles, millones de arenas del Ganges. Y ellos, habiendo escuchado de nosotros la Ley, pudieron lograr la iluminación suprema y perfecta. Algunos de esos seres hoy integran las filas de los discípulos que escuchan la voz. Pero nosotros los hemos instruido constantemente en la iluminación suprema y perfecta y, por ende, estas personas deberían ser capaces de entrar en el Camino del Buda mediante esta Ley, aunque sea a paso gradual. ¿Por qué lo digo? Porque la sabiduría de El Que Así Llega es difícil de creer y difícil de comprender. Los seres vivos iguales en número a interminables granos de arena del Ganges que fueron convertidos en ese momento sois vosotros, hoy monjes, y son también aquellos que, cuando yo haya entrado en la extinción, serán en eras venideras discípulos que escuchan la voz.
»Cuando yo haya entrado en la extinción, habrá otros discípulos que no escucharán este sutra y que no entenderán ni tendrán conciencia de las prácticas llevadas a cabo por los bodisatvas, pero quienes, gracias a los beneficios que han podido acumular, concebirán la idea de la extinción y entrarán en lo que considerarán el nirvana. En ese momento, yo seré un buda en otra tierra, y se me conocerá con un nombre distinto.
Esos discípulos que concibieron la idea de la extinción e ingresaron en lo que consideraban el nirvana, en esa otra tierra buscarán la sabiduría del Buda y podrán escuchar este sutra. Pues uno solo puede lograr la extinción mediante el vehículo del Buda. No hay otro vehículo, si uno exceptúa las diversas doctrinas que El Que Así Llega predica como medios hábiles.
»Monjes, si El Que Así Llega sabe que ha llegado el momento de entrar en el nirvana y sabe que los miembros de la asamblea son puros y limpios, de fe firme y de firme comprensión, exhaustivos en su entendimiento de la doctrina del vacío y profundamente avezados a la práctica de la meditación, él convocará a la asamblea de bodisatvas y de discípulos que escuchan la voz, y a ellos les predicará este sutra. En el mundo no hay dos vehículos mediante los cuales uno pueda lograr la extinción. Solo hay un vehículo del Buda, y uno solo, para lograr la extinción.
»Monjes, debéis comprender esto. El Que Así Llega escruta hasta lo más profundo la naturaleza de los seres vivos y por eso emplea medios hábiles. Sabe que la mente de los seres se deleita con doctrinas insignificantes y se apega hondamente a los cinco deseos. Y como son así, cuando él expone el nirvana lo hace de tal forma que las personas puedan creer en él y aceptarlo fácilmente.
»Suponed que hay un tramo de carretera en mal estado, de quinientos yojanas de largo, escarpado y de difícil tránsito, inhóspito y desierto, sin pobladores en las cercanías. En suma, un sitio pavoroso. Y suponed que hay numerosas personas que quieren recorrer ese camino para poder llegar a un lugar donde les aguardan fabulosos tesoros. Los viajeros tienen un líder de brillante sabiduría y de aguda comprensión, profundamente conocedor de esa ruta escarpada, familiarizado con el trazado de sus pasos y desfiladeros, y dispuesto a guiar al grupo de personas y acompañarlas a lo largo de este difícil terreno.
»Al cabo de un buen trecho, el grupo pierde el ánimo e informa a su líder: “Estamos exhaustos y despavoridos. Ya no podemos seguir avanzando. Pero como todavía falta una enorme distancia, preferiríamos dar la vuelta y regresar sobre nuestros pasos”.
»El líder, hombre de muchos recursos, piensa y se dice: “¡Es una lástima que renuncien a los muchos y fabulosos tesoros que venían buscando y que quieran dar la vuelta y regresar!”. Habiendo pensado de este modo, recurre al poder de medios hábiles y, cuando han caminado trescientos yojanas por esa senda escabrosa conjura la aparición de una ciudad.

Anuncia entonces al grupo: “¡No temáis! ¡No debéis regresar justo ahora, pues eso que veis ahí es una gran ciudad, donde podréis hacer un alto, descansar y pasar el tiempo como os venga en gana! Cuando entréis en esa ciudad, os sentiréis completamente a gusto y tranquilos. Y luego, si sentís que estáis en condiciones de proseguir hacia el lugar donde se encuentra el tesoro, podéis marcharos de la ciudad”.
