lunes, 2 de mayo de 2016

5 LA PARÁBOLA DE LAS HIERBAS MEDICINALES


En ese momento, el Honrado por el Mundo dijo a Mahakashyapa y a los demás discípulos prominentes:
—Excelente, excelente, Kashyapa. Has dado una excelente descripción de los verdaderos beneficios de El Que Así Llega. Es tal como has dicho. El Que Así Llega, en efecto, posee inconmensurables, ilimitados, asamkhyas de beneficios y aunque tú y los demás pasarais infinidad de millones de kalpas intentándolo, nunca podríais acabar de describirlos.
»Kashyapa, debes comprender esto. El Que Así Llega es el rey de las doctrinas. En lo que él predica, no hay nada en vano. Con respecto a todas las diversas doctrinas, para exponerlas recurre a la sabiduría y a los medios hábiles. Por lo tanto, todas las que él expone se extienden hasta el punto en que esa amplia sabiduría existe. El Que Así Llega observa y comprende la finalidad hacia la cual tienden todas las doctrinas. Y también entiende las funciones de la mente profunda de todos los seres vivos, y penetra en ellas en forma cabal y sin impedimento. Está total- mente iluminado con respecto a las doctrinas, y revela a los seres vivos la sabiduría en su totalidad.
»Kashyapa, es como las plantas y los árboles, las florestas y los bosques, y las hierbas medicinales, pertenecientes a una amplísima variedad y cada una con su propio nombre y su matiz, que crecen en las colinas o a la vera de los arroyos, en los valles o en los distintos tipos de suelo que hay en el gran sistema planetario. Densas nubes, que cubren la totalidad del gran sistema planetario, saturan en un solo instante el firmamento. La humedad penetra por igual en todas las plantas y los árboles, en las florestas y en los bosques, y en las hierbas medicinales, e impregna las raicillas, los tallos tiernos, las ramitas, las hojas minúsculas, las raíces medianas, los tallos de cierta longitud, las ramas ya crecidas, las hojas de mediano tamaño, y las grandes raíces, los gruesos tallos, las ramas fuertes y las hojas inmensas. Todos los árboles —tanto los grandes como los pequeños, tanto los de naturaleza superior o mediana como los de clase inferior— reciben su parte.

La lluvia que cae de ese manto de nubes con- cuerda con cada especie particular y se adecua a su naturaleza, haciéndola germinar y madurar, florecer y dar fruto. Aunque todos estos árboles y plantas crecen en la misma tierra y son humedecidos por la misma lluvia, cada uno de ellos posee diferencias y peculiaridades.
»Kashyapa, debes entender que El Que Así Llega se comporta de este modo. Aparece en el mundo como una inmensa nube que cobra volumen. Con voz sonora penetra en todos los seres humanos y celestiales y en los asuras del mundo entero, como una gigantesca nube que se cierne sobre el gran sistema planetario. Y en medio de la gran asamblea, pronuncia estas palabras: “Yo soy El Que Así Llega, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo. A los que aún no hayan cruzado, los haré cruzar; a los que aún no hayan comprendido, les haré comprender; a los que aún no tengan paz, les daré paz; a los que aún no estén en el nirvana, les haré lograr el nirvana. Yo comprendo las verdaderas circunstancias de esta existencia y de las existencias futuras. Soy el que conoce todas las cosas, ve todas las cosas, comprende el Camino, abre el Camino, predica el Camino. ¡Seres humanos y celestiales, asuras y otros, venid aquí para que os haga escuchar la Ley!”.
»En ese momento, seres vivos pertenecientes a incontables miles, decenas de miles y millones de especies acuden al sitio donde está el Buda para escuchar la Ley. Entonces, El Que Así Llega observa si la facultad de esos seres es aguda o torpe, si su esfuerzo es diligente o remiso. Y de acuerdo con lo que cada uno es capaz de escuchar, les predica la Ley usando una infinita diversidad de formas, para que todos puedan deleitarse en ella y obtener de ella excelentes beneficios.
»Una vez que estos seres hayan escuchado la Ley, disfrutarán de paz y de seguridad en esta existencia y de buenas circunstancias en existencias futuras, en las cuales recibirán la felicidad y, nuevamente, podrán escuchar la Ley. Entonces, habiendo escuchado la Ley, escaparán de los obstáculos y de los impedimentos, y con respecto a las diversas doctrinas podrán ejercer sus poderes al máximo y, gradualmente, entrar en el Camino. Es como la lluvia que cae de esa gran nube sobre todas las plantas y los árboles, florestas y bosques, y hierbas medicinales.

