lunes, 2 de mayo de 2016

20 EL BODISATVA JAMÁS DESPRECIAR

En ese momento, el Buda dijo al bodisatva Poseedor de Gran Autoridad:
—Debes comprender esto. Cuando los monjes, monjas, laicos y lai- cas proclamen el Sutra del loto, quien hable mal de ellos, los maldiga o calumnie, sufrirá una severa retribución por su falta, como ya antes he explicado. Y también ya he explicado antes los beneficios obtenidos por aquellos que proclamen el sutra: la purificación de sus ojos, oídos, nariz, lengua, cuerpo y mente.
»Poseedor de Gran Autoridad, hace mucho tiempo, un inconmensu- rable, ilimitado, inconcebible número de asamkhyas de kalpas atrás, vivió un buda llamado El Que Así Llega Rey del Sonido Imponente, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo. Su kalpa se llamó Exento de Decadencia; y su tierra, Gran Logro.
»Este buda Rey del Sonido Imponente, en la época en la cual vivió, predicaba la Ley en bien de los seres celestiales, de los seres humanos y de los asuras. A aquellos que buscaban escuchar la voz, les respondía predicando la doctrina de las cuatro nobles verdades para que pudieran trascender el nacimiento, la vejez, la enfermedad y la muerte, y, con el tiempo, alcanzar el nirvana. A los que buscaban ser pratyekabuddhas, les respondía predicando la doctrina de la cadena causal de doce eslabones. A los bodisatvas, como medio para guiarlos hacia la iluminación suprema y perfecta, les respondía predicando la doctrina de los seis paramitas, con el fin de que al cabo del tiempo pudieran lograr la sabiduría del Buda.
»Poseedor de Gran Autoridad, la vida de este buda Rey del Sonido Im- ponente duró kalpas numerosos como los granos de arena de cuatrocientos mil millones de nayutas de ríos Ganges. Su Ley Correcta perduró en el


mundo durante tantos kalpas como las partículas de polvo de un territorio de Jambudvipa. Su Ley Falsa prevaleció en el mundo tantos kalpas como par- tículas de polvo hay en los cuatro continentes. Y cuando este Buda hubo fina- lizado de impartir grandes beneficios a los seres vivos, pasó a la extinción.
»Cuando su Ley Correcta y su Ley Falsa llegaron al final, en esa misma tierra apareció otro buda. Y a él también se lo conoció como El Que Así Llega Rey del Sonido Imponente, digno de ofrendas, de conocimiento recto y universal, de perfecta claridad y conducta, bien encaminado, conocedor del mundo, sabio sin parangón, mentor de la gente, maestro de seres humanos y celestiales, Buda, Honrado por el Mundo. Y así su- cesivamente, siguieron apareciendo, uno tras otro, veinte mil millones de budas, todos con el mismo nombre.
»Habiendo pasado a la extinción el primero de todos esos budas co- nocidos como El Que Así Llega Rey del Sonido Imponente, durante el período de su Ley Falsa, cuando su Ley Correcta había perdido vigencia, hubo monjes de extrema arrogancia que ejercían gran poder y autoridad. En esa época, hubo un monje bodisatva llamado Jamás Despreciar. Y bien, Poseedor de Gran Autoridad, ¿por qué razón se lo llamaba Jamás Despreciar? Porque ese monje se inclinaba en señal de respeto ante todas las personas con las que se encontraba, fuesen monjes, monjas, laicos o laicas, y les decía estas palabras de alabanza: “Siento profundo respeto por vosotros. Jamás osaría trataros con desprecio o arrogancia. ¿Y por qué? Porque todos practicaréis el Camino del bodisatva y entonces seréis capaces de conseguir la Budeidad”.
»Este monje no consagraba su tiempo a leer o recitar las escrituras; su práctica era, sencillamente, reverenciar a la gente. Cuando veía desde lejos a cualquiera de las cuatro clases de creyentes, deliberadamente iba a su encuentro, se inclinaba ante ellos y les decía estas palabras de ala- banza: “¡Jamás me atrevería a menospreciaros, porque todos lograréis la Budeidad con certeza!”.
»Entre las cuatro clases de creyentes, algunos montaban en cólera, con pensamientos impuros, y hablaban mal de él y lo maldecían diciendo: “Este monje ignorante… ¿De dónde ha salido? ¿Cómo presume declarar que no nos despreciará, y cómo osa predecir que lograremos la Budeidad?
¡No necesitamos semejantes profecías vanas e irresponsables!”.
»Muchos años pasaron de ese modo, en los cuales el monje se vio sujeto a constantes injurias y maldiciones. Sin embargo, él no montaba en cólera; cada vez repetía las mismas palabras: “Sin falta lograréis la


