lunes, 2 de mayo de 2016

18 LOS BENEFICIOS DE RESPONDER CON ALEGRÍA

En ese momento, el bodisatva Maitreya dijo al Buda:

—Honrado por el Mundo, ¿qué cantidad de beneficios habrán de adquirir aquellos buenos hombres y buenas mujeres que, al escuchar este Sutra del loto, respondan con alegría?
Luego, se expresó recitando estos versos:

—Después de que el Honrado por el Mundo haya pasado a la
extinción,
¿qué magnitud de beneficios obtendrán
quienes respondan con alborozo
al escuchar este sutra?

En ese momento, el Buda dijo al bodisatva Maitreya:
—Ajita, supongamos que, después de la muerte de El Que Así Llega, hubiera monjes, monjas, laicos, laicas y otras personas de sabiduría, jóvenes o ancianas, que al escuchar este sutra respondieran con alegría y que, tras marcharse de la asamblea del Dharma, fuesen a algún otro lugar, tal vez a algún albergue para monjes, o a algún sitio desierto y silencioso, o a una ciudad, comunidad, asentamiento o aldea, y allí, de acuerdo con lo que hayan escuchado, se esforzaran por predicar y exponer en bien de sus padres y parientes, de buenos amigos y conocidos. Y supongamos que estas personas, después de escuchar, respondieran con alegría y ellas también emprendiesen la propagación de las enseñanzas. Que cada persona, después de escuchar, respondiera con alegría y propagara las enseñanzas, y que estas continuaran, del mismo modo, transmitiéndose de persona a persona hasta llegar a la quincuagésima.

»Ajita, los beneficios recibidos por este quincuagésimo buen hombre o buena mujer que respondiera con alegría serían como ahora pasaré a describirte; debes escuchar con suma atención. Imagina que todos los seres de los seis senderos de la existencia, de cuatro billones de asamkhyas de mundos, las cuatro clases de seres vivos, nacidos de huevo, nacidos de matriz, nacidos de la humedad y nacidos por transmutación, los que tienen forma y los que carecen de forma, los que piensan y los que no piensan, los que no tienen pensamiento y los que no carecen de pensamiento, los que no tienen miembros, los que tienen dos piernas, los de cuatro patas o los de muchas extremidades. E imagina que, en medio de toda esta vastedad de seres vivos, hubiera una persona que buscase beneficios y, en respuesta a los diversos deseos de todos esos seres, les prodigara toda clase de objetos de diversión y entretenimientos. Que a cada uno de ellos les diera oro, plata, lapislázuli, nácar, ágata, coral, ámbar y otras gemas de esplendor y valor incalculable, y que también les entregara elefantes, caballos, carruajes, palacios y torres adornadas con las siete clases de tesoros, en cantidad suficiente para poblar todo el territorio de Jambudvipa. Y que este gran ser caritativo, habiendo entregado dádivas de este modo durante ochenta años completos, luego pensara: “Ya he repartido a estos seres vivos objetos de diversión y de entretenimiento en respuesta a sus muchos deseos. Pero ahora, ya están viejos y decrépitos, suman más de ochenta años, sus cabellos han encanecido y tienen los rostros cubiertos de arrugas, y no tardarán en morir. Ahora debo emplear la Ley del Buda para instruirlos y guiarlos”.
»De inmediato, reúne a todos los seres vivos y propaga entre ellos la Ley; les enseña, los beneficia y los deleita. En un instante, todos pueden alcanzar el camino del que accede a la corriente, el camino del que regresa una vez, el camino del que no regresa, y el camino del arhat, para eliminar todos los desbordamientos y entrar en una profunda meditación. Todos adquieren libertad y quedan dotados de las ocho emancipaciones. ¿Cuál es tu opinión? ¿Son muchos o no los beneficios adquiridos por este gran ser caritativo?
—Honrado por el Mundo —respondió Maitreya al Buda—, los beneficios de este hombre son, verdaderamente, numerosos, inconmensurables, ilimitados. Y aún serían incalculables si este ser caritativo hubiera dado a los seres solamente los entretenimientos. ¡Cuánto más grandes serán, entonces, si les ha permitido adquirir los frutos del estado de arhat!