Cada una, de acuerdo con su especie y su naturaleza, recibe su cuota completa de humedad y puede así germinar y crecer.
»La Ley predicada por El Que Así Llega tiene una sola forma, un sabor, un nombre, que es la forma de la emancipación, la forma de la separación, la forma de la extinción, que finalmente se reduce a una sabiduría que abarca todas las especies. Cuando los seres vivos escuchan la Ley de El Que Así Llega, aunque la abrazan, la leen y la recitan, y la practican tal como él estipula, en realidad no la entienden ni compren- den los beneficios que de esa forma pueden adquirir. ¿Y por qué? Porque solo El Que Así Llega entiende la especie, la apariencia, la entidad, la naturaleza de estos seres vivos. Sabe en qué piensan, qué ponderan, qué practican. Sabe cómo piensan en las cosas, cómo las ponderan, cómo las practican. Sabe los medios que los llevan a pensar en ellos, los medios que los llevan a ponderarlos, los medios que los llevan a practicarlos, y qué medios adquieren.
»Los seres vivos existen en una diversidad de ambientes, pero solo El Que Así Llega ve sus auténticas circunstancias y las comprende plena- mente, sin impedimentos. Es como esas plantas y árboles, esos arbustos y bosques, y esas hierbas medicinales que no saben por sí mismas si son de naturaleza superior, intermedia o inferior. Pero El Que Así Llega sabe que esta es la Ley de una sola forma, un sabor, un nombre, que es la forma de la emancipación, la forma de la separación, la forma de la extinción, la forma del nirvana supremo, la tranquilidad y la extinción constantes, que en última instancia encuentra su destino en la vacuidad. El Buda comprende todo esto. Pero como puede ver los deseos que existen en la mente de los seres, los guía y los protege, y por esta razón no les predica en forma inmediata la sabiduría que abarca todas las especies.
»Tú y los otros, Kashyapa, habéis hecho algo muy extraordinario, pues entendéis que El Que Así Llega predica la Ley de acuerdo con lo apropiado, tenéis fe en ella y podéis aceptarla. ¿Por qué lo digo? Porque es difícil entender y difícil comprender que los budas, los Honrados por el Mundo, predican la Ley de acuerdo con lo apropiado.
En ese momento, el Honrado por el Mundo, deseoso de manifestar su intención una vez más, habló en verso y dijo:

—Cuando aparece en este mundo
el rey del Dharma, el destructor del ser,

considera los deseos de los seres vivos
y predica la Ley de formas muy diversas.
El Que Así Llega, digno de honor y de reverencia,
tiene una sabiduría profunda y de largo alcance.
Durante mucho tiempo se mantuvo en silencio con respecto a lo
esencial
sin manifestar ninguna premura por revelarlo de una vez.
Si los sabios la escuchan,
podrán creer en ella y comprenderla,
pero los de escasa sabiduría tendrán dudas y pesares
y no saldrán jamás de su error.
Por esta razón, Kashyapa,
cuando predica se adapta al poder de las personas
y aprovecha diversas causas
para permitirles adquirir una noción correcta.
Kashyapa, debes comprender
que es como una gran nube
que se cierne sobre el mundo
y lo cubre todo.
Esta benéfica nube está cargada de humedad,
y sus relámpagos destellan y fulguran,
y el sonido del trueno resuena en la distancia
haciendo alborozar a las multitudes.
Los rayos del sol tras su velo se ocultan
y una límpida frescura inunda la tierra.
Y un denso manto de sombra
se extiende y se derrama casi como si fuera tangible.
La lluvia cae por doquier
y desciende por los cuatro flancos.
Fluye e impregna el mundo sin medida
llegando a cada confín de la tierra,
a las cañadas y valles de montaña, a los arroyos,
a los lugares aislados y remotos,
donde crecen las plantas, los arbustos y las hierbas medicinales,
donde crecen árboles grandes y pequeños,
y cientos de cereales, brotes de arroz,
cañas de azúcar y viñedos.
La lluvia se derrama sobre todos ellos,