»Entonces, los miembros de la comitiva, que antes estaban al borde del desmayo, se sienten revivir de alegría; comentan de viva voz el acontecimiento inesperado y dicen: “¡Ahora podremos escapar de este terrible camino y encontrar sosiego y  tranquilidad!”.
»Así, los viajeros deciden seguir avanzando y entran en la ciudad, donde, sintiendo que han sido salvados de sus desdichas, encuentran una sensación de completa calma y bienestar.
»En ese momento, el guía, sabiendo que los miembros de la partida han descansado y ya no tienen miedo o inquietud, deshace la ciudad fantasma y dice al grupo: “Ahora, poneos en marcha. Muy cerca está el lugar donde os aguardan los tesoros. Esta gran ciudad que visteis hace un rato era solo un espejismo que conjuré para que pudierais descansar”.
»Monjes, El Que Así Llega se encuentra en una posición semejante. En este momento es el gran líder de todos vosotros. Sabe que el camino penoso del nacimiento y la muerte y de los deseos mundanos es difícil, largo, escabroso y se interna a lo lejos, pero que debe ser transitado y recorrido hasta su fin. Si los seres vivos solo escuchan hablar del vehículo único del Buda, no querrán ver al Buda, no querrán acercarse a él, y de inmediato pensarán: “El Camino del Buda es largo y se interna a lo lejos; ¡para poder recorrerlo con éxito uno debe esforzarse con ahínco y sobrellevar dificultades durante un largo período!”.
»El Buda sabe que la mente de los seres es débil, vacilante e inferior; por eso, valiéndose del poder de medios hábiles, predica dos nirvanas, a fin de brindarles un lugar de descanso en mitad del camino. Si los seres vivos escogieran permanecer en estos dos escenarios, El Que Así Llega les diría: “No habéis comprendido aún lo que hay que hacer. Este escenario que habéis escogido para permanecer está muy cerca de la sabiduría del Buda. Pero debéis observar y ponderar más aún. Este nirvana que habéis alcanzado no es el verdadero. Lo que sucede es que El Que Así Llega ha recurrido al poder de hábiles medios y, trazando distinciones, ha tomado el vehículo único del Buda y lo ha predicado como si se tratara de tres caminos distintos”.
»El Buda es como el líder que, para brindar un sitio donde descansar, conjura una gran ciudad y, cuando los viajeros se sienten renovados, les dice: “El lugar de los tesoros está muy cerca de aquí. Esta ciudad no es real. Es algo que yo he conjurado”.
En ese momento, el Honrado por el Mundo, deseoso de manifestar su intención una vez más, habló en verso y dijo:

—El buda Excelencia de la Gran Sabiduría Universal
llevaba diez kalpas sentado en el lugar de la iluminación,
pero la Ley de los budas no aparecía ante él
y no podía entrar en el Camino del Buda.
La asamblea de deidades celestiales, reyes dragones,
asuras y otros seres
constantemente esparcía como ofrenda a ese Buda
flores celestiales llovidas del firmamento.
Los seres celestiales batían tambores de los cielos
e interpretaban música de las clases más diversas.
Un viento fragante barría las flores marchitas
y daba paso a otras, que, cual lluvia, frescas y hermosas caían.
Y cuando así transcurrieron diez kalpas menores,
por fin pudo adquirir el Camino del Buda.
Los seres celestiales y las personas del mundo
sintieron que su corazón danzaba.
Y los dieciséis hijos de ese Buda,
acompañados de sus cohortes
que los rodeaban de a miles, de a decenas de miles, y de a millones,
todos se hicieron presentes en el lugar del Buda;
se inclinaron a sus pies, tocando el suelo con la cabeza,
y, suplicándole que hiciera girar la rueda de la Ley, le dijeron:
«Dignísimo León, ¡que la lluvia del Dharma
se derrame a pleno sobre nosotros y sobre los demás!».
¡Qué difícil es hallar al Honrado por el Mundo;
solo aparece una vez en largo tiempo!
Para impartir la iluminación a los numerosos seres,
sacude y estremece todas las regiones a su alrededor.