—Ahora te explicaré la cuestión con mayor claridad —dijo el Buda a Maitreya—. Este hombre dio todos estos objetos de diversión a los seres en los seis senderos de la existencia pertenecientes a cuatro billones de asamkhyas de mundos, y también hizo posible que adquirieran el fruto del estado de arhat. Pero los beneficios que pudiese haber obtenido por esta razón no podrían igualar los de la quincuagésima persona que, al escuchar aunque fuera una sola estrofa del Sutra del loto, respondiera con alegría. Ni siquiera se equiparan a una centésima, a una milésima, a una parte en diez billones. A decir verdad, superan toda posibilidad de ser comparados mediante cálculo, semejanza o  parábola.
»Ajita, los beneficios obtenidos por la quincuagésima persona que escucha el Sutra del loto cuando le es transmitido y responde con alegría ascienden a un número inconmensurable, ilimitado de asamkhyas.
¡Cuánto mayores serán los de la primera persona de la asamblea que, al escuchar el sutra, responda con alegría! Sus beneficios serán más numerosos aún y los superarán por un inconmensurable, ilimitado número de asamkhyas; a decir verdad, serán incomparables.
»Es más, Ajita, supongamos que una persona, en bien de este sutra, visitara un albergue para monjes, y, sentada o de pie, escuchara por un instante el sutra y lo aceptara. Y que, como resultado de los beneficios obtenidos de ese modo, con ocasión de renacer en su próxima existencia disfrutara de los más finos, espléndidos y mejores elefantes, caballos y carruajes, y palanquines cargados con exóticos tesoros, y pudiera ascender a los palacios celestiales. O supongamos que hay una persona sentada en el lugar donde se expone la Ley, y cuando aparece otra persona, la primera la insta a sentarse y escuchar, o se ofrece a compartir su asiento y la convence para que se siente. Los beneficios que obtendrá esa persona serán tan grandes, que a la hora de renacer, lo hará en un lugar donde ocupa asiento el señor Shakra, donde se sienta el rey del cielo de Brahma o donde lo hace un venerable rey que hace girar la rueda.
»Ajita, supongamos que alguien hablase a otra persona y le dijese: “Hay una enseñanza llamada Sutra del loto. Vayamos juntos a escucharla”. Y que, habiendo sido así exhortado, este último fuese y escuchara el sutra aunque fuera un instante. Los beneficios de la primera persona serán tan grandes, que a la hora de renacer, lo hará en el mismo lugar que los bodisatvas de los dharanis. Tendrá facultades agudas y sabiduría. Durante cien, mil, diez mil eras, jamás será afectado por la mudez. Nunca tendrá el aliento fétido. Su lengua jamás sufrirá dolencias, ni su boca padecerá aflicciones.