y ninguno deja de recibir su cuota de humedad.
Se riega en todas partes la tierra reseca,
y las hierbas y los árboles crecen con exuberancia;
lo que cae de las nubes
es agua de un solo sabor,
pero las plantas y los árboles, los arbustos y los bosques
aceptan todos la humedad que corresponde a su parte.
Los diversos árboles,
superiores, intermedios o inferiores,
toman lo que resulta adecuado a lo grande o a lo pequeño
y cada uno así es capaz de dar brotes y crecer.
Raíz, tallos, ramas, hojas,
y frutos y flores de muchos colores y esplendor,
sobre todos ellos cae una misma lluvia
y les permite humedecerse y adquirir tersura.
Sean cuales fueren su entidad, apariencia y naturaleza,
grandes o minúsculas,
aunque todos reciben una sola humedad,
cada uno crece y florece a su propio y singular modo.
El Buda también es así;
cuando aparece en este mundo
es como una gran nube
que todo lo cubre en cada lugar.
Habiendo advenido al mundo
en bien de los seres vivos,
para exponer la verdad traza distinciones
referidas a los fenómenos.
El gran venerable, el Honrado por el Mundo,
rodeado de todos
dirige estas palabras
a los seres humanos y celestiales:
Soy El Que Así Llega,
el más honorable de los seres con dos piernas.
Aparezco en el mundo
como una inmensa nube
que impregna de humedad
a todos los seres resecos y marchitos
para que puedan escapar del sufrimiento,

adquirir la dicha de la paz y la seguridad,
los gozos de este mundo
y el deleite del nirvana.
Todos vosotros, seres humanos y celestiales de esta asamblea,
¡escuchad atentamente y con un único pensamiento!
Debéis reuniros aquí
y observar a ese ser de honor incomparable.
Soy el Honrado por el Mundo,
no tengo rival.
Para dar paz y seguridad a los seres,
he aparecido en el mundo
y en bien de esta gran asamblea
predico el dulce rocío de la Ley pura.
Esta Ley tiene un solo sabor,
el de la emancipación, el nirvana.
Con un solo y sublime sonido
expuse y develé su significado;
constantemente en bien del gran vehículo
he creado causas y condiciones.
Considero todas las cosas
universalmente iguales;
mi mente no se inclina en favor de tales o cuales,
ni ama a unos ni odia a otros.
No tengo codicia ni apego,
no tengo limitación o traba.
En todo momento, para todas las cosas,
predico la Ley por igual;
del mismo modo que haría con una única persona,
procedo con personas  innumerables.
Constantemente expongo y predico la Ley;
nunca he hecho otra cosa
más que venir, ir, sentarme, ponerme de pie,
sin jamás, ni aun en el final, sentirme exhausto o desalentado.
Llevo plenitud y satisfacción al mundo,
como una lluvia que disemina su humedad a todos los rincones.
Bajos y eminentes, superiores e inferiores,
hombres obedientes de los preceptos y transgresores,
personas dotadas cabalmente de la conducta apropiada

