lunes, 2 de mayo de 2016

12 DEVADATTA

En ese momento, el Buda se dirigió a los bodisatvas, a los seres celestiales y humanos, y a las cuatro clases de creyentes con estas palabras:
—Hace inconmensurables kalpas, busqué el Sutra del loto sin jamás flaquear. Durante esos muchos kalpas, constantemente nací como soberano de un reino, que había jurado buscar la iluminación insuperable. La mente de este rey que yo fui jamás vacilaba ni se desviaba; con el deseo de cumplir los seis paramitas, él diligentemente distribuía limosnas sin la menor intención de mezquinar, se tratara de elefantes o de caballos, o de los siete objetos raros, ya fuesen países, ciudades, esposas, hijos, criadas o lacayos. No escatimaba siquiera su propia cabeza, sus ojos, su médula ni su cerebro, ni su carne o los miembros de su cuerpo. Era abnegado hasta con su vida y con su ser. En esa época, la existencia humana tenía una duración inconmensurablemente larga. Pero, en bien de la Ley, este soberano abandonó su reino y su trono, delegó el gobierno al príncipe heredero, ordenó que sonaran los tambores y envió proclamas en las cuatro direcciones, preguntando: “¿Quién podría exponerme el gran vehículo? ¡Yo seré, hasta el final de mis días, benefactor y servidor de quien lo haga!”.
»En ese momento, un vidente acudió al rey y le dijo: “Poseo el texto del gran vehículo conocido como el Sutra del loto de la Ley prodigiosa. Si jamás me desobedeces, te lo expondré”.
»Cuando el monarca escuchó el ofrecimiento del vidente, se puso a danzar de alegría. De inmediato, partió en compañía del hombre y, sin jamás escatimar su cuerpo o su mente, a partir de entonces lo proveyó de cuanto él necesitaba: recogió fruta, fue a buscarle agua, acopió leña, preparó sus comidas y hasta ofreció su propio cuerpo como lecho y asiento. De este modo, sirvió al vidente durante un millar de años, y todo en aras de la Ley, trabajando con esmero, oficiando de proveedor y ocupándose de que a aquel no le faltase nada.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Recuerdo los kalpas transcurridos en el pasado,
cuando aun siendo el gobernante de un reino mundano,
no ansiaba satisfacer los cinco deseos
con tal de buscar la gran Ley
y, en cambio, clamaba en los cuatro cuadrantes, repicando
campanas:
«¿Quién posee la gran Ley?
Seré esclavo y sirviente
de quien me la explique y la predique en mi bien».
En ese momento, un vidente llamado Asita
se presentó ante el gran monarca anunciando:
«Poseo una Ley prodigiosa y sutil,
muy difícil de hallar en este mundo.
Si te dedicas a la práctica religiosa,
aceptaré predicártela».
Apenas oyó el rey estas palabras,
su corazón se embargó de júbilo.
De inmediato partió en compañía del vidente,
proveyéndole de cuanto pudiera necesitar,
recogiendo leña, frutos y arroz silvestre,
y ofreciéndoselos oportunamente, con respeto y reverencia.
Y todo esto sin jamás vacilar en cuerpo y mente,
porque en sus pensamientos solo existía la prodigiosa Ley.
En bien de los seres vivos,
buscaba la gran Ley con diligencia por doquier,
sin pensar en su propia persona,
sin querer gratificar sus cinco deseos.
Con esa actitud y con su búsqueda abnegada,
el soberano de un gran reino pudo adquirir esta Ley
y, como ahora os explicaré,
fue capaz de alcanzar la Budeidad.