En los mundos situados al este,
en cinco billones de tierras,
los palacios de los reyes del cielo de Brahma resplandecieron
como nunca se había visto antes.
Cuando los reyes del cielo de Brahma contemplaron este signo
acudieron en busca del sitio del Buda
esparciendo flores a modo de ofrenda
y, a la vez que le obsequiaban sus palacios,
urgiendo al Buda a hacer girar la rueda de la Ley
y ensalzándolo en estrofas versadas.
El Buda sabía que todavía no había llegado el tiempo;
pese a que los demás lo instaban, permaneció sentado en silencio.
Y lo mismo ocurrió en las otras tres direcciones y en las cuatro
direcciones intermedias,
y en las tierras del cenit y del nadir.
Los reyes del cielo de Brahma diseminaron flores, obsequiaron sus
palacios,
suplicaron al Buda que hiciera girar la rueda de la Ley y lo instaron:
«¡Qué difícil es hallar al Honrado por el Mundo!
Te rogamos que con tu amor compasivo y tu gran piedad
abras de par en par los portales del dulce rocío
y hagas girar la rueda de la Ley insuperable».
El Honrado por el Mundo, de sabiduría inmensurable,
aceptó las súplicas de la asamblea
y en bien de los presentes proclamó diversas doctrinas:
las cuatro nobles verdades, la cadena causal de doce eslabones,
y describió de qué modo, desde la ignorancia hasta la vejez y la
muerte,
todas se producen a causa del nacimiento.
«Con respecto a estas muchas falencias e irritaciones,
esto —dijo— es lo que debéis entender sobre ellas».
Cuando él expuso esta doctrina,
seis cuatrillones de seres
pudieron dar término a su sufrimiento,
todos alcanzaron el estado de arhat.
La segunda vez que predicó la doctrina
seres numerosos como diez millones de granos de arena del río
Ganges
dejaron de aceptar las cosas del mundo de los fenómenos
y pudieron, también ellos, llegar a ser arhats.
A partir de entonces, los que lograron el camino
ascendieron a un número incalculable:
si uno estuviera contando durante diez mil millones de kalpas,
jamás terminaría de estimar la cifra total.
En ese momento, los dieciséis príncipes
renunciaron a sus familias y se convirtieron en shramaneras.
Juntos, suplicaron a ese Buda
que expusiera la Ley del gran vehículo y proclamaron:
«Nosotros y nuestros asistentes
tenemos la certeza de que lograremos el Camino del Buda.
Deseamos el ojo de la sabiduría de la pureza intachable,
que posee el Honrado por el Mundo».
El Buda entendió sus mentes infantiles
y los actos que habían llevado a cabo en existencias pasadas;
empleando inconmensurables causas y  condiciones
y diversas semejanzas y parábolas,
predicó los seis paramitas
y cuestiones referidas a los poderes trascendentales,
distinguiendo la Ley verdadera,
el Camino practicado por los bodisatvas,
predicando este Sutra del loto
en versos numerosos como los granos de arena del Ganges.
Cuando el Buda hubo terminado de predicar el sutra,
se entregó a la meditación en un silencioso recinto,
con un único pensamiento, sentado en un solo lugar
durante ochenta y cuatro mil kalpas.
Los shramaneras sabían
que el Buda no saldría de su meditación,
y por eso, para la asamblea formada por millones incalculables
predicaron la insuperable sabiduría del Buda,
cada uno sentado en un sitial del Dharma,
predicando este sutra del gran vehículo.
Y cuando el Buda hubo ingresado en la pacífica serenidad,
siguieron proclamando, ayudando a otros a convertirse a la Ley.
Los seres vivos salvados
por cada uno de estos shramaneras
ascendieron a un número igual
a seis billones de granos de arena del Ganges.
Y cuando ese Buda hubo pasado a la extinción,
las personas que habían conocido la Ley
vivieron en distintas tierras de Buda, aquí y allá,
y renacieron constantemente en compañía de sus maestros.
Y estos dieciséis shramaneras,
habiendo llevado a cabo, en forma cabal, el Camino del Buda,
actualmente habitan en las diez direcciones,
donde cada uno ha alcanzado la correcta iluminación.