No tendrá los dientes sucios ni ennegrecidos, ni amarillentos ni muy separados, ni se le caerán ni faltarán, ni crecerán torcidos o en ángulo. No tendrá los labios caídos ni arqueados, ni agrietados, ásperos o afectados por llagas o deformaciones, ni retorcidos; estos tampoco serán demasiado gruesos o grandes, o negros, o descoloridos, o de feo aspecto. No tendrá la nariz demasiado ancha o chata, ni torcida, ni excesivamente arqueada. No tendrá la tez demasiado morena, ni el rostro largo y angosto, ni hundido o deformado. Ni uno solo de sus rasgos será desagradable a la vista. Sus labios, lengua y dientes serán bien proporcionados. Tendrá la nariz larga y recta, el rostro redondeado y terso, las cejas largas y altas, la frente amplia, suave y de bella forma, y estará dotado de todos los rasgos propios de un ser humano. En cada existencia en que nacerá, podrá ver al Buda, escuchar su Ley y tener fe en sus enseñanzas.
»¡Observa, Ajita! ¡Así de inmensos son los beneficios obtenidos por alentar a una persona a encontrarse con la Ley y escucharla! ¡Cuánto más grandes serán, entonces, para aquel que escucha, predica, lee y recita el sutra con un único pensamiento, y ante la gran asamblea traza distinciones en bien del pueblo y practica tal como enseña el sutra!
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—Si alguien en la asamblea del Dharma
es capaz de escuchar este sutra,
aunque más no sea una estrofa,
y responde con alegría, lo predica a otros
y transmite de este modo las enseñanzas
hasta llegar a la quincuagésima persona,
los beneficios que obtendrá esta última persona
serán los que ahora procederé a enunciar.
Supongamos que hay un gran ser caritativo
que concede bienes a multitudes incalculables,
durante ochenta años completos,
en respuesta a los deseos de la gente.
Al ver los signos de la decrepitud y la vejez,
las arrugas en los rostros y las canas,
las bocas desdentadas y las figuras marchitas,
piensa: «No tardarán en morir;
ahora debo enseñarles
para que obtengan los frutos del Camino».
De inmediato, emplea un medio hábil en bien de ellos
y les predica la verdadera doctrina del nirvana:
«¡Nada en este mundo es firme o duradero;
todo es burbujas, todo es espuma,
todo es como el leve temblor de una llama.
Por lo tanto, rápidamente debéis
aprender a aborrecerlo y a partir!».
Cuando las personas escuchan esta doctrina,
pueden llegar a ser arhats
dotados de los seis poderes trascendentales,
de las tres comprensiones y de las ocho emancipaciones.
Pero la quincuagésima persona
que escucha una estrofa [del Sutra del loto] y responde con júbilo
obtiene beneficios que son mucho más grandes,
y que no pueden describirse por medio de semejanza o parábola
alguna.
Y si alguien que ha recibido las enseñanzas
obtiene  beneficios  tan inconmensurables,
¡cuánto más grandes serán los de aquel que, en primer término,
escucha el sutra en la asamblea del Dharma y responde con alegría!
Supongamos que alguien alienta a otra persona,
la exhorta a ir y escuchar el Sutra del loto
diciéndole: «¡Este sutra es profundo y maravilloso,
difícil de encontrar en mil, diez mil kalpas!».
Y supongamos que, instada así, acude a escuchar
aunque sea un solo instante.
Los beneficios que esa primera persona recibe en recompensa
son los que ahora describiré en detalle:
Era tras era, no tendrá afecciones bucales,
no le faltarán los dientes, ni se le pondrán negros o amarillos;
no tendrá los labios gruesos, curvados o defectuosos,
ni tendrá rasgos detestables,
la lengua no se le secará, ni será negra o corta en exceso;
tendrá la nariz alta, larga y recta,
la frente ancha, tersa y bien formada,
el rostro y los ojos bien alineados e impactantes,
de la clase que a la gente le agrada contemplar,

sin hedor en la boca,
con el aliento siempre fresco y fragante
como las flores de loto azul.
Supongamos que alguien fuese a un albergue para monjes
y expresamente escuchara el Sutra del loto
sintiendo alborozo aun por un instante.
Ahora procederé a describir sus beneficios.
En existencias futuras, entre seres celestiales y humanos,
poseerá estupendos elefantes, caballos y carruajes,
palanquines adornados de joyas exóticas,
y ascenderá a los palacios celestiales.
Si en el lugar donde se expone la Ley
uno alienta a alguien a sentarse y escuchar el sutra,
los beneficios que obtendrá le permitirán
conseguir el sitial de Shakra, de Brahma y de los que hacen girar la
rueda.
¡Cuánto mayores serán los de aquel que escuche con un único
pensamiento,
explique y exponga el significado
y practique el sutra tal como el sutra indique…!
¡Los beneficios de esa persona no tendrán límites!