y otras no tan dotadas,
seres de ideas correctas y de conceptos erróneos,
los de facultades agudas y torpes,
yo hago que la lluvia del Dharma caiga sobre todos ellos por igual,
sin jamás ser remiso o negligente.
Cuando los muchos y diversos seres
escuchan mi Ley,
la reciben de acuerdo con su poder
y viven en su ambiente específico.
Algunos moran en los reinos de los seres humanos y celestiales;
de los venerables reyes que hacen girar la rueda [de la Ley],
de Shakra, Brahma y los demás reyes;
estos son como las hierbas medicinales inferiores.
Algunos entienden la Ley sin desbordamientos,
pueden lograr el nirvana y
adquirir los seis poderes trascendentales,
y obtener, en particular, las tres comprensiones,
o viven solos en bosques de montaña,
practicando en forma constante la meditación
y obteniendo la iluminación de los que toman conciencia de la causa:
estos son como las hierbas medicinales de mediana calidad.
Y otros buscan el lugar del Honrado por el Mundo;
convencidos de que pueden llegar a ser budas,
se entregan a un esfuerzo diligente y practican la meditación;
estos son como las hierbas medicinales de calidad superior.
Y también hay hijos del Buda
que consagran su mente tan solo al Camino del Buda;
constantemente practican la piedad y el amor compasivo,
conscientes de que ellos mismos lograrán la Budeidad,
seguros de ello y sin jamás dudar.
A estos los llamo árboles pequeños.
Los que viven en paz, en sus poderes trascendentales,
hacen girar la rueda del no retroceso
y salvan a innumerables millones
de cientos de miles de seres vivos.
A bodisatvas como estos
los llamo árboles grandes.
La igualdad de la prédica del Buda

es como una lluvia de un solo sabor,
pero según la naturaleza de los seres vivos,
la forma en que estos la reciben es variable,
así como las muchas plantas y árboles
reciben la humedad de manera distinta.
El Buda emplea esta parábola
como medio eficaz para abrir y revelar el asunto,
recurriendo a diversas clases de palabras y frases
y exponiendo una sola Ley,
pero desde el punto de vista de la sabiduría del Buda,
esto no es más que una gota del océano.
Hago caer la lluvia del Dharma
hasta colmar el mundo entero,
y este Dharma
de un solo sabor
es practicado por cada uno de acuerdo con su poder individual.
Es como esos bosques y florestas,
hierbas medicinales y árboles
que, grandes o pequeños,
adquieren belleza y exuberancia poco a poco.
La Ley de los budas
posee constantemente un solo sabor,
y hace que los numerosos mundos
experimenten la satisfacción plena en cada lugar;
mediante la práctica gradual, nivel por nivel,
todos los seres pueden adquirir los frutos del Camino.
Los que escuchan la voz y los que toman conciencia de la causa,
que habitan en bosques de montaña
y moran en su existencia final,
al escuchar la Ley y obtener sus frutos
son —podríamos decir— como hierbas medicinales,
cada una de las cuales crece y florece a su propio modo.
Si hay bodisatvas
asiduos y de firme sabiduría,
que comprenden plenamente los tres mundos
y buscan el vehículo supremo,
a estos los llamamos árboles pequeños
que adquieren crecimiento y  madurez.
Y también a los que viven en la meditación

y han adquirido la fortaleza de los poderes trascendentales,
que han oído predicar la vacuidad de todos los fenómenos
y se regocijan inmensamente en su fuero interno,
y emiten incontables rayos de luz
para salvar a los seres,
a esos los llamamos grandes árboles
que han adquirido crecimiento y madurez.
De esa forma, Kashyapa,
la Ley predicada por el Buda
se compara con una gran nube
cuya lluvia de un único sabor
humedece las flores humanas
para que cada ser pueda fructificar.
Kashyapa, debes comprender
que mediante diversas causas y condiciones,
diversas clases de semejanzas y parábolas,
yo abro y revelo el Camino del Buda.
Esto que empleo es un medio hábil
y lo mismo cabe decir que hacen los otros budas.
Ahora, para ti y para los demás,
predico la verdad suprema:
ni uno solo entre la multitud de los que escuchan la voz
ha entrado en el nivel de la extinción.
Lo que vosotros estáis practicando
es el Camino del bodisatva,
y mientras sigáis avanzando poco a poco en la práctica y el
aprendizaje
todos lograréis la Budeidad con certeza.