El Buda anunció a los monjes:
—El rey de aquella época no era otro que yo; y el vidente era aquel a quien hoy conocéis como Devadatta. Porque Devadatta fue mi buen amigo, yo pude adquirir plenamente los seis paramitas y estar dotado de piedad, amor compasivo, alegría e imparcialidad, y también de los treinta y dos rasgos, las ochenta características, el tono dorado con matices empurpurados, los diez poderes, las cuatro clases de intrepidez, los cuatro métodos para merecer la confianza de las personas, las dieciocho propiedades indivisas, los poderes trascendentales y el poder del Camino. El hecho de que yo haya logrado la iluminación correcta e imparcial y hoy pueda salvar a los seres vivos en forma tan amplia se debe íntegramente a Devadatta, quien fue, para mí, un buen amigo.
Entonces, el Buda dijo a las cuatro clases de creyentes:
—Después de haber transcurrido inconmensurables kalpas, Devadatta logrará la Budeidad. Se lo llamará El Que Así Llega Rey Celestial, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo. Su mundo se llamará Camino Celestial, y, en esa época, el buda Rey Celestial vivirá allí veinte kalpas medianos, predicando ampliamente la Ley prodigiosa para todos los seres vivos. Por eso, seres numerosos como los granos de arena del Ganges lograrán el fruto del estado de arhat. Un número incalculable de seres concebirán el deseo de ser practicantes que toman conciencia de la causa, seres numerosos como los granos de arena del Ganges abrigarán el deseo de adquirir el Camino insuperable, obtendrán la verdad del no nacimiento y jamás retrocederán. Cuando el buda Rey Celestial entre en el parinirvana, su Ley Correcta prevalecerá en el mundo veinte kalpas medianos. Las reliquias de su cuerpo íntegro quedarán alojadas en una torre construida con siete clases de tesoros, de sesenta yojanas de altura, y cuarenta yojanas de ancho y de profundidad. Todos los seres humanos y celestiales se valdrán de flores de variadas clases, incienso en polvo, incienso para quemar, incienso en pasta, ropajes, collares, gallardetes y estandartes, doseles enjoyados, música e himnos de alabanza, y con una reverencia los presentarán como ofrenda a la maravillosa torre de los siete tesoros. Un número incalculable de seres lograrán los frutos del estado de arhat, incontables seres vivos se iluminarán como pratyekabuddhas, y una inimaginable cantidad de ellos abrigarán el deseo de la iluminación y alcanzarán el nivel del no retroceso.

El Buda reveló a los monjes:
—En las épocas futuras, los buenos hombres y buenas mujeres que, al escuchar el capítulo «Devadatta» del Sutra del loto de la Ley prodigiosa, crean en él y lo veneren con corazón puro y libre de dudas o confusiones, jamás caerán en el estado de infierno o en el de los espíritus hambrientos o de los animales, sino que nacerán en presencia de los budas de las diez direcciones, y en el lugar donde nazcan, escucharán constantemente este sutra. Si nacen entre seres humanos o celestiales, gozarán de un deleite incomparablemente extraordinario, y si lo hacen en presencia de los budas, nacerán de flores de loto, por transmutación.
Entonces, un bodisatva que se contaba entre los seguidores del Honrado por el Mundo Muchos Tesoros, procedente de la región inferior y llamado Sabiduría Acumulada, dijo al buda Muchos Tesoros:
—¿Regresaremos a nuestras tierras de origen?
El buda Shakyamuni dijo a Sabiduría Acumulada:
—Buen hombre, espera un poco más. Hay aquí un bodisatva llamado Manjushri, a quien deberías ver. Debate y discurre con él sobre la Ley prodigiosa, y luego podrás volver a tus tierras.
En ese momento, se dejó ver Manjushri, sentado sobre una flor de loto de mil pétalos, grande como una rueda de carro. Los bodisatvas que con él habían llegado también tomaron asiento sobre flores de loto enjoyadas. En forma natural, Manjushri había emergido del palacio del rey dragón Sagara, situado en lo profundo del gran océano, y quedó suspendido en el aire. Avanzó hacia el sagrado Pico del Águila, descendió de su flor de loto, y después de presentarse ante los budas, inclinó la cabeza haciendo una profunda reverencia ante los pies de los dos Honrados por el Mundo. Cuando hubo concluido tales muestras de respeto, se dirigió hacia donde estaba Sabiduría Acumulada e intercambió saludos con él. Después, se retiró y se sentó a un lado.
El bodisatva Sabiduría Acumulada interrogó a Manjushri con estas palabras:
—Cuando fuiste al palacio del Rey Dragón, ¿a cuántos seres con- vertiste?
—A un número inconmensurable, imposible de calcular —respondió Manjushri—, que la boca no alcanza a expresar ni la mente, a escrutar. Espera un instante y obtendrás la prueba.