Las personas que oyeron la Ley en ese momento
están cada una en el lugar donde se encuentra alguno de estos
budas,
y los que permanecen en el nivel de los que escuchan la voz
gradualmente están siendo instruidos en el Camino del Buda.
Yo mismo fui uno de esos dieciséis,
y en el pasado prediqué para vosotros.
Por esta razón utilizo medios hábiles
para guiaros en busca de la sabiduría del Buda;
en razón de estas causas y condiciones anteriores
ahora predico el Sutra del loto.
Os haré entrar en el Camino del Buda…
¡Prestad atención y no alberguéis miedo!
Suponed que hay una carretera escarpada y difícil,
en una tierra yerma y lejana, poblada de bestias dañinas,
donde no hay hierbas ni hay agua,
y la gente teme internarse.
Un grupo de incontables miles, decenas de miles de viajeros
quería recorrer ese camino fragoso,
pero la ruta es muy larga y se pierde en la distancia,
a lo largo de un trayecto de quinientos yojanas.
En ese momento, hay con ellos un líder
bien informado, dotado de sabiduría,
de clara comprensión y actitud resuelta,
capaz de salvar a las personas en peligro de un sinfín de dificultades.
Los miembros del grupo están exhaustos y abatidos,
y dicen entonces a su conductor:
«Ya no podemos seguir, nos hemos quedado sin fuerzas.
Llegados a este punto, deseamos dar la vuelta y regresar».
El guía piensa para sus adentros:
«¡Qué lástima me dan estas personas!
¿Por qué ansían desandar el camino
y renunciar a los muchos y fabulosos tesoros que les aguardan?».
En ese momento, concibe un medio hábil
y decide ejercitar sus poderes trascendentales.
Conjura una gran ciudad amurallada
y adorna sus mansiones,
rodeándolas de jardines y arboledas,
de lagos, estanques y canales,
de dobles portales, pabellones y altas torres,
todas llenas de mujeres y de hombres.
No bien crea esta ilusión,
reconforta al grupo diciéndole: «¡No temáis...!
Podéis entrar en esta ciudad
y divertiros como a cada uno os plazca».
Cuando las personas entran en la villa,
su corazón se inunda de felicidad.
Todos se sienten cómodos y en calma,
y piensan que han sido salvados.
Cuando el líder entiende que ya han descansado,
los congrega a todos y les revela:
«Ahora debéis seguir el viaje:
esta no es más que una ciudad fantasma.
Os vi extenuados y a punto de desfallecer,
y dispuestos a dar marcha atrás en mitad del camino.
Por eso, usé el poder de los medios hábiles
para conjurar temporalmente esta ciudad.
Ahora debéis avanzar con diligencia,
para llegar, todos juntos, al lugar donde os aguardan los tesoros».
Yo también hago lo mismo,
y actúo como un líder para todos los seres.
Veo a los que buscan el Camino
perder la motivación en mitad del periplo,
incapaces de cruzar los barrancos
del nacimiento y la muerte, y de los deseos mundanos.
Por eso uso el poder de los medios hábiles
y predico el nirvana para darles sosiego,
y les digo: «Vuestros sufrimientos están extinguidos;
habéis llevado a cabo todo lo que hay que hacer».
Cuando sé que han llegado al nirvana
y que todos han logrado el estado de arhat,
convoco a la gran asamblea
y predico, en bien de ella, la Ley verdadera.
Los budas, mediante el poder de hábiles medios,
establecen distinciones y predican tres vehículos,
aunque en realidad solo existe el vehículo único del Buda;
los dos nirvanas se predican como refugio de descanso.
Ahora, os expongo la verdad:
lo que habéis alcanzado no es la extinción.
En pos de la amplia sabiduría del Buda,
debéis invertir mayores esfuerzos y diligencia.
Cuando hayáis obtenido tales atributos del Buda
como la sabiduría abarcadora y sus diez poderes,
y estéis dotados de los treinta y dos rasgos,
entonces, esto sí, será la verdadera extinción.
Los budas, en su condición de líderes,
predican el nirvana para ofreceros descanso.
Pero cuando entienden que ya habéis descansado,
os conducen adelante, hacia la sabiduría del Buda.