Budeidad”. Cuando hablaba así, algunos en el grupo tomaban palos de madera, o piedras y lajas, y lo azotaban o lo apedreaban. Pero aun mientras corría y buscaba una posición a la distancia, seguía proclamando a voz en cuello: “¡Nunca me atrevería a menospreciaros, ya que todos lograréis la Budeidad con certeza!”. Y como siempre pronunciaba estas palabras, los monjes, monjas, laicos y laicas de extrema arrogancia le dieron el mote de Jamás Despreciar.
»Estando el monje al borde de la muerte, oyó resonar en el cielo veinte mil, diez mil, un millón de versos del Sutra del loto que antes ha- bía predicado el buda Rey del Sonido Imponente, y pudo aceptarlos y proclamarlos a todos. De inmediato, su visión se purificó, como también se purificaron las facultades de su oído, nariz, lengua, cuerpo y mente, descritas anteriormente. Habiendo adquirido así la pureza de sus seis facultades, prolongó su vida dos billones de nayutas de años, y pudo predicar ampliamente el Sutra del loto a toda la población.
»En ese momento, cuando las cuatro clases de creyentes de extrema arrogancia, es decir, los monjes, monjas, laicos y laicas que habían me- nospreciado a este monje y lo habían llamado Jamás Despreciar, vieron que él adquiría grandes poderes trascendentales y desarrollaba el poder de predicar con agradable elocuencia, así como el poder de una gran bondad y calma, y lo oyeron predicar de este modo, todos abrazaron la fe en él y voluntariamente decidieron ser sus seguidores.
»Este bodisatva convirtió a una multitud de mil, diez mil, un millón de seres, permitiéndoles habitar en el estado de la iluminación suprema y perfecta. Cuando su vida terminó, pudo encontrarse con dos mil mi- llones de budas, todos denominados Brillante como el Sol y la Luna, y predicar este Sutra del loto durante el transcurso de su Ley. A través de las causas y condiciones creadas de ese modo, también pudo encontrarse con dos mil millones de budas, todos llamados de idéntica forma, Rey de la Lámpara Libertad como Nube. Durante la vigencia de la Ley de estos budas, aceptó, practicó, leyó, recitó y predicó este sutra en bien de las cuatro clases de creyentes. Por dicha razón, pudo obtener la purificación de sus ojos comunes, y purificar asimismo las demás facultades, como el oído, la nariz, la lengua, el cuerpo y la mente. Entre las cuatro clases de creyentes, predicó la Ley sin sentimientos de temor.
»Poseedor de Gran Autoridad, de ese modo, este bodisatva llamado Jamás Despreciar hizo ofrendas a un inmenso número de budas, a quienes trató con reverencia, honor y alabanzas. Habiendo plantado estas buenas


raíces, luego pudo encontrarse con mil, diez mil, un millón de budas, y en el transcurso de la Ley de dichos budas le fue posible predicar este sutra, gracias a lo cual sus beneficios lo condujeron al logro de la Budeidad.
»¿Qué piensas, Poseedor de Gran Autoridad? ¿Podría resultarte desco- nocido el bodisatva Jamás Despreciar que vivió en aquellos tiempos? ¡La verdad es que ese bodisatva no era otro más que yo! Si en mis existencias anteriores no hubiera aceptado, practicado, leído y recitado este sutra y si no lo hubiera predicado a los demás, jamás habría podido lograr la iluminación suprema y perfecta tan rápidamente. Pude adquirir enseguida la ilumina- ción suprema y perfecta porque, en presencia de esos budas de antaño, acepté, practiqué, leí y recité este sutra y lo prediqué en favor de los demás.
»Poseedor de Gran Autoridad, en ese momento el corazón de las cuatro clases de creyentes —monjes, monjas, laicos y laicas— se llenó de ira y todos ellos me trataron con desprecio y desdén; y por doscientos millones de kalpas nunca pudieron encontrar a un buda, escuchar la Ley o ver a la comunidad de monjes. Durante mil kalpas soportaron grandes sufrimientos en el infierno Avichi. Cuando terminaron de expiar sus faltas, volvieron a encontrarse con el bodisatva Jamás Despreciar, quien les enseñó la iluminación suprema y perfecta.
»¿Qué piensas, Poseedor de Gran Autoridad? ¿Podrían resultarte des- conocidas las cuatro clases de creyentes que, entonces, denigraban sin cesar a ese bodisatva? ¡Ellos están ahora en esta asamblea y son Bhadrapala y su grupo de quinientos bodisatvas; Luna de León y su grupo de qui- nientas monjas; Pensamiento del Buda y su grupo de quinientos laicos, y todos han llegado al estado del cual no hay retroceso en su búqueda de la iluminación suprema y perfecta!
»Poseedor de Gran Autoridad, debes comprender que este Sutra del loto beneficia pródigamente a los bodisatvas, ya que tiene el poder de hacerles lograr la iluminación suprema y perfecta. Por esta razón, cuando El Que Así Llega haya pasado a la extinción, los bodisatvas deberán en todo momento aceptar, practicar, leer, recitar, explicar, predicar y trans- cribir este sutra.
En ese momento, deseoso de manifestar su intención una vez más, el Honrado por el Mundo habló en verso y dijo:

—En el pasado, vivió un buda llamado Rey del Sonido Imponente,
de inconcebible sabiduría y poderes sobrenaturales,


capaz de guiar y de conducir a uno y a todos.
A hacerle ofrendas acudían
seres celestiales y humanos, y dragones.
Después de que este Buda hubo entrado en la extinción y cuando su Ley estaba a punto de expirar,
vivió un bodisatva llamado Jamás Despreciar.
En esa época, las cuatro clases de creyentes estudiaban y seguían las doctrinas.
El bodisatva Jamás Despreciar se dirigía adonde ellos estaban y les dedicaba estas palabras:
«¡Jamás osaría trataros con desprecio, pues estáis practicando el Camino
y todos llegaréis a ser budas!». Y pese a que las personas,
cuando lo oían hablar de ese modo,
se mofaban de él, lo maldecían, y lo injuriaban,
el bodisatva Jamás Despreciar fue capaz de soportarlo todo con paciencia.
Cuando hubo expiado sus faltas y su vida se disponía a concluir, pudo escuchar este sutra
y purificar sus seis facultades.
A causa de sus poderes trascendentales, logró prolongar su vida
y en bien de los demás
predicó este sutra a lo ancho y a lo largo.
De este bodisatva recibieron enseñanzas y conversión
las numerosas personas que adhirieron a las doctrinas; él las hizo permanecer en el Camino del Buda.
Cuando Jamás Despreciar terminó su vida, se encontró con incontables budas,
y por haber predicado este sutra, obtuvo  beneficios incalculables.
Poco a poco adquirió méritos
y rápidamente completó el Camino del Buda.


El bodisatva Jamás Despreciar, que vivió en esa época, era nada menos que yo.
Y las cuatro clases de creyentes
que en aquellos tiempos se adhirieron a las doctrinas y escucharon decir a Jamás Despreciar
«¡Todos vosotros llegaréis a ser budas!»,
y que, en virtud de las causas así generadas, pudieron encontrarse con budas incontables, están aquí, en esta asamblea:
son un grupo de quinientos bodisatvas y creyentes de las cuatro clases; hombres y mujeres de fe pura
que, ahora, en mi presencia,
se encuentran escuchando la Ley. En existencias anteriores,
yo alenté a estas personas
a escuchar y aceptar este sutra,
la primera de todas las enseñanzas, a desplegarlo, enseñar al pueblo
y permitirle habitar en el nirvana. Por eso, época tras época,
ellos han aceptado y practicado enseñanzas de esta clase. Transcurrirá un tiempo inconcebible,
diez mil billones de kalpas, antes de que, por fin,
uno pueda escuchar el Sutra del loto. Pasará un tiempo inconcebible,
diez mil billones de kalpas,
antes de que los budas, los Honrados por el Mundo, prediquen este sutra.
Por lo tanto, cuando sus practicantes escuchen un sutra como este
una vez que el Buda haya entrado en la extinción, no deberán albergar dudas ni mostrar perplejidad, sino predicarlo por doquier,
con un único pensamiento,
encontrándose con los budas en eras sucesivas y completar rápidamente el Camino del Buda.