No había siquiera terminado de hablar cuando del océano surgieron incontables bodisatvas sentados en flores de loto enjoyadas, que avanzaron hacia el sagrado Pico del Águila y allí permanecieron suspendidos en el aire. Todos esos bodisatvas habían sido convertidos y salvados por Manjushri. Todos habían llevado a cabo las prácticas de bodisatva y habían debatido y expuesto los seis paramitas unos con otros. Allí, en el aire, los que originariamente habían escuchado la voz expusieron las prácticas de los que escuchan la voz, pero ahora todos se pusieron a practicar el principio del vacío perteneciente al gran vehículo.
Manjushri dijo a Sabiduría Acumulada:
—La labor de enseñar y convertir llevada a cabo en el océano fue tal como puedes apreciar.
En ese momento, el bodisatva Sabiduría Acumulada recitó estos versos de alabanza:

—Valeroso y audaz, de gran virtud y saber,
has convertido y salvado a seres incontables.
Ya los hemos visto,
yo y los otros que integran esta gran asamblea.
Expones el principio del verdadero aspecto,
abres la Ley del vehículo único
guiando ampliamente a muchos seres
y les permites rápidamente lograr la iluminación.

—Cuando estuve en el océano, expuse constantemente solo el Sutra del loto de la Ley prodigiosa —dijo Manjushri.
El bodisatva Sabiduría Acumulada preguntó entonces a   Manjushri:
—Este sutra es muy profundo, sutil y prodigioso; es un tesoro entre los sutras, una rareza en el mundo. ¿Habrá acaso seres vivos que, practicando este sutra sincera y seriamente, hayan obtenido la Budeidad con rapidez?
—Está la hija de Sagara, el rey dragón —contestó Manjushri—, que acaba de cumplir ocho años. Su sabiduría tiene firmes raíces, y ella sabe discernir las actividades y la conducta de los órganos sensoriales de los seres vivos. Ha dominado los dharanis, ha podido aceptar y adoptar en su totalidad el arca de los profundos secretos predicada por los budas, se ha internado en una honda meditación, ha captado exhaustivamente las doctrinas; en el término de un instante, ha concebido el deseo de la iluminación y ha llegado al nivel desde el cual no hay retroceso.

Su elocuencia no tiene impedimentos, y se conduele de los seres vivos como si fueran sus propios hijos. Posee inmensos beneficios, y en lo que respecta a concebir mentalmente y a expresar verbalmente, es sutil, prodigiosa, grandiosa y amplia. Es amable, compasiva, benevolente, tolerante, tierna y de voluntad elevada, capaz de lograr la iluminación.
Entonces, el bodisatva Sabiduría Acumulada  afirmó:
—Cuando observo a El Que Así Llega Shakyamuni, veo que durante kalpas incalculables llevó a cabo prácticas extremas y difíciles, y acumuló méritos, acopió virtudes, y buscó el Camino como bodisatva sin un solo instante de respiro. Observo que, en todo el gran sistema planetario, no hay un solo lugar diminuto como una semilla de mostaza donde este bodisatva no haya sacrificado cuerpo y vida en bien de los seres vivos. Y veo que solo pudo completar el Camino de la iluminación cuando concluyó todas esas prácticas. No puedo creer que esta niña, en el lapso de un instante, haya podido lograr de verdad la iluminación correcta.
De pronto, antes de que terminara de hablar, apareció frente al Buda la hija del Rey Dragón, inclinó respetuosamente la cabeza y se apartó a un lado para recitar estos versos de alabanza:

—Él entiende profundamente las señales de la culpa y de la buena
fortuna,
e ilumina las diez direcciones por doquier.
Su cuerpo del Dharma, puro, sutil y maravilloso,
está dotado de los treinta y dos rasgos,
y ochenta son las características
que adornan su cuerpo del Dharma.
Los seres humanos y celestiales lo contemplan con admiración
reverencial,
y los dragones, a su vez, le rinden honor y pleitesía;
no hay uno solo entre los seres vivos
que no lo trate con sumisa deferencia.
He podido lograr la iluminación escuchando sus enseñanzas;
solo el Buda puede testificarlo.
Yo despliego las doctrinas del gran vehículo
para rescatar a los seres vivos del sufrimiento.

Entonces, Shariputra dijo a la niña dragona:
—Supones que en este corto tiempo has podido alcanzar el Camino insuperable. Pero es algo difícil de creer. ¿Por qué? Porque el cuerpo de la mujer es sucio e impuro, y no es un vehículo de la Ley. ¿Cómo podrías haber logrado la iluminación insuperable? El Camino hacia la Budeidad es largo y se extiende a lo lejos. Solo puede arribarse con éxito al final, después de haber empleado kalpas incalculables practicando austeridades, acumulando acciones, cumpliendo toda suerte de paramitas. Pero, además, la mujer está sujeta a los cinco impedimentos. Ante todo, no puede llegar a ser un rey del cielo de Brahma. En segundo lugar, no puede llegar a ser el rey Shakra. Tercero, no puede ser un rey demonio. Cuarto, no puede convertirse en un venerable rey que hace girar la rueda. Quinto, es incapaz de llegar a ser un buda. ¿Cómo entonces podría una mujer como tú lograr tan rápidamente la Budeidad?
En ese momento, la niña dragona exhibió una joya preciada, tan valiosa como el gran sistema planetario, y se la obsequió al Buda. Este la aceptó de inmediato. La niña dragona dijo entonces al bodisatva Sabiduría Acumulada y a Shariputra, el venerado:
—Le obsequié al Honrado por el Mundo mi joya preciada y él la aceptó. ¿Acaso no lo hice velozmente?
—¡A toda velocidad! —respondieron ambos. La niña entonces dijo:
—¡Emplead vuestros poderes sobrenaturales y observad cómo logro la Budeidad! ¡Lo haré incluso más rápido!
En ese momento, los miembros de la asamblea vieron que la niña dragona, en apenas un instante, se convirtió en un hombre y llevó a cabo todas las prácticas de los bodisatvas, fue de inmediato hacia el Mundo Inmaculado situado al sur y se sentó en un loto alhajado; y vieron que alcanzó la iluminación correcta e imparcial. Con los treinta y dos rasgos y las ochenta características, expuso la Ley prodigiosa a todos los seres en cada lugar de las diez direcciones.
En ese momento, los bodisatvas, los que escuchaban la voz, las deidades, los dragones y otras criaturas del mundo saha, como así también las ocho clases de guardianes, seres humanos y no humanos, vieron a la distancia que la niña dragona se convertía en un buda y predicaba la Ley a todos los seres humanos y celestiales que entonces formaban parte de la asamblea. Sus corazones se colmaron de un júbilo irrefrenable y a la distancia todos esos seres se inclinaron en sumisa reverencia.

Infinidad de seres vivos, al escuchar la Ley, la comprendieron y pudieron llegar al nivel del cual no hay retroceso. A incalculables seres vivos se les profetizó que obtendrían el Camino. El Mundo Inmaculado se estremeció y tembló de seis maneras distintas. Tres mil seres del mundo saha permanecieron en el nivel del cual no hay retroceso. Tres mil seres concibieron el deseo de lograr la iluminación y recibieron profecías de iluminación. Y el bodisatva Sabiduría Acumulada, Shariputra y todos los demás miembros de la asamblea creyeron y aceptaron tales cosas en silencio.